Estaba en una pequeña silla antes de una puerta blanca, no sabía dónde carajo estaba Joana, ella era impuntual, siempre era el transporte. Tenía una falda morada con una blusa escotada y un saco morado con borde dorado. Traía un par de papeles, antes de llegar al palacio fui a la editorial, al parecer la reina habló con la editorial. Me sorprendió lo rápido que hacían las cosas, en menos de un mes mi vida ha cambiado drástica mente, lo cual era un poco automático, no me gustaban los cambios en general, prefería mi vida como desde un principio.
El pánico se apoderaba de mi. ¡Dónde demonios estaba Joana!, no le volvería a comprar la mentira del carro y el vestido, tal vez debería de poner unos límites, esta chica ya me tiene harta, algo que me identifica y nadie puede hablar es de mi puntualidad.
Después de unos minutos me pasaron a la sala.
—Tome asiento, no podemos perder ningún minuto— dijo la reina señalando mi asiento.
Iba a sentarme cuando al príncipe Blake se le ocurrió la grandiosa idea de preguntar por Joana.
—Ella no pudo estar aquí.
—¿Por qué? — volvió a preguntar
—No puedo decir, lo siento— esperaba que eso fuera suficiente, no lo fue, pero por suerte la reina lo interrumpió
—Ya tenemos entendido que fue por problemas personales, ¿Podemos seguir? — nadie dijo nada —bien, creo que todos teníamos entendido para qué era esta reunión— ahora se dirigió hacia mí —Creo que ya le dieron el contrato, ¿No es verdad?
—La verdad no tuve mucho tiempo de leerlo adecuadamente— era la verdad todo paso de un día a otro.
—Suponiendo que no tuvo mucho tiempo, podemos hacerlo juntos— una fantástica idea.
Estuvimos una hora revisando el contrato, cuando un “mayordomo” dijo que alguien quería hablar conmigo.
¡Joana!
Salí al corredor.
—Perra, estúpida, impuntual, no vas a entrar y no quiero una excusa—
—Se que no soportas la impuntualidad, pero tengo algo que decir, solo déjame dec…— no la deje terminar
—No quiero oír nada, no me interesa, ahora vete, no vas a entrar, recuerda que no solo soy tu amiga si no también tu jefa, y no te descuento el dia solo por que lo necesitas, ahora vete no hagas escándalo, no digas nada, te avisare— dije para volver a la sala —en verdad lo siento, fue un error, ¿Podemos seguir?
— ¿Segura que no fue un error? —preguntó el dicho príncipe ya mencionado
—Segura. Solo continuemos, tengo una duda, en la hoja número cinco, “No se permite ningún tipo relación, que no sea de trabajo”, lo siento si me rió diciendo esto, pero, ¿Era necesario poner eso?
—Lo es, nos vemos necesitados, por cualquier circunstancia, como dice, la parte que comienza eso, tendrá que dar una compensación de un millón de euros—
Tenía que ser una broma, primero, quién demonios se iba a enamorar de estos príncipes mimados. De todas formas tendría que aceptar esa cláusula, no era algo que me molestara, solo era raro estar en ese contrato.
Después de un rato por fin terminamos, este fue más largo de lo pensé.
—Bien. Espero que todo esto fluya bien, sin ninguna adversidad, reyes, príncipes, con su permiso— dije para pararme, e irme. No contaba que el príncipe Timothy fuera tras de mí.
—No te vallas —pare en seco —Quiero celebrar nuestro acuerdo.
— ¿Eso no se debería hacer con toda su familia? —pregunte confusa
—De hecho solo estaban ellos, por protocolos puestos por mi madre.
Escusa.
—Osea que su madre, la reina, no le tiene confianza para hacer este tipo de contratos —solté una risilla, el frustró su ceño y se puso firme, me puse nerviosa —no se enoje fue una broma, en verdad siento si lo lastime — lo decía enserio.
—Da igual, mi oferta sigue en pie, si quieres, si no quieres está bien— evitó mi mirada.
—No, digo si, osea si, ¿Cuándo sería? —pregunte con una voz chica.
—Puede ser hoy, claro si no tiene problemas—
—Claro, ¿Estaría bien a las 6?
—Si, ¿A tu casa verdad? — esa pregunta fue extraña.
—Si, bueno yo creo que me voy yendo, solo, ¿Va a ser un lugar…?
—Lujoso, lleva tu mejor ropa.
—Bien, nos vemos más tarde— empece a caminar hacia las gradas y a la salida.
Al salir, un carro del palacio se ofreció a llevarme a mi casa, me negué, iba hacia en centro comercial, necesitaría un vestido de acorde a la situación, además no estaba tan lejos, y me gustaba caminar —dijo una vez una persona que no tenia ni podía comprar un carro—. Al llegar al centro me dirigí a una tienda, un vestido corinto con un escote plano, cortado a la mitad con un encaje. Perfección.
Al llegar a la casa me dirigí a la cocina, a mi refrigerador, hace unos días había cocinado, un calentado no me iría mal, no era muy fan de la cocina, pero cuando lo hacía era satisfactorio, pero lo era cuando no se quemaba o se pasaba de sal. Cuando era chica, solía ayudar a mi mamá lavando los trastes, me alegra crecer, y estar en el puesto de mi mamá, cocinar.
La tarde se empezaba a asomar, y me tenía que arreglar, no era muy fan del maquillaje, principalmente porque no sabia como usarlo, así que mi única opción es solo las pestañas y labios. Después de un rato, un carro se asomó por mi ventana, empecé a dudar si bajar o no, si darle una excusa ahora, o dar una patética en otro momento. Ninguna era la favorita, ahora me arrepiento, hubiera dicho que no. No podía perder mi dignidad, mi credibilidad. Baje las escaleras, logre abrir antes que tocaran el timbre.
—Hola— dije en un tono no muy convencida de si lo que estaba haciendo estaba bien
—Veo que estas desesperada— ¿en serio dijo eso?
— ¿Desesperada por ti? —una risa irónica salió de mi — ¿Eso quisieras no?, lamento informarte que no soy de esas, me molesta el sonido del timbre —me empezaba a desesperar, y eso era mala señal —mejor empecemos a subir al carro, si no quieres comer solo.