Me despierto temprano para prepararme e ir a trabajar. Entro en la cocina de la casa de mis padres, saludo a mi madre y a mi hijo con un beso y me doy cuenta de que WooJin aún está con los labios fruncidos en una mueca infantil propia de su edad.
Me tomo el café observándolo con detenimiento, pongo los ojos en blanco desesperada y pregunto:
—¿Aún estás enfadado conmigo porque se me olvidó pedirle el teléfono a tu rapero?
—Sí. No voy a poder ir a la grabación del programa —contesta con la voz más grave que puede poner a sus seis años.
—Ya te he dicho mil veces que lo siento. Se me olvidó por completo pedirle el teléfono. Tal vez lo veas en la próxima firma de libros o de discos.
—Para entonces ya se habrá olvidado de mí.
—Pues peor para él. Tengo que irme a trabajar. Hablaremos cuando vuelva. Seguro que encontramos una solución a mi olvido —le aseguro dejando un beso en su frente antes de salir de la vivienda y montarme en mi coche.
Pongo rumbo hacia el bufete y entro en mi despacho dispuesta a empezar mi jornada laboral. Enciendo el ordenador y reviso unos informes que mi secretaria me ha dejado encima de la mesa.
Estoy en ese cometido cuando mi jefe aparece por la puerta abierta y me apresura para ponernos en marcha.
—¿A dónde? —inquiero sin saber de qué me está hablando.
—Tenemos una reunión. Vamos, iremos en mi coche —me contesta dando media vuelta para dirigirse hacia el ascensor.
Me encojo de hombros sin tener ni la más remota idea de esa reunión, guardo el portátil en mi bolso y lo sigo a paso ligero.
—¿Cuándo se ha agendado esta reunión? —quiero saber al sentarme en el asiento del copiloto del coche de mi jefe.
—En cuanto nos ha llegado la información de que buscan a un experto en demandas de plagio. Tú eres la mejor en ese campo y no podemos perder esta oportunidad para hacer más visible nuestro bufete.
—¿En serio? Hace tiempo que no llevo una demanda por plagio.
—Estoy seguro de que lo harás genial. Eso es como montar en bicicleta, nunca se olvida —me alaba mi jefe con una sonrisa en sus finos labios.
—Bueno, lo intentaré, pero no te prometo nada. ¿A quién le ha puesto esa demanda?
Entramos en el aparcamiento subterráneo de un enorme edificio de cristal y mi jefe solo sonríe mientras camino detrás de él para intentar mantener su ritmo. No me contesta y eso no me hace gracia. No me gusta que me ignoren o lo intenten con tanto descaro.
Continuamos la caminata por un enorme espacio abierto de la décima planta y una chica nos acompaña hasta unas puertas dobles de madera clara que abre cuando nos quedamos parados delante de ella.
Las tablas de madera se echan a un lado y mis ojos se abren de par en par al ver las caras conocidas del grupo, sobre todo, del rapero, que ayudaron a mi hijo cuando se perdió en el parque de atracciones.
«¿Me están tomando el pelo? ¿Hay alguna cámara oculta?», me pregunto cruzando el umbral detrás de mi jefe.
Ambos nos quitamos las mascarillas, ya que están las ventanas abiertas y hay bastante sitio para dejar la distancia de seguridad. Nos sentamos en una esquina de la mesa ovalada, quedando enfrente de los ocho hombres.
—Bienvenidos. Espero que puedan llevar a cabo la defensa de mis chicos —nos dice el que parece el jefe del grupo.
—Por supuesto. Le he traído a la mejor abogada de mi bufete, experta en demandas de plagio, para que tenga un éxito absoluto —las alabanzas de mi jefe hacen que me sonroje y la mirada del rapero clavada en mí, también.
—Nos ponemos en sus manos.
El productor del grupo me lanza una carpeta marrón con la demanda en su interior, la abro para leerla por encima y miro a los siete miembros de la banda.
No creo que sean culpables de lo que dicen sobre ellos, pero nunca se sabe.
—Saben que la demanda está impuesta solo para dos de ellos, ¿verdad? —les pregunto intentando evitar la mirada marrón del rapero todo lo que pueda.
—¿No es a todo el grupo? —quiere saber Jan, el mayor de los siete.
—No. La demanda está puesta hacia Min YoonKi y Kim NamYoon. Según los demandantes, ellos dos plagiaron una canción que supuestamente fue compuesta por Lee HyunSoo.
—¿Y qué conlleva eso?
—Conlleva que solo deben estar los dos demandados en el juicio y en las reuniones que hagamos para intentar no ir a juicio.
—¿No podemos acompañarlos? —inquiere JK indignado, como todos los demás.
—Podéis acompañarlos, pero no estaréis presentes en las vistas.
Una leve discusión de indignación por parte de los cinco miembros excluidos se escucha en la estancia hasta que NamYoon alza un poco más la voz y los calma:
—No os preocupéis. YoonKi y yo nos sentimos apoyados por vuestra parte, aunque no estéis presentes. Sabemos que podemos contar con vosotros y os lo agradecemos.