Estoy un poco inquieto, pero intento disimular delante de todo el equipo de producción, de mis compañeros y de sus novias, sobre todo, de Elenor. Vamos a grabar un nuevo episodio del programa y estoy tentado a salir un momento del estudio para ir en busca de Belinda y que me cuente lo que le ha pasado.
Desde esa noche en la que fue llorando hacia la casa, la chica ha estado más pendiente de nuestra amistad y no sé cómo tomármelo.
La estilista me trae el disfraz de conejo rosa, me ayuda a ponérmelo y escucho una carcajada proveniente de la cafetería cuando entro en la estancia.
Alzo la mirada para ver a Belinda sentada al lado del director y riendo como si no hubiera un mañana a mi costa.
—Qué tierno. Estás para comerte —intenta decir entre risas.
—Qué graciosa. ¿No deberías estar trabajando?
—Y eso hago. El director me ha pedido que ayude aquí. ¿Por qué te has vestido así? —quiere saber sin poder parar de reír.
—Un castigo. ¿Vas a grabarnos?
—Sí. Sacaré tu mejor perfil vestido de conejito rosa —se levanta de la silla y se acerca a mí para poner sus manos en la gran cabeza del conejo. Me ajusta la cuerda que lo sujeta bajo mi barbilla y me mira ambos perfiles—. Les diré que te pongan en la esquina izquierda. Ten cuidado de no saltar el ojo de alguien con las orejas.
—Lo intentaré.
El episodio va sobre el café, por lo que nos van a enseñar cómo hacen y decoran los profesionales las bebidas.
En más de una ocasión, mientras las cámaras nos graban, miro de reojo hacia Belinda para verla sonreír ante los comentarios y acciones de mis compañeros y mías. Está muy extraña, pero me gusta. Al parecer, la amistad ha vuelto a su ser y me alegro de que por fin hayamos dejado atrás el pasado.
Cojo el vaso donde he logrado hacer la bebida que me ha tocado, me acerco a la cámara con una sonrisa en los labios y se lo ofrezco a la chica para que lo pruebe. Sus labios se apoyan en el filo del vaso, clava su mirada en la mía sin apartarla ni por un segundo y da un sorbo.
—Está delicioso —contesta pasando su lengua por sus labios para recoger los restos de la bebida que se han quedado en ellos.
Aparto la mirada para controlar mis ganas de probar el café en sus labios, agarro el vaso con una sonrisa agradecida y regreso con mis compañeros para terminar el episodio después de que el director y el profesional que nos ha enseñado hagan una votación de quién ha ganado.
Para mi sorpresa, soy el ganador y recibo los regalos con una reverencia en donde la cabeza casi deja tuerto al barista. Me disculpo con él, cojo todas las cajas que me ofrece y nos despedimos hasta el siguiente episodio.
Me voy para quitarme el disfraz, me acerco a las chicas que están hablando con Belinda y llego justo a tiempo para escuchar a Elenor decir:
—¿Te esperamos para la cena?
—Por supuesto. Por cierto, ¿te han llamado los abuelos? Me han dicho que vendrán la semana que viene.
—Lo sé. Iremos a recogerlos al aeropuerto juntas. Nos vemos en la cena —contesta la editora cuando ve a JK aparecer y los demás detrás de él dispuestos para irnos.
Me quedo un poco atrás para poder estar a solas con la camarógrafa un segundo, pero no pasa ni un segundo cuando alguien la llama para volver al set de la novela.
—Supongo que quieres hablar conmigo cuando no te has ido aún —apunta con una sonrisa en los labios y un poco más cerca de mí—. Hablaremos esta noche. Que tengas un buen ensayo —me deja un beso en la mejilla, demasiado cerca de la comisura, y se marcha dejando mi cabeza llena de preguntas sin respuestas.
Definitivamente, está muy extraña, me digo al observar cómo se aleja y desaparece en el set contiguo.
***
El ensayo por fin termina y me dirijo a toda velocidad hacia el vestuario para coger mi mochila. Me cruzo con mis compañeros cuando salgo y los apremio para que se den prisa. Quiero volver a casa cuanto antes y hablar con Belinda de lo que está pasando.
Nos subimos a los coches y mi pierna se mueve de arriba abajo con nerviosismo. La mano de JK se apoya en mi muslo para que deje de mover la extremidad y me mira con los ojos entrecerrados.
—¿Qué te ocurre? —quiere saber, preocupado.
—Quiero llegar ya a la casa.
—¿Es porque estás cansado o porque va a estar Belinda allí?
—Quiero hablar con ella. ¿No la has visto extraña? Últimamente hemos estado hablando mucho más por mensaje, como al principio.
—Ahora que lo dices, algo rara sí que la he visto. Aún no sé lo que le pasó esa noche que llegó llorando a la casa, pero creo que tiene mucho que ver con su cambio.
—Eso es lo que quiero averiguar. ¿Qué le ocurriría para estar de esa manera? Me asustó verla así.
—Hyung, no te hagas ilusiones. No quiero que sufras —me aconseja mi compañero.
—Ya lo sé. Tengo claro que no pasaremos de ser amigos. No te preocupes.
El coche entra en el garaje y nos encaminamos hacia el interior de la vivienda para encontrar a las seis chicas terminando de preparar la mesa para cenar.