Dejaban atrás el pueblo para llegar al colegio de señoritas en el convento de las madres carmelitas donde Alma estudiaba la secundaria. Bajo rápidamente del coche, sin despedirse de Leonora, corrió a la entrada del colegio, pero Leonora la detuvo a medio camino gritándole desde el coche. Alma regresaba pues se le había olvidado recibir la bendición de su mamá. Después de recibirla volvió a correr a la entrada de la escuela junto con otras niñas.
Leonora permaneció unos instantes con la puerta del coche abierta para asegurarse de que Alma entrara. De pronto se enterneció y sonrió de ver a su pequeña hija entrando al colegio junto con otras niñas. Después le ordeno a Salvador que arrancara para así alejarse del convento e irse tranquila al saber que Alma estaría en la escuela.