Los chicos y yo nos montamos en los coches que nos van a llevar al aeropuerto después de que ellos se despidan de sus respectivas novias dentro de la casa y miro a mi alrededor cuando llegamos a la puerta de embarque.
No veo a Belinda por ninguna parte y empiezo a temer que se haya echado atrás con el viaje. Nos hacen algunas fotos y vídeos hasta que entramos en la sala de espera y recorremos el pasillo hacia el túnel que nos llevará directos hacia el avión.
Saludamos a las azafatas que nos dan la bienvenida en la puerta del avión, camino entre los asientos de los pasajeros con la mirada baja para que no nos reconozcan y veo que un pie se interpone entre la cortina que da paso a la primera clase y yo.
Miro de reojo hacia el asiento donde está sentado el pasajero y reconozco esos ojos verdes de inmediato que me observan con diversión. ¿Por qué está sentada ahí? Le dedico una sonrisa, aunque no puede verla por la mascarilla, le hago una leve reverencia con la cabeza y continúo mi camino hasta mi asiento.
Me siento en el cómodo asiento de piel, saco el móvil de mi bolsillo y le mando un mensaje a la chica: «¿Por qué estás sentada ahí? Deberías estar aquí, con nosotros»
No tarda ni dos segundos en contestar: «No es necesario. Estoy bien. No te preocupes. Nos vemos en la sala de espera del aeropuerto de Canadá»
Veo que JK se sienta enfrente de mí, me mira con curiosidad pasando su mirada desde mi rostro hasta el móvil que sostengo en mis manos, se quita la mascarilla con una leve sonrisa divertida y me pregunta:
—¿No ibas a olvidarla?
—Ese era el plan —respondo al comprender lo que quiere saber.
—¿Y qué es lo que ha cambiado el plan?
—No puedo por más que lo intento. Ella cree que solo la veo como una amiga, y así va a seguir. No quiero que vuelva a dejar de hablarme.
—Hyung, se va a casar en dos meses. Tarde o temprano tendrás que olvidarla —se lamenta mi compañero preocupado por mí.
—Lo sé. Te prometo que me alejaré de ella cuando esa boda se concrete. Hasta entonces, disfrutaré de su compañía como una gran amiga.
—Como quieras, aunque no me parece buena idea.
El maknae se acomoda en el asiento de piel, reclina el asiento hacia atrás y cierra los ojos para dormir un poco durante el largo vuelo que nos espera.
***
El avión aterriza en el aeropuerto de Canadá, recogemos nuestros bártulos y salimos del pájaro de metal para llegar hasta una sala de espera donde nos encontramos con todos los miembros del staff que lleva la producción del programa de entretenimiento.
Belinda está entre ellos y no parece tener muy buena cara. Me acerco a ella preocupado por la palidez de su piel y se lleva la mano a la boca del estómago.
—¿Te encuentras bien? —quiero saber con urgencia.
—Creo que algo me ha sentado mal —me contesta intentando aguantar las ganas de vomitar.
—¿Has comido algo en el avión?
—Solo he tomado un poco de agua.
—Tal vez no te siente bien el agua mientras estás a miles de metros de altura. ¿Quieres que te traiga algo?
—No, tranquilo. Me repondré en cuanto… —su frase queda interrumpida cuando le llega una arcada y sale corriendo hacia el servicio de chicas.
—¿Qué ocurre? ¿A dónde va? —se interesa JK con su macuto en la mano y preocupado por la prima de su novia.
—Algo no le ha sentado muy bien. No estará muy cómoda durante la grabación.
—¿Debería pedirle al director que le deje recuperarse?
—No, no es necesario. Puedo continuar. Me dedicaré a hacer fotos y dejaré la cámara de vídeo a otro —agrega Belinda al salir del servicio con la mascarilla de nuevo en la boca.
—Estarás incómoda. Será mejor que vayas a descansar a nuestro alojamiento —le digo con pesar, ya que quería pasar el día con ella, aunque fuera grabando el episodio.
—Estaré bien. Si veo que empeoro yo misma se lo comunicaré al director. Vamos, nos están esperando.
La joven recoge sus mochilas, se las cuelga en los hombros y se dirige hacia la puerta de salida con la mirada de JK y mía clavadas en su espalda tensa.
Aprieto los dientes ante la terquedad de esa chica, me coloco la mochila en el hombro y la sigo junto a los demás.
***
Hemos grabado durante todo el día y, después de comprar comida en un supermercado, nos dirigimos hacia la casa que el equipo de producción ha alquilado para pasar las dos noches en Canadá.
He estado pendiente de Belinda, al igual que JK, y sé que ha estado un poco incómoda por las veces que ha tenido que ir a un servicio público para vomitar cada vez que le daba un trago o un bocado a la comida.
La noche está cayendo después de un inesperado tour por la ciudad, conocer las cataratas del Niágara y ver cómo la chica intentaba disimular que no le dolía el estómago.
Entramos en la casa alquilada, escogemos las habitaciones, hacemos la cena y jugamos por última vez antes de ir a descansar.