Cómo un tornado que destroza todo a su paso, Henry entró a su despacho enfurecido, llevando a Sofía del brazo casi empujándola dentro de este.
En ese momento Sofía tenía mucho temor tanto que su cuerpo templaba y este no respondía así que se quedó parada sin decir nada. Pero su temor crecía más al ver que Henry se encontraba callado sentado en su escritorio hundido entre las pilas de papeles como si alrededor no existiera nada.
¿Qué podría estar pasando por su mente? ¿Estaba enojado? Esa y muchas más preguntas pasaron por la mente de Sofía. Después de unas horas Henry se levantó de su asiento y salió de su despacho en silencio, quizás horita aclarar sus pensamientos, eso pensó Sofía sin saber que no lo volvería a ver en toda una semana.
Raphael llegó ebrio a la mansión de sus abuelos dejando a todos extrañados ya que no era normal que este tomar alcohol. Subieras escaleras gritándole al personal de servicio a lo que su padre no siguió hasta su habitación. Al llegar comienza destruir todo lo que se encontraba a su paso.
-Se puede saber qué es lo que te sucede-era la primera vez que veía su hijo de esa manera
-Esa rata de general me robó a Sofía
- ¿Rata? Hablas de Henry
-Vicente rompió su palabra de hombre, esa maldita cucaracha caso a su hijo con su sobrino.
-No puedo creer qué Vicente casara a su hija con una bestia despiadado cómo Henry-el padre de Raphael caminó hasta la ventana observando la calle- A no ser que sepan que trabajamos con el viejo Meyer o qué pago por ella.
-No me importa la razón, no voy a permitir que la saque del país.
-¿Qué piensas robarla?- Chandler mira su hijo que se encontraba perdido entre la ira y la tristeza.
- El no merece a Sofi probarla o matarla cualquier cosa para que no se la lleve- Sonrió destruyendo lo que quedaba del joven dulce y con esa sonrisa con maldad- Mañana le enviará la carta a Meyer, aceptó comandar el ejercicio del reino enemigo- Chandler asintió a las palabras de su hijo pensando que al día siguiente y con las ideas claras se retractaría de sus palabras o eso pensó.
Una semana después
Existían dos tipos de lugares donde un hombre podía tomar alcohol, apostar y hasta fumar lo que desearan. Aquellos dónde solo los ricos podían ingresar y lo que eran llamados bar de mala muerte, el lugar que Henry adoraba ir ya que nadie podría reconocerlo.
Nunca se había sentido de esa manera deseando que el alcohol ordenará sus pensamientos furia, celos y ¿Amor? No importaba cuál era el sentimiento solo quería agarra el cuello de Raphael entre sus manos y sacarle la vida despacio por mirar y tocar a su esposa.
“Maldita salvaje” pensó para si mismo, como un ser humano tan insignificante lo hacía sentir de esa forma
-Mi señor es hora de volver y descansar- Harry era el hombre de confianza de Henry y su mejor soldado- Fue llamado por su majestad, dejo todo su trabajo tirado y a su esposa preocupada.
Henry comenzó a reírse de manera bruta y exagerada al escuchar de Sofía estaba preocupada, ella seguro que sería la más feliz en no verlo y por una extraña razón eso lo enojaba hasta el punto de causarle tristeza.
-Busca una mejor excusa para hacerme volver ya que ni Sofía ni muchos menos el Rey me sacarán de este bar.
-Mucho menos saber que en estos momentos un doctor está atendiendo a su esposa- Henry se levantó de golpe- al no saber de usted descuido su alimentación hasta dejo de dormir que hoy fue encontrada desmayada muy pálida en su habitación.
Por una extraña razón vino su cabeza el recuerdo de cuando tenía 15 años y era un aprendiz en el ejército, había sido enviado a dar un mensaje importante del General al rey, aquel recorrido se tomaría una semana y media pero llegó 5 días al reino. Pero por qué ese recuerdo venía el, quizás lo que recorrido hasta la mansión donde se encontraban, se ha vuelto largo hasta eterno qué hacía qué es explotaran sus nervios como un volcán, nunca pensó qué Sofía sufriría su ausencia.
Cuando al fin llegó subió las escaleras hasta llegar a su despacho donde vio salir al doctor y con su mirada amenazante sin decir palabras dio a entender que le diera un reporte bueno sobre la salud de su esposa.
-Márquez - habló el doctor-¡Felicidades su esposa la marquesa está en cinta!