Cap. 12.
Bruno.
Si quieres conocer a alguien que mantenga su vida un noventa y cinco por ciento privada es la de mi amigo Adam. Un escueto mensaje diciendo “Quedas a cargo por un tiempo”. No dice nada, ¿cuánto es un tiempo para el hombre que todo lo controla? Y sobre todo ¿cuál es el motivo? Y así es mi querido amigo Hoffmann…
Algo debió moverle muy dentro de aquella coraza que se carga para que desapareciera de ese modo, pues todo lo soluciona diseñando, trabajando o innovando. Sin embargo, haré lo que todo amigo hace en esta situación, tomar la fiesta del fin de semana claramente y después encargarme por un tiempo de lo que se me pide. Respeto y admiro demasiado a Adam pero también mi diversión está latente, no toda la vida tendré veinticuatro recién cumplidos y todo el mundo para devorarlo. Una vida bien vivida es la satisfacción de un anciano.
En donde me encuentro hay de todo para divertirme, mujeres, alcohol, ayudantes que generan dopamina por determinados lapsos de todas las texturas, colores y sabores, en cambio yo me voy por la confiable amiga color verde que entra en la categoría de alucinógenos y un poco de alcohol, música y buen ambiente. Viva la vida. tengo sexo, como, bebo, bailo, reflexiono, me rio y repito la secuencia por un buen rato.
El lunes la resaca es monumental, llegó con los lentes puestos y con ningunas ganas de desaparecerlos, me dirijo a la cafetera y me sirvo una buena taza, es la bendita gloria en mi sistema.
Los rumores llegan de pronto, “El jefe no vino”.
Primera falta del señor y ni cómo responder que volverá mañana, pasado mañana o dentro de un año. Paso de largo pues no me interesa escuchar los chismes que se pueden crear de aquel que es mi amigo.
Paso por la oficina de Gladys y la miro un tanto desaliñada, el pelo lo trae suelto y eso rara vez lo hace, ahora que recuerdo jamás la había visto en ese aspecto. Me voltea a ver y hace que su secretaria cierre la puerta, esa mujer tiene el temperamento y ego muy fuertes.
Entro en la oficina de Adam y me pongo a terminar lo que tenía pendiente, llamadas, correos y una infinidad de ajustes, apenas es el primer día y no sé cómo se le ve tan relajado con este mundo de trabajo que realiza.
A la hora de la salida miro a Gladys con el móvil en la mano y el mismo gesto serio e inmóvil que la acompaña.
—¿Decepcionada de que tu novio se fugó y no te llevo? —digo por lo bajo.
—Si no sabes no digas cosas que no tienen sentido.
—¿Te dijo a dónde fue? Lo estuve llamando hace rato y no me respondió.
—¿Y porque sabría yo?
—Eres su novia, ¿será por eso?
La mirada que atraviesa por sus ojos me hacen borrar la sonrisa.
—Ad y yo tenemos cinco días que lo dejamos. —habla bajo, para que nadie la escuche y por primera vez veo que las mejillas se le sonrojan. Ahora entiendo todo. —Creía que te contaba todo.
—Solo lo que él cree esencial.
—¿O sea que yo no fui esencial?
—Es una pregunta que solo una persona conoce la respuesta y no somos ni tú ni yo.
—Eso es lo qué pasa con Ad, no dice nada, piensa que todos lo entendemos y sé que lo que me espera con él es su gran indiferencia.
—Cierto, no dice mucho, sin embargo, tú mejor que nadie sabe que si hace mucho. Te llevo a viajar a donde más te gustaba cada fin de semana, aún siendo amigos, te dio el empleo de jefa sin siquiera esforzarte, porque sabías muy bien que le gustabas. —la miro y su estado me dice que quien fallo no fue él, —Solo hay una cosa de la cual puedas tener tanta indiferencia de su parte y ese estado que traes.
Los ojos se le llenan de lagrimas y sus rasgos caprichosos hacen que mueva la cabeza afirmativamente.
—Soy un asco de persona, fue a arreglarlo, se que iba a arreglarlo y que hice yo; revolcarme con la persona que más quería.
Solo una persona me llega a la mente «Francis» la persona en la que más se esforzaba porque el mundo le viera bien. Por quién dio tanto para que no le faltara nada.
—Ya entiendo… —trago saliva, Adam puede ser huraño y todo lo que quieras, pero tan malo no es para que le hagan eso, —Ya entiendo…
—Lo peor es que me equivoque y jamás voy a poder remediarlo con él. Porque lo amo hasta la médula.
Su aspecto lo dice todo, si tal vez lo quiere como ella dice, pero también le fallo como nadie más le podrá volver a fallar.
Gladys.
Hay errores que cometemos y sabemos cuáles podrían ser las consecuencias de aquellos actos errados. Y también hay otros en los cuales ni siquiera sopesamos la magnitud de lo que podría cambiarnos en la vida, a Francis lo conocí primero que a Ad, lo conocí en el museo de Londres, un estudiante de medicina que era encantador, buena conversación, bien vestido, gracioso y amigable. Venía de buena familia, eso era lo que decía siempre y sus gastos lo reflejaban, me llamo la atención y nos hicimos amigos, a mamá jamás le agrado, deduzco que ella si sabía bien su historia pero nunca me dijo nada con certeza, tuve una aventura con él, aparentemente insignificante para ambos y deje de verlo por un tiempo ya que mi madre se rehusaba a que siguiera en comunicación con él, el tiempo pasó y se me olvidó aquel joven estudiante.
Años después conocí a Adam de forma no esperada y en cuanto lo vi no me importó nada, mi único objetivo en aquella cena de beneficencia era acercarme a él y hablar de cualquier cosa que pudiéramos hablar.
Antes de ir mi madre me dijo que conocería al posible amor de mi vida me sonrió con orgullo y sus palabras ahora me hacen eco “Un hombre que te valore en todo aspecto es lo que mereces y si al que me refiero le gustas no te faltará nada en ningún aspecto”. No sopese que la que fallaría sería yo, pues Ad era lo que uno espera de la vida, un hombre que no dice mucho pero que hace lo imposible. Tardamos unos años en formalizar, pues él no quería relaciones, aceptamos los términos ambos y funcionamos bien, siempre soñaba con terminar siendo la mujer de Adam Hoffmann, y hace dos semanas por fin me dio la oportunidad, me dijo que estaba esperando estar a mi nivel para poder formalizar conmigo las mariposas hicieron una fiesta en mi interior, todo iba bien, ya solo era momento de concluirlo, pero, esa mañana en aquel desayuno todo cambio cuando llegamos al restaurant y en la mesa estaba aquel ahora Interno de medicina, ya no era un simple estudiante y no solo eso ahora conocía sus orígenes, aparentemente nada cambio y traté de ignorarlo, días después se presentó en mi oficina y como una tonta caí, me condené yo sola.
Ad, no tiene un pelo de tonto y comenzó con las sospechas, acertó pero tenía una duda pequeña que yo termine de alimentar aquel día que nos encontró, ya habíamos terminado, pero le fui infiel con la persona que él quería…
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Editado: 18.11.2024