Solo tú

88. HaNeul

El día de la reunión con los chicos ha llegado y yo estoy más nerviosa que nunca. 

Mis nervios no se deben a la reunión, ya que no es la primera ni creo que sea la última que tenga en mi trabajo, pero el hecho de saber con quién será sí me está afectando. Y no debería ser así. No quiero que sea así. 

No puedo dejar que nada me desconcentre. Solo tengo que ganar el juicio y regresar a mi vida normal de siempre. Sin nadie que me distraiga de mis obligaciones. 

Me siento en la sala de juntas del bufete, preparo los papeles y mi portátil para apuntar y grabar las respuestas a las preguntas que tengo para hacerle a los chicos.

Mi móvil suena con la llegada de un mensaje, miro en la pantalla iluminada de quién es y suspiro para alejar la sonrisa que se estaba formando en mi boca. 

Leo el texto entero y respondo con un simple OK. ¿Para qué voy a explayarme en mi contestación? No hay necesidad de hacer la próxima despedida una tortura. 

Llaman a la puerta dos minutos después y los chicos entran saludando con una reverencia. 

—Podéis quitaros las mascarillas. La sala está ventilada y estaremos a una distancia de seguridad —les informo invitándolos a que se sienten con un movimiento de mano—. Voy a haceros unas preguntas para saber por dónde puedo moverme con respecto a la demanda, ¿de acuerdo? 

—Sin problemas —responden a la vez con seguridad.

—He investigado a los demandantes. En principio no tienen nada extraño en sus informes, aunque sí me he percatado que desde hace dos años, se han dedicado a demandar a varios famosos. Todas ellas por plagio. 

—Vaya, ¿qué supone eso? —quiere saber YoonKi con curiosidad. 

—Supone que solo buscan dinero y fama. Cuanto más ruido se haga de esa demanda, más entrevistas tendrán y más dinero ganarán por la primicia. 

—¿Qué podemos hacer ante eso? 

—Dejarlos en evidencia para que se les quiten las ganas de volver a hacerlo. Si no los paramos nosotros, un nuevo famoso estará en su mira para volver a intentarlo. 

—¿Tienes algo en mente? 

—Tengo muchas cosas en mente. Sin embargo, primero quiero que me respondáis a otras preguntas que tengo apuntadas y, después, os cuento lo que haremos —ambos asienten con la cabeza y yo prosigo—: ¿Os suena el nombre de Lee Eun Jung? 

—La empresa lo contrató para que trabajara con nosotros en el estudio de grabación —recuerda NamYoon con sus ojos clavados en mí. 

—¿Qué cometido realizaba exactamente? 

—Verificaba que la grabación de la canción tenía buena calidad. 

—¿Qué ocurrió con él cuando fue despedido? 

—Le hicimos una fiesta de despedida en la empresa y no dejamos de estar en contacto hasta hace tres años, cuando murió. 

—¿Conocéis a los demandantes? 

—No. ¿Por qué? 

—¿No os suenan sus nombres? 

—Para nada. Tengo buena memoria, los recordaría. 

Busco unas fotos en mi tableta digital y se las enseño para que vean a la pareja que los están demandando.

—¿Qué tienen que ver con nuestro antiguo empleado? —se interesa YoonKi observando con atención la foto. 

—Son sus hijos. Ellos son los demandantes. 

Veo cómo sus bocas se abren con sorpresa y decepción a partes iguales. 

—Eso no me lo esperaba —comenta NamYoon con las manos tapando su deliciosa boca. 

«¿Deliciosa boca? ¿De qué estás hablando HaNeul? Céntrate», me digo tragando con dificultad, nerviosa, y regresando mi atención a la pantalla de mi tableta para proseguir con las preguntas: 

—¿Tenéis las partituras de la canción por la que os están demandando?

—Por supuesto. Tenemos todas las partituras guardadas, tanto a mano como en digital. 

—¿Consta en ella la fecha en la que se escribió? 

—Sí, ¿por qué? 

—¿Está registrada a vuestro nombre? 

—Claro. 

—Necesito que me paséis ese documento. Nos será de mucha ayuda. ¿Sabéis si el señor Lee tocaba el piano? 

—Yo le enseñé. Me dijo que le gustaría aprender a tocarlo y yo le di algunas clases. ¿Por qué? —inquirió YoonKi mirando de reojo a su compañero que no parecía estar de buen humor. 

—De acuerdo. Creo que eso es todo por ahora. Os mantendré informados del proceso y espero que tengamos una reunión con los abogados de los demandantes para poder llegar a un acuerdo. 

—Está bien —YoonKi se levantó y salió de la sala de juntas echando una leve mirada a su amigo. 

Mis ojos intentan por todos los medios posibles no quedarse fijos en el rapero y, mientras recojo, le digo:

—¿Tienes alguna duda? 

—Tengo una.

—Cuéntame —le invito sin mirarle.

—¿Por qué no me miras cuando te hablo? ¿Estás enfadada conmigo? 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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