Solo tú

126. Elisabeth

Dejo las cajas en el maletero de la furgoneta, me siento delante del volante y pongo rumbo hacia el estudio de grabación donde mi clienta me espera junto al grupo BT7. 

Entro con las cajas llenas y veo que los chicos, con cinco jóvenes más, están sentados delante de unos ordenadores. En la pantalla grande se puede ver a lo que están jugando y no puedo reprimir la carcajada cuando escucho el grito y la risa de HoYung al caer su muñeco al abismo y morir. 

Me doy cuenta de que el chico clava su mirada en mí, su sonrisa se ensancha y me pongo en marcha para dejar las bandejas en las mesas. 

Saco la última de la caja y veo por el rabillo del ojo que Mónica se acerca a mí para llevarme a rastras hasta una silla vacía, al lado de varias chicas, incluida HaNeul. 

Me las presenta a todas y me doy cuenta de que tienen una gran amistad entre todas ellas. Me encantaría tener a mis amigas conmigo, pero ellas tienen su propia vida en Estados Unidos con sus maridos, hijos y carrera. 

La pelirroja llamada Elenor me ofrece un vaso con refresco y parece que están planeando un interrogatorio cuando todas me miran con expectación.

—Me estáis dando miedo con esas miradas. ¿Qué queréis saber? —le inquiero dando un sorbo a la bebida. 

—¿Qué te ha traído a Seúl? —quiere saber la editora con una voz amable. 

—Bueno, desde muy pequeña me ha atraído la cultura asiática. Me propuse que algún día viajaría por toda Asia para conocer las recetas de las mejores comidas por sus manos expertas. Estudié para convertirme en chef mientras tenía el programa en Youtube. En cuanto pude ahorrar bastante dinero me embarqué a la aventura y llegué a Pekín. Estuve viviendo allí durante tres años, perfeccionando tanto mi cocina como el idioma. 

—¿Hablas chino? —se interesa HaNeul con la boca abierta por la sorpresa. 

—Y también japonés, coreano y mis dos lenguas maternas, inglés y español. 

—Vaya, increíble —responden todas en español. 

—Todas hablamos español por una forma o por otra. Al parecer vamos a poder comunicarnos entre nosotras en un idioma que los chicos no entienden —comenta EunSu con una sonrisa traviesa que hace aparecer las arruguitas de sus ojos.

—¿Podemos hacerte una pregunta un poco más personal? —continúa la escritora en español para que nadie más nos entienda. Asiento con la cabeza y bajo la mascarilla para dar un sorbo a mi bebida—. ¿Qué te parece nuestro amigo HoYung? 

El líquido se equivoca de conducto y hace que tosa. Por suerte, acaban de dar un descanso a la grabación y no he interrumpido nada. 

Paso mi mirada por cada una de ellas, nerviosa por esa pregunta y trago con dificultad. 

—¿A qué te refieres? —inquiero intentando perder un poco el tiempo. 

—Vamos a ser sinceras. Nuestro amigo se fijó en ti el primer día que os visteis. Se le olvidó pedirte el teléfono y yo vi el cielo abierto cuando apareciste en mi trabajo —responde Mónica en español con la clara intención de que ninguno de los presentes la entienda—. ¿Considerarías tener una cita con él? 

—¿No deberías preguntarme primero si tengo novio? —apunto intentando mantener a raya mis nervios. 

—Tienes razón. ¿Tienes novio? 

—No, pero… No sé si estoy preparada para tener una relación en este momento. Estoy inmersa en mis empresas, viajo a cada instante y no sé si acabaré viviendo en Seúl o en Tokio.

—Él también viaja a cada instante. Son conocidos mundialmente. ¿Cuánto tiempo vas a quedarte en Seúl? 

—No lo sé. Puede que unos meses o puede que años, depende de cómo funcionen mis restaurantes sin mí —no puedo dar una fecha exacta y no parece importarle a la chica. 

—Mira, ¿qué te parece si le das una oportunidad? Hablas con él sobre lo que piensas hacer y, si lo vuestro no funciona, solo tendrías que marcharte como estás pensando —propone Elenor sacando su móvil del bolsillo de su pantalón.

—No sé si…

—Vamos. Dale una oportunidad. Te aseguro que no te arrepentirás —continúa la editora antes de descolgar la llamada de su móvil—. Disculpadme, es de la editorial. 

Se aleja para salir del estudio y poder hablar con más tranquilidad, ya que la grabación va a dar comienzo de nuevo. Miro hacia el chico que se está posicionando en su ordenador con un martillo de juguete en la mano y una sonrisa en los labios mientras habla con otro joven que no conozco y que no creo que sea parte del grupo. 

«Supongo que no me vendría mal despejarme un poco después de todo el ajetreo y el estrés de la inauguración del catering», pienso sin poder dejar de sonreír con él. 

—Está bien, siempre que él me pida esa cita —advierto cuando veo la ilusión de las chicas en sus ojos.

 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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