Conduzco llegando a la dirección de la sala donde se hará la firma de libros de la escritora preferida de mis hermanas pequeñas, estaciono el coche y cojo sus manos para que no se alejen de mí en ningún momento.
Hay mucha gente haciendo cola en la entrada, dispuesta a esperar todo el tiempo que sea necesario para poder ver a la mujer que hace volar su imaginación con sus textos.
Me pongo en el último puesto, aunque no por mucho tiempo, y mis hermanas saltan de alegría cuando las personas empiezan a moverse hacia el interior de la sala.
No avanzamos muy rápido, pero eso me da tiempo a revisar los mensajes de mis compañeros. Hay uno, en particular, que me ha dejado asombrado y preocupado. Busco el contacto de JK con rapidez y le mando un mensaje para ver cómo está su novia.
<<Gracias por preguntar, hyung. Se está recuperando. No he querido decírtelo antes porque estabas resolviendo tus problemas con tu familia. ¿Cómo están?>>, leo cuando mi amigo responde.
Levanto mi móvil para hacer una foto de toda la gente sentada delante de un pequeño escenario y la envío al grupo. <<Menudo planazo. ¿Alguien sabe cuánto tiempo dura esto de las firmas de libros?>>, pregunto aburrido, sentado entre mis dos hermanas.
<<Elenor dice que entre una o dos horas, aunque puede alargarse un poco más. Ten paciencia>>, contesta JK.
Bloqueo el teléfono y alzo la mirada hacia un hombre que ha subido al pequeño escenario para informar y presentar a la escritora número uno en ventas en todo el mundo.
—Recibamos a Jun Su Hye, por favor —dice el hombre aplaudiendo con energía.
Una chica rubia, para nada coreana, sube a la tarima y saluda con la mano a todos los presentes.
Mis ojos se abren por la sorpresa, miro a mis hermanas y cojo uno de los libros para echarle un vistazo a la foto de la escritora. Definitivamente, no es asiática, ¿o sí?
Leo la diminuta biografía y me asombro aún más cuando la joven tiene nacionalidad coreana por nacimiento, aunque sus padres son extranjeros. Su verdadero nombre viene al final del texto y, no sé por qué, se me queda grabado en la mente. “Irene Anderson”, recuerdo al dejar de nuevo el libro en las manos de mi hermana.
—Muchas gracias por asistir a la firma de libros. Me siento muy afortunada de teneros aquí y orgullosa de que mis historias lleguen a tantos corazones —agradece la chica con una voz dulce y melódica que hace que un escalofrío recorra mi cuerpo de la cabeza a los pies.
—¡Eres la mejor! —gritan mis hermanas al levantarse de la silla para aplaudirle con fuerza.
Siento la mirada celeste de la escritora en mí cuando las agarro de los abrigos y tiro de ellas para sentarlas e intentar calmarlas. Alzo mi mirada con un poco de vergüenza y se encuentra con la de ella.
—Gracias, vosotras también sois las mejores —les dice a las niñas con unas arruguitas formadas al lado de sus ojos, señal de que está sonriendo debajo de la mascarilla.
—Bueno, vamos a hacer unas rondas de preguntas y, después, empezaremos con las firmas. ¿Te parece bien, SuHye? —le inquiere el presentador en inglés con su mano apoyada en el hombro femenino.
Mientras ella traduce lo que el hombre ha dicho, mi ceño se frunce y mis ojos se entrecierran al ver ese gesto tan osado por su parte haciendo que algo dentro de mí gruña disgustado.
Ambos se sientan y los presentes alzan sus manos para poder preguntar a la chica.
***
Estoy esperando en una nueva fila para llegar hasta la escritora y que firme los libros de mis hermanas cuando veo al presentador al lado de ella, con una sonrisa debajo de la mascarilla y dispuesto a tocar de nuevo algún lugar del cuerpo femenino, sin embargo, ella se aleja con disimulo de él y continúa con su trabajo.
Llegamos al frente de la muchacha y saluda a las niñas con una voz más dulce y melódica que cuando ha estado hablando durante las preguntas.
—Muchas gracias por venir. Agradezco que haya podido traer a sus hijas —me dice clavando su mirada celeste en mí.
—Él no es nuestro padre —habla una de mis hermanas riendo por la confusión.
—Es nuestro oppa —añade la más pequeña imitando a la primera.
—Cuanto lo siento. Siento haberle confundido con su padre, aunque ya me extrañaba que fuera tan joven —se disculpó la escritora entregando el primer libro firmado a mis hermanas y haciendo una reverencia con la cabeza.
—No se preocupe. Cualquiera puede equivocarse —comento sin poder apartar mis ojos de ella.
—¿Os ha gustado el último libro de SuJin? —Su atención vuelve a las niñas y puedo sentir mi decepción al no tener su mirada en mí.
—Nos ha encantado. ¿Habrá más aventuras de él?
—No se me permite contarlo, pero… —apoya los codos en la mesa para acercarse a los rostros de mis hermanas y susurra—: estoy segura de que una nueva aventura se está cocinando en el horno.
Les guiña un ojo con complicidad y mis hermanas no pueden estar más emocionadas por lo que acaban de oír.