Solo tú

44. JoMin

Me despierto a las nueve de la mañana, me preparo, cojo las llaves de mi coche y pongo rumbo hacia la casa de mis padres. Es un trayecto largo, pero me vendrá bien distraerme. 

He tenido un sueño muy extraño y no sé si estoy preparado para asimilar el posible significado que tenga cuando se lo cuente a mis compañeros o a sus novias. 

Pongo música para no pensar y continúo mi camino hacia Busan. 

***

Aparco delante de la casa de mis padres y me estiro cuando salgo del coche.

Saco las llaves de mi cartera, abro y saludo a mis padres que me reciben con una sonrisa en los labios. 

Escucho unos pasos provenientes del pasillo y veo a mi hermano pequeño con el rostro serio. 

—¿Qué te ocurre? —Le pregunto asombrado por ese frío saludo con la mano. 

—Está enfadado contigo porque hace tiempo que no vienes a jugar con él —me explica mi padre mientras mi hermano se sienta para desayunar.

—Lo siento. He tenido mucho trabajo. Hoy puedo compensarlo. ¿Qué te apetece que hagamos? —Le inquiero con una sonrisa llena de disculpas. 

—No te será tan fácil disculparte —me contesta dando un bocado a su desayuno. 

—Bueno, al menos, puedo intentarlo. 

Desayunamos hablando de lo que ha pasado en mi ausencia, para ponerme al día, y ayudo a mi madre a fregar. 

—¿Estás bien, hijo? —Me pregunta con su mirada clavada en mí. 

—Sí, mamá. No me gusta que mi hermano se sienta excluido de mi vida. 

—¿Seguro que solo es eso? Es un adolescente y su humor cambia a cada segundo. Y, si te sientes presionado por tu padre para que te cases, no le eches cuenta. Céntrate en tu carrera, ya tendrás tiempo de casarte y tener hijos —me dice  haciendo que mi mente recuerde los ojos de EunSu. 

—Lo cierto es que he conocido a alguien…

—¿En serio? ¿Cómo es? ¿Cuándo vas a traerla para que la conozcamos? —Me interrumpe con una sonrisa emocionada en los labios y el rostro iluminado de alegría. 

Le dedico una sonrisa resignada porque sé que no estaba diciendo la verdad cuando me ha dicho que no me preocupara por el matrimonio, paso mi brazo por sus hombros para dejarle un beso en la cabeza y prosigo:

—La conocí ayer, así que, no me ha dado mucho tiempo para estar con ella. Solo sé que anoche soñé con ella y no dejo de pensar en sus inusuales ojos. 

—¿Por qué son inusuales? —Quiere saber mi madre con interés. 

—El color de sus ojos es de un azul oscuro, muy inusual en una coreana. 

—Cierto. Estoy deseando conocerla y ver esos ojos que han hecho sucumbir a mi primogénito.

—Te aseguro que haré todo lo que esté en mis manos para traerla. No le digas aún nada a papá, por si acaso no me sale bien —le susurro para que solo ella pueda escuchar. 

Después de dejar la cocina limpia, nos sentamos en el salón y jugamos a varios juegos de mesa donde mi hermano vuelve a hablar y reír. 

Estamos en medio de nuestro juego de gestos cuando llaman a la puerta y mi madre regresa seguida de JiSoo, una antigua compañera mía de la escuela. 

La chica me abraza con una sonrisa en los labios y mi padre la invita a que se quede. 

Aquella coincidencia empieza a olerme a una encerrona y miro a mi madre con el ceño fruncido mientras mi hermano regresa a su rostro de asco. 

—¿No te parece una grata visita por parte de JiSoo? —Me pregunta mi padre observando a la chica que se ha quedado de pie, a mi lado. 

—Mucha —contesto con una sonrisa falsa. 

No es para nada grata. Esa chica está loca y por nada del mundo saldría con ella. ¿En qué está pensando mi padre para considerarla como nuera? 

***

He aguantado a la chica todo el día y creo que se me está pegando su locura. Miro a mi hermano sentado en la mesa del restaurante, enfrente de mí, le doy una leve patada para captar su atención y le hago una señal para que me saque de allí cuanto antes. 

Me frunce el ceño para decirme que no piensa salvarme, así que, saco el móvil de mi bolsillo y le mando un mensaje: <<Te llevaré a dónde quieras. ¡Sácame de aquí!>>. 

Me dedica una sonrisa arrogante y victoriosa, guarda su móvil y dice:

Hyung, ¿vienes conmigo a ver los helados del puesto de al lado? Me apetece postre. 

—Por supuesto que te acompaño. ¿Vosotros también queréis? —Le inquiero a mis padres al levantarme de la silla de un salto. 

—No, gracias, hijo. 

Salimos del local, compro los helados y nos sentamos en un banco cercano. 

—DaeMin, sé que ahora no puedo estar contigo tanto tiempo como antes, pero quiero que sepas que siempre me tendrás para lo que necesites. Además, estoy muy orgulloso de ti por el hombre en el que te estás convirtiendo —le digo para apartar la tensión de ambos. 



#16783 en Novela romántica
#2224 en Novela contemporánea

En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.