Solo tú

31. TaeJoon

La última prueba está por terminar y veo a SuHye sentada al lado de Elenor. Ambas están cobijadas en las mantas y estoy deseando terminar para abrazarla y darle de mi calor.

Las cámaras se apagan por fin y JK y yo corremos hacia ellas. Nos sentamos a su lado y las abrazamos para calentarlas.

—Tenemos una gran noticia —comienza a decir mi compañero refregando sus manos por los brazos de su novia.

—Nos han dejado quedarnos una hora más y disponer de las atracciones del parque, por lo que, señoritas, tienen una cita con sus novios en este instante —concluyo con una sonrisa en los labios.

Los ojos de ambas se abren asombrados y las guiamos hacia el barco pirata. 

—No, ahí otra vez no. ¿Queréis verme sufrir? —Se queja JoMin detrás de nosotros con los demás miembros del grupo. 

—Pues no te montes. Nadie te obliga —le digo abrazando a mi chica por la espalda. 

Siento que está tensa y no estoy seguro del por qué. Acerco mi boca a su oído y le susurro:

—¿Tienes miedo de montarte? 

—Un poco, pero tú estarás conmigo, ¿verdad? 

—Por supuesto. No voy a soltarte. 

Asiente, me dedica una sonrisa y apoya sus manos en mis brazos, buscando mis manos para entrelazarlas en el abrazo.

Subimos al barco seguidos de los demás, menos JoMin, YoonKi y HoYung. Nos dividimos para sentarnos en ambos extremos y la atracción comienza a moverse de un lado a otro.

Levantamos nuestras manos entrelazadas por encima de nuestras cabezas y gritamos emocionados por las cosquillas en el estómago ante la falta de gravedad cuando baja y sube en el otro lado.

Caminamos hacia el tobogán donde hemos llevado a cabo la segunda prueba del episodio y quedamos en posar para la foto.

Las dos parejas nos sentamos en el mismo vagón y nos abrazamos para salir en la foto con cara de enamorados.

La tercera atracción es la montaña rusa llamada la Revolución Francesa. En esta puedo sentir aún más los nervios de ella y, una vez sujetos con seguridad, nos damos la mano para que pueda calmarse.

Todos gritamos, algunos emocionados, otros aterrados. JK y yo no podemos dejar de reír y continuamos cuando la atracción llega a su fin. 

Los gritos de las chicas han sido muy graciosos y ninguno de los dos hemos podido resistir la carcajada. 

—Sois demonios con cara de ángeles —se queja Elenor sujeta al brazo de mi amigo, mareada por el traqueteo del vagón. 

—Reconoce que ha sido muy gracioso, amor —responde JK llorando de la risa.

***

Ya es muy tarde y hace mucho frío cuando SuHye comenta que ha dejado su coche en el aparcamiento de la editorial. Me ofrezco a acompañarla, pero decide que mañana se llegará antes de ir a casa de sus padres para regar las plantas.

JK y yo nos montamos en el coche de Elenor cuando todos se han marchado haciendo que los fotógrafos los sigan, y la chica pone rumbo hacia el apartamento de la escritora.

Noona, gira en la esquina, a la derecha, para dejarla en la puerta —le digo a la editora desde el asiento trasero.

—De acuerdo. ¿Qué número es?

—El seis —respondo señalando con el dedo el edificio.

Le doy un beso en los labios antes de que salga del vehículo y esperamos a que entre para poner dirección hacia la casa.

Noona, ¿has hablado con ella de ese tipo? —Pregunto con curiosidad. Me he tenido que callar durante toda la noche y ya no aguanto más.

—Esta mañana hemos tenido una reunión con él y casi le pego —contesta la editora captando la atención de mi amigo.

—¿Qué ha pasado? 

—Sus ideas no tienen nada ver con las novelas ni con los lectores de SuHye. Me ha mandado a callar cuando le he hecho saber que no tiene ni idea de la cultura asiática y le he dicho un par de cosas que me han salido del alma —explica la joven sin apartar la mirada de la carretera.

—Ese tío me está tocando la moral con su falta de respeto hacia ti. Espero que no esté en la próxima reunión porque no podrá salir vivo de allí si me lo encuentro —gruñe JK enfadado, con mucha razón, con ese tipo. 

—Cálmate, cielo. No puedes exponer nuestra relación delante de nadie y, mucho menos, de mi jefa —habla Elenor cogiendo la mano de mi compañero para tranquilizar su enojo.

—Y encima no puedo dejarle claro que no estás sola. A veces no me hace tanta gracia la fama.

—Es la profesión que escogiste, cielo. Y no me importa no poder gritar a los cuatro vientos nuestra relación. Algún día podremos dejar que todos lo sepan, pero hasta entonces, nos toca escondernos.

—Ya lo sé. Tal vez si no hubiera escogido esta profesión no te hubiera conocido.

Ella asiente entrelazando los dedos con los de él y le dedica una leve mirada enamorada.

—¿Podemos regresar al tema de mi novia? —Inquiero para que se dejen de arrumacos delante de mí.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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