Soy Julia

Capítulo 1 La Casa de las Apariencias

Luego de pasar de orfanatos durante 15 años y alejada del calor de la familia Julia regresó a su casa para el matrimonio de una total desconocida, su madre. Ella había sido concebida en plena adolescencia de la misma quienes sus abuelos que estaban vivos en ese entonces decidieron enviar a su hija al extranjero a un internado donde un amigo de su abuelo prometió hacer secreto el embarazo de la madre de Julia por su edad y por ser fruto de la rebeldía de ser amante de un hombre que le llevaba 10 años.

Al llegar a casa donde vivían la abuela, Catalina y su Hija Charlotte quienes la esperaban con ansias y miedos por ser quienes le habían robado la infancia a Julia. Luego de bajarse de una limusina que la fue a recoger del aeropuerto de donde venia del orfanatorio que vivió sus primeros años de la adolescencia. Ella tenía una imponente presencia delgada de piel blanco rosa de unos grandes y rojos rizos naturales; ojos miel y un intelecto bastante desarrollado para su edad.

En el orfanatorio le enseñaron a comportarse como toda una dama sin importar lo que sintiese en el momento. Catalina nerviosa por la reacción de su nieta inicio su primera conversación con ella diciendo:

—Hace casi 16 años enviamos a tu madre de aquí porque la consideramos un problema, pero el problema éramos nosotros que no quisimos aceptar la responsabilidad de sus actos y nuestro descuido. Ruego que en el fondo de tu corazón algún día el perdón hacia tu difunto abuelo y hacia mi exista. Luego comenzó a llorar sobre los hombros de su nieta. 

—Abuela el perdón es una virtud de Dios y todos sus hijos debemos practicarla si nuestros deudores están de todo corazón arrepentidos. Sé que lo que mi madre hizo causo vergüenza a la familia y mucho dolor, tambien reconozco que antes el pensar era diferente al de ahora, te perdono abuela y ruego que llegue el día que podamos amarnos sin recordar el dolor del ayer.

Y dirigiéndose hacia su madre dijo:

—Charlotte eres una mujer joven y bella por lo que supe de las institutrices de ti antes de llegar aquí es que tienes 30 años y en ese entonces eras muy joven para tomar una decisión que me beneficiara o poder tomar control de mi regreso antes. Doy gracias de ser más afortunada que los otros niños quienes fueron abandonados y más nunca nadie los reclamó, pero aun asi guardo en mi corazón que hubieres terminado mi confinamiento hace 5 años antes de morir el abuelo. Hubiera deseado haberlo conocido. Solo te reprocho eso. No me pidas que te llame madre porque nunca tuve una llamada tuya solo las tarjetas anuales de la abuela donde prometía que algún día regresaría a casa.

—Hija, algún día espero tener tu cariño y perdón en tu corazón.

—El perdón es una virtud, pero es tambien un privilegio.

—Además abuela sé que el verdadero motivo que estoy aquí es la vida de Charlotte con el Coronel Helderman espero que esta Unión conveniente atraiga el dinero a casa que fue invertido en mantener el embarazo de Charlotte en secreto y mi posterior crianza en Suiza. —Mirando hacia adentro— debes ser Ámbar —dijo con emoción— gracias por todas esas hermosas bufandas hechas a mano.

Julia soltó su fina maleta en el piso y abrazo a la dama de compañía de su abuela una señora que es amiga de Catalina, pero no corrió con la suerte de que el padre de su hijo, que Catalina y Eduardo acogieron como hijo mayor de ellos a cambio de que Ámbar viviera con ellos y perdiera todo derecho sobre el niño si esta abandonaba la casa.

Julia amaba a Ámbar porque al igual que su abuela escribían cartas a ella, pero Ámbar hacia lo imposible para que la chica no se sintiese sola. Hasta se tiene registro que una vez Ámbar llamó a Julia para felicitarla cuando obtuvo buenas calificaciones en la escuela primaria.

Luego del emotivo reencuentro Julia pidió que Ámbar le indicase cuál era su habitación en esa enorme casa y tomada de manos se fueron mientras que Gaspar, el mayordomo ayudaba a bajar las cosas de Julia. A mano ella sólo llevaba la maleta de recuerdos.
La habitación de Julia era algo pobre para una chica de su edad quien junto al nieto de Ámbar que sólo tenía un año en ese entonces eran los herederos de 3 casas y una fortuna lo suficiente para garantizar sus estudios. Julia se dirigió a Ámbar y le dijo:

— ¿Puedo decirle Yaya? Así se llamaba la institutriz que me crio.

—Claro mi princesa, siempre contaba los días para tu llegada mi hijo y mi nieto son muy importantes para mi aunque por derecho no sean más míos. Pero tú eres la redención de mis pecados Julia, esa es la razón porque tu segundo nombre es Redimida. Ese lo elegí luego de convencer a tu abuela y tu madre de no sacarte después de los 20 como hicieron tus abuelos con tu mamá.

— ¿Pero es menos importante los sentimientos que las apariencias ante la sociedad?




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