Cap 7.
ADAM
Estoy a nada de recibir lo que tanto me a costado y lo que tanto he soñado, faltan meses para obtener mi título universitario, por fin será mío y podré gozarlo como nadie. Uno de mis sueños más lejanos que veía era el obtener aquel papel, ¿simple? Tal vez, solo es un papel. Pero da la casualidad qué hay papeles que lo valen todo, tal como lo es el dinero, tal como lo son esos títulos que nos ponemos sobre la frente y que pese a que solo nos definen en un grupo, cuestan un montón obtenerlos, independientemente de quién seas, si de verdad lo quieres te cuesta igual que a todos El esfuerzo no tiene preferencias, esta sí realmente por lo que trabajas es algo que valga la pena.
Orgullo es lo que siento de mi mismo y agradecido por no haberme rendido nunca a ese sueño, porque los sueños no cuestan nada, lo que cuesta es aferrarnos a ellos y hacerlos realidad.
Estoy sentado en el bar de siempre, en Berlín, el aire gélido resuena y hace vibrar la piel, miro el botellín de la cerveza y me ajusto los guantes, pienso en la vida mientras Hartmann se hace presente. Siempre siendo un impuntual. Veo a algunos turistas y algunos locales, el viento me mueve un poco el cabello y lo deja sobre mis gafas.
La empresa va bien, diría que más que bien, ya hemos comenzado a ser fabricante y distribuidor y nos ha estado yendo estupendo, hemos empezado con cosas un tanto sencillas, pues lo que quiero lograr va más allá de sencillo, sin embargo se que me falta más experiencia, un poquito más.
Miro las fotos que me llegan y observo los áticos que me envían, en unos días dejaré la casa de mis padres y me independizaré por completo, doy el último vistazo al que me gusto e indico al vendedor que será ese definitivamente, me dice que Perfecto y me manda el número dr referencia del banco, solo era ultimar detalles y elegir el que mejor se ajustara a mi.
Mi dinero se ha multiplicado, y eso me da cierta satisfacción, porque bien podía haberlo gastado en cualquier cosa y no hacerlo rendir, pero lo he sabido utilizar, al menos en mis gustos que me hacen feliz.
Me llega un correo de la universidad exigiendo que se depositen pagos de la carrera de medicina, suspiro, mi madre debió olvidarlo. Hago la transferencia y espero que Francis no se haya visto afectado, finalmente mi madre no tiene porque hacer los pagos de él. Pero ella no entiende que no quiero ver a mi hermano por debajo de mí, me sigo viendo como su protector como cuando niños, conozco sus debilidades y sé que no es el mejor hermano, pero merece ser más de lo que él cree que es. Su padrastro no es alguien que pueda aportar demasiado a sus estudios y pese a que su madre es enfermera, no da para la vida que él quiere. Por ello lo ayudó, porque quiero que crezca igual que yo o más si es posible. Hace unos meses le obsequié un auto, ya que se movía en transporte público o traía uno de los autos de papá, pero siempre cuidando de no dañarlo, merecía algo suyo y se lo di.
—Uff, aquí estás, siempre puntual. Me he quedado atorado en un pequeño contratiempo.
—No sabía que quedarse metido en la cama de alguien fuera un contratiempo. —me rio.
—oh, disculpe usted, no todos somos tan insensibles a la hora del sexo. Algunos si apreciamos por completo ese momento y no solo nos saciamos.
Nos reímos.
—Es qué hay cosas en las que no se debe poner el corazón, querido amigo, sino, —bajo la vista a mis pantalones. —el corazón se mete al último.
—Eres como un dolor en las pelotas, Adam.
—¿Y? ¿Qué tal? Es la indicada.
—No, mierda, no. —se muerde el labio inferior y mira a la nada. —No tuvimos ese click sabes, no me provoca nada romántico, pero conocí a una amiga tal vez.
—Ni modo, a seguir buscando a la ideal. —le palmeó la espalda.
—¿y si no llega nunca? A cuantas voy a recurrir para encontrarla. —la desilusión le llena la cara.
—Oh tenlo por seguro que aquí el único que no tendrá ese final feliz seré yo. Ánimo, que cuando la tengas frente de ti espero que no seas tan idiota y la dejes ir.
Sonríe, Bruno tiene un alma pura pese a lo cabron que a veces puede ser. No daña intencionalmente, al menos no como yo.
—Claro que llegará y te veré siendo el hombre más afortunado.
—No es algo que me niegue a aceptar pero tampoco es algo que espere.
—Tal vez no estamos en la posición geográfica adecuada. —se rasca la cabeza.
—Sabemos de buena fuente que me encantan las latinas, tal vez esté por esos lugares la que es para mí. —bebo de mi cerveza, —Oh puede que sea cierta londinense de labios rojos.
—Me voy más con la idea de las latinas. pero por respeto a esa londinense no dire nada. —hace amago de cerrar la boca.
—Gladys, me gusta.
—Ya lo admitiste, ya valió.
lo miro fijamente y pienso en ella, tengo todo para poderle ofrecer, mucho más de lo que cualquiera pudiera ofrecerle. tal vez mi personalidad y conducta no sean las mejores, pero siento que si arriesgaría algunas cosas por ella.
Nos traen más cerveza y seguimos hablando sobre otros asuntos.
—Se me pasaba decirte, el médico fue a verme el otro día a mi casa, me invitó a beber unas cervezas y a jugar cartas, —lo miro atentamente, —acepte, por educación y creo que creyó que éramos amigos porque me ha estado enviando más invitaciones a los sitios que él frecuenta.
—¿Y? —No me sorprende que Francis quiera juntarse con las personas con las que convivo.
—Obvio le dije que no, no me agrada demasiado, es muy ostentoso.
—bien. No pasa nada si algún día quieres ir a beber unas cervezas con él.
—¿No te pondrías celoso?— hace amago de tomarme la mejilla.
—Oh, no. Solo te despido y te dejo de hablar. —le guiñó el ojo y eso hace que el dependiente del lugar nos mire de forma extraña.
Y finalmente soltamos la carcajada.
—No me agrada en lo absoluto, se que es tu hermano y que puede ser mas agradable que tú, pero a mi me caes mejor tú.
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Editado: 18.11.2024