Tengo un poco de miedo de ir a la editorial, ya que hoy tendremos que lidiar con el director general de la sucursal de Londres y el editor que mandó para espiar.
Termino de peinarme en el baño y salgo hacia la habitación donde veo a TaeJoon sentado en la cama con cara de avergonzado.
—Lo siento. No debí decirlo, pero fue la gota que colmó el vaso. No iba a dejarte tranquila —me explica agarrando mi cintura para rodearla con sus brazos y acercarme a él.
—Ya lo sé. Perdóname si anoche no estuve muy receptiva. Tengo miedo de que mi carrera acabe por esa imprudencia, sin embargo, tienes razón. No tenía la intención de olvidarse de mí y, mucho menos, de mi rechazo —le digo acariciando su pelo con suavidad cuando apoya su cabeza en mi vientre.
—Si te despiden, te ayudaré a buscar una nueva editorial.
—No es necesario. Tengo ahorrado para poder independizarme si fuese necesario —enmarco su rostro entre mis manos para hacer que alce su mirada hacia mí y le dejo un beso—. No te preocupes. Me las arreglaré.
Me asiente aún avergonzado, me da otro abrazo al levantarse de la cama y me acompaña al salón donde me espera Elenor para ir juntas, como casi todas las mañanas desde que vivo con ellos.
Los chicos nos recuerdan que vayamos al set de grabación de la empresa cuando terminemos, nos dejan un último beso y se marchan para alejar a la posible prensa que pueda haber en la entrada de la urbanización.
Nosotras salimos cinco minutos después, nos dirigimos hacia la editorial y respiramos hondo cuando el ascensor llega a nuestra planta.
La secretaria de MinSuk nos lleva hasta la sala de reuniones y nos sentamos alrededor de la mesa con el director de Londres en una video-llamada.
—Son ellas, jefe —le informa Jeremy con el ceño fruncido clavado en nosotras.
—Me han dicho que están confraternizando con unos clientes. Saben que no está permitido por contrato —nos recuerda el hombre de pelo gris de la pantalla.
—Lo sabemos, señor. No obstante,… —comienza a hablar Elenor hasta que nuestra jefa la interrumpe.
—No obstante, su confraternización con esos chicos fue antes de que ellos nos contrataran para la publicación de sus cuentos. Es más, por ellas nos contrataron.
—Eso es mentira, señor. Si así fuera lo hubieran dicho antes —ataca Jeremy con los ojos en llamas por la rabia.
—¿Cómo sabes si es mentira? Primero, sus vidas son privadas fuera de esta empresa, no tienen obligación de decirnos quiénes son sus novios. Segundo, gracias a ellas, nuestra editorial está teniendo mayores beneficios… —contraataca nuestra jefa con seguridad.
—Tenemos beneficios por la fama de esos… ¿hombres? No estoy seguro del género de ese grupo. Todos tienen caras y cuerpos de niñas —escupe el editor con sus palabras envenenadas.
Veo cómo la editora se muerde la lengua para no decirle un par de cosas delante del jefe superior y le agarro la mano con fuerza para darle apoyo moral.
—Jeremy, eso ha sido un comentario muy xenófobo y sabes que no lo toleramos en esta empresa. Aún estoy confuso de por qué Priscilla te eligió para ir hacia allí —comenta el director resaltando el poco interés que tiene en su empleado.
—Sabe cuál es mi potencial —agrega el aludido con orgullo.
—No, no lo tienes. No sabes coreano, ni conoces la cultura ni cómo trabajan allí. Priscilla solo quería quitarte del medio por el escándalo con la secretaria.
—Señor, debo añadir que aquí también hemos tenido un altercado con él. Por ese altercado se enteró de quiénes son los novios de mis empleadas —apunta MinSuk al ver la gran oportunidad de quitarse al baboso de encima.
—¡Ay, por Dios! ¿Qué ha pasado? —Exclama el director con los dedos masajeando sus sienes.
—Ha intentado abusar de nuestra mejor escritora, SuHye, aquí presente. Su novio y los miembros de su grupo se enteraron y no dudaron en defenderla, tanto a ella como a cualquier chica de la editorial. Si este… hombre no lo hubiese intentado, no tendría ni la más remota idea sobre la vida privada de mis empleadas, ya que, los asuntos personales lo dejan en su casa —expone nuestra jefa con una gran mirada victoriosa.
—¡Dios mío, Jeremy! Has llegado demasiado lejos y ya no puedo más. Estoy muy estresado por tu culpa y ya no me importa que seas mi sobrino. Hablaré con tu madre para explicarle mi decisión y quiero que te subas en el primer vuelo que salga hacia Londres. No quiero excusas —le advierte cuando ve la intención del chico de replicar.
Las tres estamos asombradas por descubrir el parentesco familiar del baboso y comprendemos la verdadera razón por la que está en el país y, más aún, en la editorial.
La comunicación del director se corta después de despedirse con una disculpa y nos quedamos mirando al enchufado de la empresa.
—No deberías perder más tiempo y buscar billete para tu viaje —le aconseja nuestra jefa satisfecha con la decisión de su jefe.
Jeremy tiene todo el rostro rojo por la furia, se levanta de la silla sin mucha delicadeza y sale de la sala como un tornado.
Las tres nos miramos y nos echamos a reír antes de abrazarnos victoriosas.