Reveses de la vida

38. Fuera de mí

Maratón final 1/5

Saturn - Sleeping at last        

Saturn - Sleeping at last

Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida        

Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida. —Pablo Neruda

Dos días después Margarita tuvo una reunión con el nuevo abogado y este le dio unos cuantos consejos, por ejemplo: que no le hiciera ningún reclamo a su antiguo abogado, pues esto podría ser contraproducente, así como le pidió que resguardara las ...        

Dos días después Margarita tuvo una reunión con el nuevo abogado y este le dio unos cuantos consejos, por ejemplo: que no le hiciera ningún reclamo a su antiguo abogado, pues esto podría ser contraproducente, así como le pidió que resguardara las pruebas en algún servicio de casillero bancario. Entretanto, él se dedicaría a preparar un nuevo escrito para solicitar la custodia completa y otro para acordar la pensión alimenticia para el bebé.

Y Maggie hizo tal cual él se lo sugirió.

En ese momento se encontraba en la casa de Melissa, ambas estaban terminando de cocinar la cena. Esta última le echó un vistazo de soslayo a su amiga, se la miraba agotada y cómo no estarlo, si su barriga de ocho meses y el constante ajetreo al cual estuvo sometida los últimos días, la estaban agotando física y emocionalmente. E incluso así —con los achaques del embarazo— Maggie seguía de pie, luchando.

Reconocerlo solo la llenó de orgullo, porque la aludida había logrado no solo independizarse de Matías y su familia, ahora estaba a punto de salir completamente de las garras de ese pusilánime que tuvo como pareja. La pelinegra dejó de hacer lo que hacía y se acercó hasta su amiga; la expresión en su rostro denotaba la gran descarga de energía que le provocaba lo que estaba realizando.

—Ey, deja eso ya, yo lo termino. —La tomó de los hombros y le quitó el cuchillo e hizo a un lado la tabla de madera en donde estaba cortando unos vegetales—. Te ves cansada, no permitas que me preocupe porque te voy a mandar a la cama y no dejaré que te levantes.

—Ya casi término —espetó.

Le echó un vistazo a los pocos trozos de brócoli que le faltaba cortar; pero sin tener ánimos de resistirse se dejó guiar, porque, efectivamente, se encontraba agotada. Los pies los sentía hinchados, la espalda le dolía y sentía que los párpados le pesaban como si de losas se tratasen.

Se sentó y llevó ambas manos a su abultado vientre; no podía quejarse en cuanto a los síntomas del embarazo, pues las nauseas eran pocas y casi nunca devolvía el estómago, a excepción de un par de veces. Pero no podía decir lo mismo del agotamiento que sometía su cuerpo y de las largas horas que pasaba dormida a partir de cuándo le otorgaron la licencia por maternidad. Era gracioso porque cuando regresó a trabajar, solo lo hizo por dos semanas, luego la mandaron a casa por los siguientes seis meses.

Soltó un suspiro y se decantó por observar a Melissa, con la envidia palpable de la bullente energía con la que pululaba por toda la cocina. No podía negarlo, extrañaba ir de aquí para allá a sus anchas, pero ya solo faltaba un mes. Un mes y todo daría otro revés de ciento ochenta grados.

—Javier me escribió al medio día, y a que no adivinas que me contó —dijo, con un tinte de diversión en la voz.

Maggie entrecerró los ojos y sus primeros pensamientos, los restantes también, la llevaron a Andrew. Pero como fingir le resultaba fácil, y así mismo fastidiar a su amiga.

—No tengo ni idea, ¿te invitó a salir? —sugirió.

Melissa volvió a verla y le dedicó una mirada fulminante.

—Eres imposible —dijo, seguido de soltar un bufido.

—No entiendo porque te niegas a aceptarlo... si salen, se la pasan muy bien juntos, ¿qué es lo que te lo impide? —Melissa volvió a verla con incredulidad, y la otra entendió muy bien lo que esa mirada quería decir.

Y era que Maggie era la menos indicada para sugerir tal cosa.

—Nosotros solo somos un par de celestinos que intentan que sus amigos tengan una vida amorosa menos desgraciada que la de nosotros —espetó, sonriendo de lado, pero había algo más. Su mirada la delataba.

—Porque vos querés, porque bien podrías intentar algo con alguno de los integrantes de tu club de fans. —Ahora fue Melissa la que rodó los ojos.




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