(CAP 6)
Evi
Miro ansiosa el reloj, las semanas han pasado y no tengo respuestas de él, iba en buena compañía, se les pago a los mejores para que lo acompañaran en esta locura que quiso hacer.
Hizo los cálculos para que el día veinticinco de julio pudiera estar llegando a la cima, el día de su cumpleaños número veintiuno, su amigo lo acompañó, pero la preocupación no me abandona. Es mi hijo y aunque no lo diga, es lo que más amo en el mundo. No he sido la madre ejemplar, ni tampoco lo defendí cuando pude y eso siempre me va a pesar el doble. Sin embargo la preocupación me consume cada que respiro.
La ópera que escucha Alphonse en su estudio me pone más de nervios debido al alto volumen que la tiene, está estresado, siempre que lo está pone la música tan alta, lo contrario de Adam que la pone para inspirarse en sus diseños. Trato de pensar en cualquier cosa que sea positiva pero termino en el mismo punto de partida.
Camino de un lado a otro, ya debería haber vuelto.
—Ya toma asiento, el ruido de tus tacones llegan hasta mi despacho.
—Estoy angustiada, pero a ti no te importa nada de lo que le pueda pasar.
Toma asiento frente de mí, mientras sigue haciendo su sudoku.
—Si te angustia es que no confías en él. —nuestras miradas se cruzan, y me atrevo a decir que sus ojos también piden ayuda. —Siéntate y espera, que sea lo que venga no cambiará nada.
Me siento, y veo la taza de té que me dieron hace un rato.
Los remordimientos de haberlo dejado tanto tiempo me pesan ahora. Los remordimientos son como cuando haces una compra en línea y te dicen que el envío es gratis, crees que no lo pagas pero en realidad en el precio ya va incluido, los remordimientos son igual, se pagan de una u otra forma, pero de aquí no nos vamos sin ellos. Y es ahora lo que me pesa, el haberle dejado toda la vida solo, y lo peor, que aprendió a vivir sin nadie sabe relacionarse pero es tan exclusivo en todo.
—Confió en él, —la mirada se me nubla y la sonrisa me toma, —siempre soño con que llegaría a la cima del mundo, en todos los sentidos.
Mi esposo deja a un lado su juego y mira a la puerta.
—Lo va a lograr, tiende a hacer lo que se le da la gana. Si no lo hace, es porque no quiere. —lo miro, y pareciera que pensó en voz alta, porque cuando sabe que lo he escuchado cambia el tono de voz, —y demostraría que no sirve para nada.
La puerta se escucha y los aplausos de la gente de servicio hacen que me ponga de pie casi corriendo, volteo y veo a mi esposo y puedo jurar que una sonrisa le llena la cara, pero la borra de inmediato.
—Se terminaron los lamentos por parte tuya, por eso he sonreído. Por fin podré dejar de escuchar el taconeó intenso.
Llegó a la puerta y lo veo, está diferente, pero es mi Ad.
Inclina la cabeza cuando lo felicitan y yo solo me le voy a abrazarlo. Suelto el aire que hace meses no había soltado.
—por fin se acabó esta locura tuya. — le digo.
—La locura es que estés aquí en la mitad de semana y tan temprano. —me acaricia el hombro. —si que me sorprendiste.
—¿Llegaste a la cima o no?
Ambos volteamos a ver a Alphonse.
Asiente y veo cómo su padre se endereza.
—Todos a trabajar, que no les pagan por estar haciendo nada. —dice y se da la media vuelta.
—Bueno, me alegra que hayas regresado ¿quieres ir a la clínica a que te revisen? Voy para allá.
—No, ya me hicieron estudios allá. Solo quiero ir a dormir en mi cama.
—Felicidades, Ad. —le digo mientras lo veo subir las escaleras.
Asiente y la gran Barrera qué hay entre los dos no nos permite comunicar más.
ADAM.
Cuando toco mi cama, siento tanta paz, por fin. Esto debería catalogarse como un placer supremo.
La calidez de mi habitación, me quitó toda la ropa y respiro hondo, pese a que me cuesta un poco, debido a todo lo que recorrí, las plantas de los pies las doblo y el ligero sentimiento de descanso que generan me hacen suspirar.
Me empiezo a reír cuando recuerdo esa locura total. Porque lo fue, fue una total locura el ir a arriesgarlo todo, el hecho de la incertidumbre de estar en ese frío lugar solo con más pronósticos negativos que positivos, finalmente si es un logro.
Llegó un punto en el que ya me quería bajar, ya no seguir por la incertidumbre de lo que podía pasar. Bruno en ocasiones lo veía con ganas de renunciar con los demás, pero llegamos. Llegamos a la cima, y pese a que no estuvimos tanto tiempo ahí, pudimos tomar rápido una foto y ver un poco de sol. Era la cima en la que menos planeé durar, pero que sí esperaba desafiar. mientras subíamos, pensé en todo, en lo solo que estaba ahi, pero siempre lo he estado por eso yo no sentí tanto ese vacío como Bruno que quería llamar a su abuela y tía, e incluso se ponía a escribir lo que les diría cuando bajara.
El camino fue terapéutico, pero también llegó a ser traumático.
Pensé muchas veces en que pasaría si moría, seguramente mi madre hubiera pagado lo que fuera con tal de que me bajaran. Pero de ahí en más nada cambiaría, la vida iba a seguir. Porque ese es su curso, seguir y todos deberíamos de hacer lo mismo siempre, seguir aunque se vea imposible.
Vuelvo a respirar y la tos me toma.
Llaman a mi puerta e indico que pasen.
—Señor, tómese esto. —me deja una bandeja con un té caliente y unas vitaminas. —Felicidades.
Asiento y se marcha.
La vida no cambia para mí, sigo solo y caminando a una cima en la cual cuando me posicione nadie podrá bajarme.
El celular me vibra.
Bruno: Después de decirle a mi familia cuánto la quiero y haber reflexionado por meses sobre mi vida. Te invito a tomarnos unas cervezas y no volver a acompañarte a hacer locuras.
Me rio con el mensaje de Bruno.
Adam: Acepto.
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Editado: 18.11.2024