Ella llega y me encara. —¿Te crees la gran cosa princesa en apuros? ¿Crees que puedes separar una amistad de años solo con hablar?—se acerca cada vez a mí y Camila la intenta detener colocando su mano en mi pecho.
Le lanzó una mirada despectiva. —No tengo idea de porque llegas en este—me empuja, impidiendo que hable.
—¡Oye!...—Camila le devuelve el empujón y Regina se queda estática.
—Sabes bien de qué hablo. Solo quieres dañar mi amistad con Izan. Vas y me acusas con él, solo para que se enoje conmigo—expresa con furia.
Camila comienza a reír. —Fuiste tú la perra que fue a molestarnos. ¿Y ahora te molesta que te acuse con Izan? Creo que estás celosa...—sonríe de forma burlona. —Creo que debí romperte la cara ese día... pero Liz me lo impidió, ahora puedo hacerlo—advierte mientras levanta el brazo.
Yo me interpongo. —Camila. No. No lo hagas—le pido y le tomo del hombro para frenarla. —Ya vámonos...—le pido a ella.
De reojo veo que Regina hace un movimiento brusco, intentando iniciar una pelea e intentando hacer el primer movimiento, pero Alejandra se adelanta y de un golpe la manda a los brazos de las amigas.
—Maldita perra—contesta con su nariz ensangrentada, observando a Alejandra.
Melissa ríe. —Me toca—se acerca burlándose.
—Liz, ahora veo porque todo el mundo te odia. En especial Amy, no eres más que una perra chismosa que se hace la victima en cualquier situación, esa típica princesa en apuros y que de ese modo obtiene la atención de algún chico, que en este caso es Izan... qué tris...—Camila cierra su boca de un golpe nuevamente.
Sus amigas se interponen e impiden que Camila se acerque. Alejandra y Melissa sonríen mientras se retiran a mi lado. Regina se va, pero con la nariz ensangrentada.
—Felicidades, tienes una nueva enemiga—añade entre risas.
Camila me abraza mientras caminamos. —Hoy no es tu día... lo peor es que Regina no parece que te vaya a dejar en paz muy pronto—agrega mientras caminamos.
—Es increíble que de alguno u otro modo siempre me gano enemigos. Pareciera que pido a gritos que mi vida se vuelva más complicada—declaró mientras Camila continúa abrazada a mí.
Melissa me escucha. —También me hago esa pregunta, siempre alguien te quiere golpear o reclamar por algo—contesta. —Pero que se jodan... aquí estamos nosotras—dice con cariño.
Alejandra acompaña a Melissa, irán a ver a Sarah, la novia de Meli. Es una chica agradable, pero no se ven mucho cuando estamos en bachillerato.
Camila está a mi lado, sentada mientras observamos al resto de alumnos transitar frente a nosotras.
—Creí que no me ayudarías. Te percibo molesta a ti y a las chicas...—le miró con un poco de tristeza.
Ella niega y sonríe. —No, hermosa. Para nada...—ladea su cabeza. —Liz somos mejores amigas, tal vez sí me sorprendí y te culpe un poco por lo que pasó, pero te dejaste llevar. Él te insistió, a mí una vez me lo dijo de broma que le gustabas... sinceramente yo no le creí—levanta sus cejas. —Lo que pasó, pasó. Uriel quiso irse, ya no podemos hacer nada... en sus planes ya estaba mudarse de ciudad, no te culpes por eso. Admito que me entristece el cómo terminaron las cosas... y aunque le rogué que no se fuera tomó la decisión y se fue. Lo extrañaremos...—finaliza mientras desbloquea su dispositivo y ve la última fotografía que nos tomamos, esa noche de pijamada.
Continuamos charlando, no enfocadas en el tema de cómo Uriel decidió marcharse, más que nada en el pasado, cuando todo era distinto... ella hace énfasis en cómo cambiaron las cosas en tan pocos años, sabemos que la vida es así, va rápido algunas veces... es natural.
Así charlamos hasta que llega el final del receso y posteriormente de las clases.
—¿Entonces ya encontraste casa? Quisiera conocerla... tengo que ir—destaca entre risas para después abrazarme.
Asiento. —Te llevaré en cuanto me asiente allá—le digo para después caminar hacia mi padre, pues me está esperando.
Planeaba hablar con mi padre sobre el tema de mi mejor amigo, pero es casi imposible hablarlo sin omitir el tema de la noche de sexo con Uriel. No se puede, y tampoco quiero que él se entere de eso, no creo que deba.
Si las cosas fuesen diferentes, si nada hubiese pasado y mi madre siguiera en casa, yo lo hablaría con ella sin problema y con confianza, pero ahora solo tengo a mis mejores amigas para sincerarme con un tema así.
Viernes 27 de octubre.
Camino directo hacia mi abuelo y le abrazo, aunque sin apretar mucho. —Hola, abuelo—saludo mientras él está en cama. —¿Qué pasa?...
Él parece sentirse mal, pero sonríe al verme. —Tengo dolor de estómago. Nada más... ya me tomé unas pastillas y me estoy recuperando—contesta. —Me da gusto verte—agrega con un tono dulce.
Yo sonrío. —Espero que mejores pronto, es solo un simple dolor de estómago... hoy que llegué miré a mi abuela un poco tranquila, aunque mi tía me dijo que de pronto se confunde—comentó mientras me siento a un costado de la cama y veo la película que él mira. "hasta el último hombre".
Sonríe y se apoya con sus manos para colocar su cabeza en una posición más alta. —Estaré mucho mejor, solo es algo pasajero... un dolor un poco incómodo, pero me había sucedido antes—responde. —¿Tú cómo has estado?—me pregunta.
Asiento. —Papá volvió a casa, pero estos días que estuve sola en casa sentí la soledad—sonrió. —Dije que te llamaría pero siempre pasaba algo, y recorría para el próximo día—expresó con un poco de tristeza.
Él ríe, pero como que le lastima al hacerlo. —No pasa nada, Liz. ¿Has hablado con tus hermanos? Salúdame a tu padre de mi parte—comenta con una voz suave.
Le miró. —Sí, mensajee con Oliver y está bien. Y Kevin está excelente, le agrada España... aún no del todo—lanzó una mirada apagada. —Pero con el tiempo lo entenderá mejor...—asiento mientras veo de nuevo a la TV.