Sonríe: Una Vez más

Retornando a tierra firme

Angie llegaba a Veracruz, el único lugar al que podía considerar su hogar. Le gustaba vivir en México, pero le hacía falta algo que la hiciera estar en un lugar del que nunca se quisiera ir, o en caso de que tuviera que irse, siempre quisiera regresar, y eso solo le sucedía con su amado puerto.

Al bajar del camión, lo primero que hizo fue aspirar el aire caliente que corría, para muchos podía ser sofocante. No obstante, ella acostumbraba decir que había llegado a su casa, era lo que denominaba el olor a mar. Al salir de la terminal camionera se acercó a una señora que vendía volovanes[i], compró uno de piña, apenas dio la primera mordida cuando su estómago también agradecia el haber llegado a casa. Subió al taxi que la llevaría donde su hermana, esperaba encontrar a Liliana antes de que saliera a cualquier lado.

Esta vez había optado por no comentarle cuando llegaría para que no la esperara y darle una sorpresa. Al entrar a su casa se encontró con que Aracely, la novia de su hermana estaba en la sala.

―¡Ahhh! ―gritó Aracely. Angélica se llevó un dedo a la boca para indicarle que guardara silencio.

―¡¿Qué pasa?! ―chilló Lily preocupada desde su habitación, por el grito de su pareja.

―¡Ven! ―respondió Ara con una sonrisa en la cara. Liliana bajó corriendo para ver qué estaba sucediendo.

―¿Por qué…? ―se interrumpió al ver a su hermana― ¡Angie!

―Hola ―saludó la aludida.

―¿Por qué no me avisaste que llegabas para ir por ti? ―regañó con una pregunta―. ¡Quería darte una sorpresa! ―explicó.

―¡Vaya, que lo lograste! ―Liliana se sentó en el sofá junto a Aracely, Angie se tiró en el sillon de una plaza quedando frente a ellas. ―¿Cómo te ha ido?

―Bien. ―contestó―. Llevé mis pinturas a una galería en San Ángel, se han vendido todas y hasta parece que son las favoritas. Tengo que estar llevando nuevas obras cada tres semanas. ―contó emocionada.

―Me alegra saber que te está yendo bien. ―la emoción el rostro de Angie al hablar de su trabajo no era algo que se pudiera ocultar.

―¿Y la paga? ―inquirió. Todavía se arrepentía de haberle reducido los ingresos a Angie, a pesar de que sabía era lo correcto.

―Muy bien. De hecho al terminar el contrato donde estoy viviendo buscaré un departamento para cambiarme.

―¿No te encuentras a gusto donde estás? ―inquirió inquieta.

―Sí, pero es muy pequeño y no tengo espacio para pintar todo lo hago en la escuela. En estos momentos estoy viviendo con Vero.

―¿Necesitas dinero? ―cuestionó. No le gustaría saber que su hermana estaba pasando penurias por su culpa.

―No. Estoy bien, solo tengo que esperar que se cumpla el contrato para buscar otro lugar donde vivir.

―Bien ¿Has conocido a alguien? ―indagó. Angie bajó la mirada, esperaba que su hermana no se enojara cuando le contara lo que había pasado con Miguel.

―No le llamaría conocer a alguien, puesto que ya lo conocía ―agregó titubente.

―Bueno, en algún momento tuviste que conocerlo. ―insistió.

―Es Miguel, el hermano de Katia. ―soltó.

―¿Ah, sí?

―Sí. ―reconoció.

―¿Te gusta? ―intervino Ara.

―No, siempre lo vi como un amigo. Me apoyó en varias ocasiones y eso, me llegué a dar cuenta que estaba interesado en mí de una forma diferente a la que yo lo estaba en él. Cuando me pidió una oportunidad, acepté con la esperanza de que así podría reiniciar mi vida sin Tom.

―Nick te diría que cometiste un error al estar con alguien que no te atrae. ―recordó Liliana.

―Eso sin contar que haría todo lo posible por convencerte de que es muy apresurado dejar atrás a Tomás. ―intevino Ara sardónica.

―Como si eso fuera posible. ―ironizó Angie―. El punto es que empezamos a salir y cambió.

―¿Cómo cambió? ―cuestionó preocupada.

―Me empezó a celar, me decía como debía vestir y esas cosas. Cuando intenté terminar con él, se puso muy violento como pude me lo quité de encima.

―¡Oh, Dios! ―murmuró Ara.

―¿Lo denunciaste? ―inquirió Liliana preocupada.

―No. No quería que nadie se enterara.

―¿No te ha vuelto a buscar? ―fue ahora Ara quien preguntó.

―Más o menos, fui al karaoke con Vero y Kat, ahí llegó Miguel, intentó acercarse a mí, pero no pasó nada más.

―¿Estás segura? ―insistió Lily.

―Sí. Gracias a una extraña coincidencia Tomás también fue al karaoke. Al principio cuando estaba saludando a Tom llegó él, ellos se hicieron de palabras, me alejé de ellos. Más noche estaba algo tomada y se me ocurrió cantar en el escenario. A Miguel no le pareció y Tomás se peleó con él. Me fui con Vero a su departamento. ―contó. Omitió decirle que no se acordaba de nada de lo que había pasado esa noche.

―¿Ya estabas viviendo con Vero? ―inquirió Liliana.




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