Cap. 22
ADAM
La música en mis auriculares retumba mientras aterrizo en el país de Canadá, No creí que mis pies fueran a pisar esta tierra, pese a que tengo una empresa aquí, no me veía viniendo. Pero el viaje salió de imprevisto.
Bajo con la bufanda negra suelta, la camisa de cuello negra y unos pantalones de vestir color gris. La azafata me sonríe con coquetería, gracias a ella disfrute el viaje y se hizo menos largo. Me quito los lentes de aviador que traigo y los limpio ya que el agua nieve los salpica.
Veo el auto que me espera y el chofer abre la puerta, me subo y le pido que me deje poner la música, y obviamente Rammstein hace de las suyas al apropiarse del vehículo con Zeig dich.
Callando al hombre que insinuaba preguntarme algo.
La mujer que recibí días pasados en mi casa me pone la ubicación del lugar al que debo ir y trato de ignorar cualquiera de mis pensamientos, mientras la música me relaja. Dunkel lo tuve que dejar en Alemania ya que forma parte del ejército aleman para que lo entrenen, debido a los contactos que tengo debido a unas cuestiones de inteligencia artificial y una serie de piezas robóticas que les he brindado tengo mis contactos con la fuerza superior alemana, brindándome los mejores entrenadores caninos ya que no soy fanático de traer seguridad a mis espaldas dijeron que harían de mi amigo un buen soldado.
El lugar esta retirado por lo que veo, por la ventanilla observo la carretera y la infinidad de árboles me hacen sentirme bien. Siempre he sido un fanático de la naturaleza.
—llegamos señor. —me indica el chofer.
—Espérame no tardaré.
Me abre la puerta y salgo mientras me acomodo la chaqueta de piel alemana que me da. La música vuelve a mis oídos “Dicke titten” muevo la cabeza a los lados y muevo mis dedos enguantados al compás de la música.
Pese a que soy dueño de muchos sitios como este, no son de mi agrado debido a la infinidad de gérmenes, bacterias y el estrés que es palpablemente deprimente de estos sitios. Sí, salvan vidas y lo que quieras pero no me ayuda con mis obsesiones.
Avanzo las puertas de cristal se abren y algunas enfermeras se quedan viéndome, otras me saludan, soy más alto que los hombres que caminan y de los cuales atraigo la mirada.
—Buenas tardes, ¿Lo podemos ayudar en algo?
por un momento se me olvida el inglés. O tal vez no y por ello paso de largo hasta que veo a la mujer que me espera y me mira apenada.
—¿Señor?
—No hablo inglés, —le digo a la mujer que insiste.
—Viene conmigo—dice la mujer que muy probablemente no sabe mucho del idioma.
—Alemanes, —reniega la mujer de uniforme blanco.
Sigo por un pasillo a quien acompaño.
—Gracias por venir, tu padre por más que le insistí dijo que no vendría a este lugar. Odia salir del país.
Asiento, mi padre se cree especial por ser de donde es y por ser quien es.
—Sé que no tienes la mejor comunicación o amistad con él y por ello no se ni cómo mirarte, sé que no ha hecho bien las cosas pero no sabía a quién más recurrir. Tu padre dijo que no a todo.
—Entiendo, por mi parte sabes que siempre he tratado de apoyarlo. Es tu hijo quien no se presta.
—Claro, tu padre le ha metido mierda y al final lo ha dejado solo.
No digo lo que pienso porque al final del día ella es su madre y seguramente no querrá escuchar que le diga que su hijo es un total estupido a la hora de actuar.
—¿Cuánto debe? — no me ando por los bordes, sé que no estoy aquí por ser el hermano, ni porque él me quisiera ver cuando despierte.
La mujer se mira los pies, y yo sigo la mirada la vestimenta no es mala, pero tampoco es la mejor. Sé que no son una familia tan acaudalada, ella solo era una enfermera que jugaba de secretaria para mi padre, quien tampoco era nadie en ese entonces, esta mujer cayó en sus palabras y se embarazó de ahí viene Francis. Los años se le notan más que a Alphonse, ya que ha trabajado por su hijo duramente y el cabron no supo aprovecharlo.
La mujer vuelve la mirada a mi de vuelta y enseguida la agacha cuando sus ojos se empapan.
—Señora Archivald, no quería sonar de ese modo, —le tomo las manos, —sé porque solicito mi presencia y cuente con el dinero que se necesite.
Las lagrimas la llenan y se deja venir a mis brazos. No se como actuar. La preocupación es palpable su hijo se las dio de muy buen apostador y resulta que perdió todo, el auto, y su poco dinero. Como seguía debiendo decidió que huir en la moto que tenía era buena idea y terminó derrapando, la caída de la moto dejó una pierna rota y unos cuantos rasguños, pero los hombres a los que debía le propinaron una golpiza extra. Y ni siquiera sé porque no está en Vancouver.
La mujer llora y logró sentarla.
Me tiende la hoja con la cifra y número del que le deben.
Suspiro, no es alta la suma pero tampoco es baja.
—es el dueño del local al que va a jugar, y esa es la hoja del dinero que dio para pagar sino lo hace lo enviará a la cárcel.
Asiento.
Tomo lugar junto de ella y espero a que venga el doctor a dar informe.
Respondo unos cuantos mensajes mientras tanto.
La mujer me mira de vez en cuando.
—Eres muy parecido a él, la misma postura, la misma mirada, la voz, la altura de hecho eres todo él…
Niego, sé a quién se refiere.
—Bueno, a excepción de que eres más humano que él. siempre quiso que su primogénito se llamara Adam y lo hizo...
Solo la escucho, si supiera que no me puede ver ni en holograma.
—Sé que no tienes buena relación con él, por ello agradezco tanto el que estés aquí por Francis…
—No puedo dejar que esto manche mi nombre.
es lo único que digo. Me pongo de pie y salgo a tomar aire.
Hago unas llamadas extras y cuando vuelvo la mujer está en la habitación con él.
—¿Qué hace este aquí?— le reclama a su madre.
—este, como le llamas pago mi vuelo en primera clase, me pago el hospedaje y vino a pagar tus consecuencias. No seas malagradecido con la mano que te dio de comer. —le suelta la madre molesta.
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Editado: 18.11.2024