Aquel lunes había sido del todo inusual para Yumiko pero eso había dejado de importarle, ahora su corazón estaba feliz, era un sentimiento que no podía describir o retener, ella no podía recordar cuando su corazón estuvo tan lleno de alegría, ahora se sentía realmente importante, no como la rareza en que se trasformó cuando le fue conferido aquel collar sino como alguien que era realmente importante para otra persona, como si fuese todo su mundo, así de importante. Pero la realidad pronto la sacaría de su éxtasis, al salir de la heladería Yumiko no podría creer lo que veían sus ojos, más bien no deseaba ver lo que estaba pasando, de repente sus ojos se llenaron de lágrimas tan saladas como el mar y su corazón se sintió tan pesado que deseaba que se detuviera para detener aquel dolor.
Al salir de la heladería Yumiko y Julián se encontraron de frente con más de diez personas tomando medidas y sacando fotos de todo, detrás de ellos la oficial Yuu con cara de pocos amigos los seguía de cerca mientras todos los habitantes los evitaban como si se tratara de la peste negra, en ese instante Yumiko comprendió lo que estaba pasando “el día había llegado”. Luego, sin ninguna razón aparente sintió como era arrastrada a la calle por una mano tosca, áspera sin ninguna clase de calidez, pudo sentir como su corazón se llenaba de ira, de la nada apareció Julián retirando aquella mano y enfrentándose a lo desconocido, nuevamente apareció para salvarla.
El recorrido hasta su casa parecía no tener fin, Julián no lograba alejar de su mente el rostro lleno de lágrimas de Yumiko, ni la tristeza infinita que reflejaban sus ojos. En aquel instante solo podía pensar que si todo seguía este camino ella terminaría igual a él, y como estos pensamientos partían su corazón en mil pedazos. Fue este dolor tan inmenso, tan profundo, tan lleno de recuerdos que lo obligaron a tomar una decisión, a seguir un camino que estaba seguro lo conduciría a la muerte. Pero no permitiría que eso le pasara, no la dejaría morir en vida. Era hora de comenzar todo sin importarle si eso le costaba su futuro, ni mucho menos si con esto llamaba a su propia parca, al fin de cuentas había estado huyendo de ella por mucho tiempo.
Yumiko se limitaba a caminar detrás de Julián sin poder parar de llorar, sabía que eventualmente este día llegaría, pero porque ahora, porque hoy, en su corazón sentía que todo cambiaria y que todo llegaría a su fin, su pueblo, su vida, inclusive él quien en cualquier momento partiría como el viento. Todos estos pensamientos le impedían parar de llorar, ella solo se limitaba a seguir los pasos de Julián hasta que de un momento a otro su compañero se detuvo inesperadamente haciendo que ella chocara con su espalda y que todas sus lágrimas fueran a parar en su camisa.
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Editado: 13.05.2021