Cap 8
Adam.
Estoy en primera fila esperando a que Bruno termine de dar su discurso que le fue asignado, todos reímos con las cosas que dice, sin embargo el final lo vuelve emotivo, es Hartmann todo lo ve con buenos ojos.
—Agradezco a mis padres por haberme dejado en compañía de la abuela y a ella le agradezco por cuidar de algo que no le correspondía, este logro es para ustedes. —levanta el diploma que le entregaron y el anillo que le dieron por ser tan Bueno en sus clases. —Hasta el cielo para ellos y a unos metros para la mujer que más me ha tolerado, la quiero abuela.
Algunos se limpian las lágrimas y otros le aplauden con entusiasmo mientras baja del lugar.
viene a mí y nos estrechamos en un gran abrazo.
—¡Lo logré! —me palmea la espalda.
—¡Lo lograste!
nos reímos y nos sentamos mientras la gente nos mira mal.
—Ahora, subirá un joven que seguramente lo hemos visto muy seguido en portadas de revistas o artículos, sin embargo esos no han visto el esfuerzo de este para lograr sus objetivos. Un aplauso para Adam Hoffmann.
Me pongo de pie, sorprendido por tal situación ya que no lo tenía previsto.
Subo, saludo a todos y me entregan un reconocimiento en un cuadro dorado, al igual que un anillo con la leyenda “Ing. Biomedico Adam H.”. La cajita color azul metálico aterciopelada me hace guardarla en mis bolsillos de los pantalones en lo que subo a saludar a cada profesor y rector, me hacen entrega de mis papeles y con la seguridad que suelo tener me acerco al micrófono y el silencio inunda la sala. Me quedo en silencio por un minuto y cuando veo que la gente se desespera hablo.
—Las palabras no suelen ser mi fuerte, —me acomodo las gafas y observo cómo mi reloj brilla en mi muñeca, —ni planeo que mi discurso sea tan extenso o sentimental como los pasados, Solo aliento a que sigamos cumpliendo nuestras metas, que luchemos por todo aquello que de verdad queremos, intenten, una dos o tres veces, pero háganlo. Seamos los mejores en lo que nos gusta y si algún día nos vemos en el piso, acomódense y disfruten de las estrellas, cualquier lugar donde estemos nos va a enseñar algo nuevo. Los sueños nunca dejan de ser sueños solo que un día los traes a la realidad y los demás son testigos de ello. —aprieto lo que me entregaron, y si no fuera porque la gente me observa, juro que besaría lo que tengo en mis manos, —Por fin podemos usar esos títulos que deseamos alguna vez, a partir de hoy como lo dice el anillo que me han dado tomo el nombre de Ingeniero Biomedico Adam Hoffmann.
Vuelven a aplaudir y me coloco el anillo.
Suspiro cuando bajo del atril y siento como mis hombros bajan con tranquilidad.
Bruno corre a mí y me abraza de nuevo.
—Se logró. ¡Lo logramos! —me besa la mejilla.
—Después de todo no eres tan holgazán. —le palmeó la cara.
—Ahora serás un tocapelotas versión dos punto cero.
—No has visto nada.
—Serás el ingeniero Biomedico Toca pelotas.
—Oh y tú ¿Ingeniero holgazán?
—Soy tu holgazán favorito Y tú mi toca pelotas favorito.
Se aleja cuando mi madre se acerca con Gladys.
Ambas me miran y ninguna sabe cómo acercarse.
—Vaya, después de todo Bruno servirá para algo más que ser el bufón de Adam Hoffmann. —se burla Gladys antes de abrazarlo.
—Siempre dire que tú delicadeza me encanta Portman.
Mi madre los mira y niega.
—Felicidades, Ad. Un logro más. —me abraza con cierta timidez y por primera vez en muchos años la abrazo con fuerza, porque reconozco que todo se lo debo a ella y si tenia algo que decirle con lo que ella dice hace que me guarde las palabras. —te quiero, ahora debo irme tengo programado dos cesáreas para lo que resta del día.
Asiento.
Gladys me toma la mano y observa el anillo que ahora porto.
—Biomedico, suena sexy ¿No crees?
Asiento.
Después de la ceremonia de graduación, Bruno me hace ir a la empresa. Cuando llegamos todo está en silencio y quieto pues ya fue hora de salida hace un par de horas. Sigue insistiendo que se le olvidó algo importante y quiere recogerlo antes de ir a vacacionar con su abuela y tía.
—Lo recojo por la mañana y te lo guardo. —le digo.
—No, lo requiero para hoy.
—Bruno, arruinando mi cena con Adam como siempre. —le dice de malos modos Gladys. —ya estoy harta de eso, ¿sabes lo que me costo reservar?
—Oh, disculpa, pero Adam resolverá si es que tienes problemas.
Tuerce los ojos y miro mal a mi amigo.
Se dirige al área de los laboratorios que aún no instalamos y arrugó la frente, dudo que esté ahí lo que sea que se le haya olvidado. Pero al abrir la puerta, las serpentinas el confeti y los globos salen por los aires al igual que el grito de “Felicidades”.
Un pequeño salto en mi pecho siento cuando veo a mis pocos empleados con gorros de fiesta y con un pastel con el nombre mío y el de Hartmann.
—si quieres ir a cenar con tu amiga, no hay problema, pero aquí se esforzaron más no seas un cabron y los dejes con esto tirado. —me dice en voz baja Bruno.
Volteo y veo a Gladys que mira con cierto enojo todo, porque en el fondo sabe que es lo que voy a elegir. Niega y trata de hacer un berrinche, pero no puedo dejar a la gente que me vio crecer tanto personal como profesional y me hicieron sentir bienvenido. Lo cual decido hacer lo que pocas veces he hecho con ella y es ignorarla.
Disfruto la tarde con aquellos y bebo cerveza hasta que se anochece. Gladys decidió irse antes de que sirvieran el pastel, respeto su personalidad y por ello le dije que mañana la compensaría con lo que deseara, es mi amiga y me gusta cumplirle algunos caprichos. Así que mañana daré una fiesta en mi casa para que ella lleve a sus invitados que deseé.
—No te molesta, —me dice Bruno Que está junto de mí sentado en el piso ya no hay nadie más que nosotros.
#5615 en Otros
#1520 en Novela contemporánea
humor celos amor, empresario mujeriego, drama amor celos intrigas mentiras
Editado: 18.11.2024