Sueño De Una Luna De Estambre

25

La luna brillaba. Sus destellos entraban entre las ramas de los árboles los cuales eran sacudidos por el viento. No había una sola estrella en el cielo. La luna jugaba a las escondidas ocultándose entre las nubes. Aparecí adentrándome en un denso bosque. Me detuve por un momento, volteé y pude ver mi rostro lleno de pánico. Suspiraba, aunque no sabía si lo hacía por cansancio o por miedo. A lo lejos se escuchaba el trote de los caballos, el eco de las balas y los gritos de los cazadores. Seguí corriendo, abriéndome paso entre la maleza y las ramas caídas. El bosque se volvía cada vez más profuso. A veces no podía ver. Corrí sin saber a dónde ir. Solo lo hacía siguiendo la luz de la luna. Me detuve para voltear de un lado a otro. Solamente seguí hundiéndome en aquel oscuro bosque el cual no parecía tener fin. Los árboles se levantaban como gigantes obstruyéndome la vista del cielo. Estaba inmerso en la oscuridad. Perdido y confundido por las sombras. A veces escuchaba voces cuchichiando, pasos que iban detrás de ti. Miré a mi alrededor y entre los árboles vi siluetas corriendo. Siluetas que pasaban de un lado a otro. Alguien me perseguía. Corrí con todas mis fuerzas, brincando charcos de lodo, tirando ramas que obstaculizaban mi paso, arrancando las hojas que no me dejaban pasar. Fue cuando me detuve al escuchar el canto de un río. Seguí la armonía del agua. Y el desembocar de una cascada. Fue cuando salí de las garras de la oscuridad. Frente a mi había un estero de agua clara. Me acerqué lentamente, pues por un momento pensé que era un espejismo. Me deje caer de rodillas al suelo. Me acerque arrastrando hasta la orilla, sin importar que mis manos se llenarán de fango. Tome agua con mis manos y con ellas me empape el rostro. La saboree mientras descendía por mi cara. Me mantuve con mis ojos cerrados, sintiendo el agua congelada escurriendo hasta mi boca. Me incline para seguir bebiendo. De pronto vi un espejismo. Había siluetas nadando como peces. Ululaban con el ritmo de las olas. El brillo de la luna se posó sobre la laguna. Entonces pude ver tu rostro en el agua el cual se deformaba entre ondas. Entonces pensé que te estabas ahogando. Tenía que rescatarte y brinque zambulléndome para salvarte, pero entonces desapareciste, te fuiste entre olas dejando que me ahogara. Intente nadar, pero algo me tomo de los pies y me jalo al fondo. Luche, pero el agua entraba en mi boca y nariz. Ahora necesitaba que tú me rescataras…       

Alma despertaba tosiendo. Leonora corrió y entro a la alcoba, donde Alma yacía sobre su cama tosiendo incontrolablemente. Se acercó rápidamente para ayudarla a que se desahogará dándole ligeras palmadas en la espalda. Le gritaba a Rita para que se apresurara a subir con un vaso de agua. A pesar de sus palmadas, los tosidos de Alma no cesaban. Finalmente, Rita entro corriendo y llevando el vaso de agua. Rápidamente se lo dieron de beber para que se pasara la saliva atascada en su garganta. Los tosidos de Alma disminuyeron poco a poco. Leonora envío a Rita por otro vaso. Después continúo dándole palmadas suaves en la espalda a Alma logrando calmar sus tosidos. Rita regreso, una vez más Leonora le dio de beber el vaso con agua haciendo que su tos despareciera. Alma ya solo emitía algunos gemidos como resultado de la sensación de ahogo. Leonora la abrazaba recargándola sobre su pecho. Alma se aferraba a ella sabiendo que se había convertido en su salvadora.

El susto ya había pasado y Alma ya estaba más tranquila bebiendo otro vaso de agua. Leonora se quedó a acompañarla sentada en la orilla de la cama. Alma terminaba de beber y Leonora se aseguraba de que se sintiera mejor, después hablaron un poco y le pregunto lo que le había ocurrido, a lo que Alma le conto su sueño, diciendo que lo sentía tan real, sintiendo que se ahogaba y que no podía respirar.

--¿Qué crees que signifiquen mis sueños, mamá?

--Extrañas a tu papá, eso es todo—argumentaba, Leonora sin encontrar una repuesta.

--No sé, si solo sean sueños—decía Alma, sintiéndose confundida—A veces no solo veo a mi papá, sino que a veces también veo cosas…Como si fuera otra persona—Ella y Leonora permanecieron en silencio, pensando en lo extraño que eso sonaba. 

Leonora ya no supo que contestar, en lugar de eso, la veía, sintiéndose preocupada. Le pregunto si quería ir a dormir con ella, pero Alma le dijo que no. Le insistió diciéndole que tenía miedo que durante la noche le volviera a suceder. Pero Alma la convenció diciéndole que, a pesar del susto, no se sentía atemorizada de volver dormir. Leonora sonrío y le pidió que intentara dormir, deseándole las buenas noches.

--¡Mamá!

--¿Qué sucede, hija? —preguntaba Leonora desde la puerta.

--Quiero pedirte perdón por lo que paso hoy.

Leonora se acercaba a sentarse a un lado de Alma.

--No te preocupes, hija. No tiene importancia.

--Claro que sí. Tú quieres ir a esa fiesta…

--Pero si tu no quieres ir, por mi está bien.

--Es que…Si quiero ir.

--¿Qué te hizo cambiar de opinión?

--Creo que tienes razón. Creo que me haría bien salir de la casa.

--Está bien, pero yo no te voy a obligar a nada que tu no quieras.

--Gracias.

--Descansa—Leonora se ponía de pie y le daba un beso en la frente a Alma. Caminaba hacía la salida, cuando una vez más, la detuvo en la puerta.

--¡Mamá!



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En el texto hay: drama, magia, romance amor

Editado: 31.08.2022

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