Me despierto a las seis y media de la mañana, aunque no he dormido muy bien en toda la noche, y me levanto de la cama para prepararme. Hoy empieza la grabación de la nueva serie del actor Lee YoonJin en la que Jan hará una pequeña colaboración.
Miro mi móvil para ver si mi prometido se ha dignado a ver los mensajes que le he dejado, pero no. Continúa desaparecido desde unos días antes de marcharme a Canadá y creo que nuestra relación no está yendo por buen camino.
Al final, todos tendrán razón sobre él, pienso con un dolor en el pecho que no me deja respirar con facilidad. Lleno mis pulmones de aire para alejar la angustia que crece en mi interior, acaricio mi vientre y dejo salir las lágrimas que se amontonan en mis ojos.
Me maquillo un poco para disimular las ojeras, cojo mi bolso y salgo del apartamento para poner rumbo hacia el estudio.
Entro en el edificio, me dirijo hacia la primera planta y saludo a todos los presentes con una sonrisa bajo la mascarilla. Me acerco a la que será mi posición esa mañana después de soltar el bolso en mi taquilla y preparo la cámara en pocos segundos.
Estoy en esa tarea cuando escuchó una voz conocida que saluda a todo el mundo y alzo la mirada para clavarla en Jan. Se aproxima con andares confiados, se quita la mascarilla para dedicarme una sonrisa de oreja a oreja y me sorprendo cuando me parece verlo a cámara lenta mientras se echa hacia atrás el pelo que se le mete en los ojos.
«Por Dios, Belinda, te estás volviendo loca», me digo al levantarme para poder saludarle mejor.
—¿Qué tal estás? ¿Sigue molestándote el estómago? —me pregunta al llegar hasta mí y dejarme un abrazo.
—Ya está mejor, gracias. ¿Estás nervioso?
—Un poco.
—Seguro que lo haces genial. Mira, por ahí llega la actriz. Os conocisteis en la reunión, ¿verdad? —inquiero dando los últimos retoques a la cámara.
—Solo fue un momento. Debería de presentarme como es debido, ¿no?
—No creo que sea necesario, pero si así te sientes mejor, no sería mala idea. EunYeong, ven un momento, por favor —la llamo cuando pasa cerca de nosotros.
La chica nos dedica una sonrisa al quitarse la mascarilla, me saluda con una reverencia que le devuelvo y le digo:
—Él es Jan, miembro de BT7 y el que hará de tu amigo de la infancia en la serie. Os visteis en la reunión, ¿recuerdas?
—Me acuerdo. Encantada de conocerte. ¿Estás nervioso? —se interesa la chica para entablar una conversación con el cantante.
Me doy cuenta de que da un paso hacia él, para estar más cerca, y que sus ojos rara vez se alejan de los labios del chico.
—Pues sí. Hace tiempo que no actúo y no quiero hacerlo mal —responde Jan sin dejar de sonreír.
—No te preocupes. Podemos repetir las escenas tantas veces como necesites.
—Gracias.
El director los llama a ambos para que las estilistas y peluqueras hagan su trabajo y se marchan juntos hasta los camerinos.
«Vaya, ahora entiendo lo que él pasó cada vez que me alejaba para hablar con mi prometido», me digo con dolor en el pecho de nuevo. Respiro hondo llevando mi mano hacia mi pecho para presionar en él con una mueca de dolor y me centro en el trabajo cuando se me pasa.
Estamos todos listos para empezar la grabación de la primera escena y aprieto el botón para grabar.
La chica corre por la “calle” porque un chico la está persiguiendo y choca contra Jan haciendo que ambos caigan al suelo, demasiado cerca el uno del otro y con las bocas a pocos centímetros.
Aprieto los dientes cuando la chica vuelve a clavar su mirada en los labios de él y me controlo para no alejarla de un empujón.
—¡Corten! —grita el director con una gran sonrisa en el rostro—. Increíble. Ha estado genial y tenéis una química fabulosa. Preparemos la siguiente escena. Podéis descansar mientras tanto.
La actriz se emociona de que lo hayan hecho en una sola toma y Jan se acerca a mí con el rostro iluminado por la ilusión.
—¿Qué te ha parecido? ¿Me has sacado bien? —me pregunta sin dejar de sonreír.
—Has estado genial. Ya te dije que lo harías bien. Sales estupendo en la cámara. Si algún día te cansas de cantar puedes ser actor —contesto alejando los celos que, por un momento, he sentido.
—Vosotros dos, ¿estáis juntos? —nos inquiere la actriz al llegar hasta nosotros.
—Solo somos buenos amigos —responde Jan con rapidez.
Mi sonrisa se esfuma en un segundo, aprieto los dientes para no pegarle un puñetazo, asiento para confirmar sus palabras y apunto:
—Disculpad, tengo que hacer una llamada a mi prometido.
Sé que ese comentario le ha dolido, pero a mí también me ha dolido el suyo. No era necesario que contestara con tanta rapidez por más que yo le haya insistido durante todos estos meses atrás.
Entro en el baño dando un portazo y me echo un poco de agua en la nuca al sentir de nuevo el dolor en mi pecho ahora, también, acompañado de un pellizco insoportable en el vientre.