Reveses de la vida

15. Salto al vacío

Anchor - Novo amor

Anchor - Novo amor

Tú no me conoces todavía bien, mi amor        

Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí.

—Gabriela Mistral

«¿Y si ella siente lo mismo que yo?, ¿y si solo le hablo de mis sentimientos sin intenciones de nada?», se inquirió él, expuesto a una gran encrucijada        

«¿Y si ella siente lo mismo que yo?, ¿y si solo le hablo de mis sentimientos sin intenciones de nada?», se inquirió él, expuesto a una gran encrucijada. Pues no sabía qué era lo que de verdad lo detenía: Si era miedo a dejarse expuesto o el terror a perderla. No obstante, ante la paradoja de lo que su miedo y su corazón le dictaban; decidió, como una vez Javier le dijo, lanzarse al abismo. Porque lo valía.

Margarita lo valía.

—¿Sucede algo, Andrew? —inquirió ella, esbozando una sonrisa y fijando su atención en el aludido, mismo que de un segundo para otro se mostró nervioso.

El aludido abrió su boca como un pez fuera del agua y al parecer las palabras se habían quedado perdidas, en alguna parte de su atontado y enamorado cerebro. Esbozó una sonrisa ladeada y sacudió la cabeza, soltó una risita y se vio tentado en idear alguna mentira. Como desearle feliz noche o enviarle saludos a Melissa. Se vio también, por largos y extenuantes segundos, apabullado por la amalgama de sentimientos que ella le generaba: inseguridad, miedo, emoción e ilusión ante la posible aprobación y aceptación de ella, sin embargo, ¿y si era muy pronto?

—Yo quería, quiero decirle algo —repuso. ¡Santo cielo!, se sentía torpe y hasta creyó que comenzaba a transpirar. ¿En qué momento regresó a la secundaria? Margarita dio un leve asentimiento, dándole luz verde. Él la detalló por otro par de segundos más y notó que el nerviosismo comenzaba a revelarse en ella por medio de sus mejillas arreboladas y en el brillo de sus ojitos verdes. «¡Al diablo todo!, si no lo hago ahora me voy a volver loco», cerró los ojos una fracción de segundo y dio un salto al vacío—. Desde que la conocí, creo habérselo comentado antes, pero lo que quiero decir es que usted me simpatizó casi de inmediato... —Ella esbozó un divertido: Okay. Andrew soltó otro suspiro y siguió—: Y conforme la he ido conociendo más, ese sentimiento se ha intensificado... —¡Jesús!, saboreó el miedo como nunca antes, era tanto que se le revolvió el estómago.

—Gracias, ha sido mutuo —respondió ella, pasando saliva con dificultad y tratando de mantener sus nervios a raya, los cuales por algún motivo desconocido se habían escapado de su escondite.

—Eso me tranquiliza —dijo a son de broma, pero era la verdad—. Pero temo que mis sentimientos y mi agrado por usted... —Andrew rebuscó en su mente las palabras adecuadas y entretanto Margarita aguantó la respiración y sus labios se entreabrieron un poco, percibiendo una sensación extraña en el vientre y que se explayaba en toda su espalda. No obstante, alguien dio golpecitos a la ventada del lado donde iba Margarita.

Ambos miraron en dicha dirección y era Melissa quien los estaba saludando, pidiéndoles que bajaran porque adentro había una fiesta que ellos no se podían perder. Este par de despidió con un dejo de incomodidad, pero no por la reciente plática y lo que posiblemente podía implicar, sino por no haberla concluido. Asimismo, lo que acaba de pasar Andrew lo tomó como una señal del cielo, que le decía que debía esperar otro poco más.

Entró a la casa de su amiga y saludó a unos cuantos conocidos, compañeros de la escuela. Pero luego de interactuar por unos minutos, se fue a la cocina porque ahí no había personas y necesitaba tener un momento a solas, para poder repasar su reciente conversación con Andrew.




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