Solo tú

14. JinKook

Entramos en el edificio de la editorial que la discográfica y la cadena del programa han contratado para llevar a cabo la publicación de nuestros cuentos y seguimos a nuestro mánager hasta la sexta planta. Nos encontramos con una mujer que nos da la bienvenida con mucha energía y nos guia hasta la sala de reuniones donde parece que nuestra editora nos está esperando. 

Soy el último en entrar a la sala y mis ojos se abren de par en par al reconocer a la chica antes de que la mujer nos la presente. Maldigo en mi mente y la preocupación que he estado arrastrando todos esos días por la sorpresa del concierto me hace ponerme más nervioso. 

Observo la reacción de ella al reconocerme y veo la decepción reflejada en sus hermosos ojos verdes. 

Ambos nos comportamos como dos profesionales y evitamos descubrir que nos conocemos. Me siento a su lado cuando nos invita a hacerlo para hablarnos de sus ideas y recurro a todo mi autocontrol para no tocarla. 

Mi respiración empieza a agitarse al ver que la chica me ignora demasiado bien y aprovecho el momento en el que ella decide ir a su despacho a por algo que se le ha olvidado. 

—Disculpe, ¿dónde están los servicios? —le pregunto a la jefa de la muchacha.

Me da unas señas que no escucho por la premura de salir de aquella estancia y busco a la chica con la mirada. La encuentro dentro de una habitación acristalada y me dirijo hacia allí con tranquilidad, disimulando para que nadie sospeche. 

Entro en su despacho, cierro la puerta detrás de mí y me quedo delante de la tabla de madera para evitar las miradas curiosas de la oficina. 

—Elenor —la llamo haciendo que se sobresalte y clave una mirada asesina en mí. 

—Así que, trabajas en la industria musical, ¿verdad? Haciendo un poco de todo. Se te olvidó mencionar que eres famoso —me reprocha con sus manos agarrando la mesa con fuerza. 

—Lo siento, no quise…

—¿Mentirme? Te lo he contado todo sobre mí, incluso, mi relación con mi jefe. ¿Por qué todos los hombres acabáis mintiéndome? ¿Tan fácil soy de engañar? 

Sus ojos se están llenando de lágrimas y eso hace que se me revuelva el estómago. Muevo mi pie hacia delante para ir a su encuentro y abrazarla, sin embargo, me reprimo al acordarme de que no estamos en el mejor sitio y solo puedo intentar que me escuche y entienda mi posición. 

—No te he mentido, solo he omitido una parte de mi trabajo. Entiendo mi situación. No puedo exponerme y, mucho menos, a ti. Los periodistas no te dejarían en paz si llegan a saber de nuestra relación —le explico con la voz más suave que puedo articular en ese instante. 

—¿Nuestra relación? Solo somos amigos. ¿Qué van a poder sacar de ahí? 

—No te puedes hacer una idea de los rumores que podrían llegar a ser publicados.

—Aún así, no me diste ni la opción de decidir por mí misma lo que quiero o no quiero. Está claro que mi destino no es estar con un hombre. No puedo confiar en ellos —cruza sus brazos a la altura de su pecho y desvía la mirada hacia la ventana para evitar que vea las lágrimas silenciosas que resbalan por sus mejillas. Se las quita con rabia, coge los papeles que necesita y dice—: Deberíamos volver a la reunión. Estamos tardando mucho y pueden sospechar sobre nuestra relación. 

Las dos últimas palabras salen de su boca como dos puñales que se clavan en mi corazón con fuerza. Se acerca a mí y se queda de pie, esperando a que me aparte para poder salir de la estancia. 

Veo por el rabillo del ojo la cuerda para bajar el festón que tapará el ventanal que tengo a mi lado, bajo la tela hasta el suelo y clavo mi mirada en la chica mientras bajo nuestras mascarillas. 

—¿Se puede saber qué haces? —me pregunta confundida. 

La agarro de la cintura, la pego a mí y planto mis labios en los de ella. Noto su sorpresa, pero después de varios intentos de recorrer sus labios con mi lengua para que me deje acceso a su boca, ella claudica y la pego aún más a mí, abrazándola con fuerza y dejando mi deseo y pasión en mi beso.

Escucho que los papeles que ella tiene en las manos caen al suelo y siento cómo sus brazos rodean mi cuello, sin intención de soltarme. 

Apoyo mi frente en la de ella y susurro con la voz ronca por el deseo:

—Siento haberte mentido. 

—No vuelvas a hacerlo —me pide con la respiración agitada y el corazón latiendo a toda velocidad. 

—Te lo prometo. ¿Irás al concierto? 

Ella me mira a la cara recordando ese detalle y bufa con frustración. 

—El concierto es vuestro, ¿verdad? —me inquiere al darse cuenta de mis planes. Asiento con ojos inocentes y ella lo piensa durante unos segundos—: Iré. 

Le dejo otro beso con una gran sonrisa en los labios y le susurro un gracias entre beso y beso. 

—Regresemos, se preguntarán por qué tardamos tanto. 

La ayudo a recoger los papeles que ha dejado caer, nos recomponemos subiendo las mascarillas hasta nuestras narices y le abro la puerta para dejarla pasar. Me cercioro de que nadie nos está mirando y la sigo hasta la sala de reuniones.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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