Dos meses después.
Jason estaba esperando en el auto frente a la casa de Marie, con el pasar de los días la amistad de los tres se había fortalecido, ellos dos se convirtieron en esa luminiscencia que poco a poco fue tomando fuerza para crear la luz más perfecta y brillante de todas que lo terminó de salvar.
— ¡Oye!—gritó Marie del otro lado de la ventana—abre que el sol me está quemando—lo hizo mientras se reía de ella.
—Que exagerada eres Mar—ella se puso seria— ¿Dónde está tu novio?—ella se encogió de hombros.
—Oh Alex, él viene cargando las cosas así que abre de una vez el maletero del auto—Jason mirando hacia la casa observó a su amigo cargar con todo y decidió bajarse—pensé que nunca te bajarías a ayudarlo.
Jason hizo una mueca lo que hizo que Alex se riera, entre ambos cargador las cosas y después de tener todo listo se subieron al auto y tomaron rumbo hacia la playa. Al principio Jason se negó porque eso le traería muchos recuerdos pero luego entendió que eso lo ayudaría a cerrar ese ciclo.
Llegaron poco antes del mediodía, bajaron todo y lo colocaron en el lugar que había elegido Marie para estar ese día, Jason los dejó un segundo y camino hasta la orilla del mar aspirando el majestuoso aroma de la tierra llenando sus pulmones y su corazón de vida. Se quitó sus zapatos y sintió lo caliente de la arena mientras caminaba despacio disfrutando de la sensación que le producía.
Ella ahora permanecía en su ser, viva y hermosa como una rosa inmarcesible, acendrada, etérea. Él se paseó evocando aquel maravilloso día como un recordatorio vivo de cómo comenzó realmente su historia de amor, clavando más profundo el recuerdo en su ser.
— ¡Hey Jas!—gritó Marie sacándolo de sus pensamientos—venga hombre, vámonos a la fiesta—miró un vez más al mar y respiró suavemente para sonreír y correr hacia ellos— ¿todo bien?—le preguntó al tiempo que llegaba al lado de ellos.
—Si Mar, todo está bien—ella asintió satisfecha y comenzaron a caminar.
Alex observó a su amigo y se dio cuenta que en él veía a Anais, de alguno u otra forma ella siempre iba a permanecer en él y verlo ahora recuperado, firme y feliz lo alegraba porque a pesar del dolor el pudo encontrar esa luz que se había evaporado de su vida cuando ella se fue.
Luego de unos minutos llegaron a la fiesta y comenzaron a divertirse mientras bailaban y se reían, disfrutando del momento. Jason se fue alejando poco a poco hasta sentarse en una roca y verlos bailando desde la distancia, ver lo felices que son y sentir felicidad por ellos sin ningún tipo de dolor.
Los minutos iban pasando mientras él observaba como todos eran felices, bailando y riéndose con sus acompañantes. Podría decir que al permanecer ella en él se sentía tranquilo porque lo hacía de una forma sana, aceptando que ya no estaba en el plano terrenal pero que ella siempre estaría en su corazón. Nunca hubiese podido vislumbrar una vida sin ella pero debía aprender ahora que no estaba.
En sus planes no estaba tener a alguien más porque no habría forma de que pudiera amar a otra persona, se cohibía de pensar sobre eso porque siempre lo llevaba al mismo punto y decidió concentrarse solo en terminar la universidad, en cambiar el rumbo de su futuro y ser una mejor persona.
Se levantó suspirando para buscar algo para tomar y en el camino se encontró con Lucia, la hermana de Anais.
—Hola Lucia—ella se dio la vuelta y lo observo con detenimiento, había escuchado lo que había sucedido con él y muchas veces quiso acercarse pero se contuvo— ¿Cómo estás?—le preguntó mientras respiraba tranquilamente.
—Hola Jason—él sonrió detallándola, ella se parecía mucho a Anais pero no era igual, An siempre fue única y siempre lo será—bien gracias ¿y tú?—preguntó ella notando que estaba bien, la mejoría se podía ver.
—Bien—dijo sintiendo que era verdad después de mucho tiempo— ¿quieres caminar un rato?—ella asintió y ambos tomaron un rumbo distinto al de la fiesta.
El bullicio quedó atrás y la calma los envolvió, el tronar de las olas y la brisa incesante los serenó. Todo en ese lugar les recordaba a ella, era como si allí hubiese quedado parte de su esencia.
Se sentaron en la orilla del mar y ella suspiró recordando lo que su hermana le había contado, lo que ambos habían compartido en ese lugar y cuan enamorada estaba su hermana de ese chico. Siempre fue consciente del amor que ambos se tenían, se daba cuenta de la admiración con la que él la miraba, era inefable su sentimiento.
—Jason...—lo llamó sacándolo de sus pensamientos— ¿Cómo van con lo de Ani?—él suspiró.
—No puedo mentirte, fue muy difícil—la miró serio—superar la depresión, la perdida y el dolor fue difícil pero aprendí, luché y estoy superándolo—volvió su mirada al mar— tu hermana siempre fue y será el gran amor de mi vida pero debía soltarla, debía aceptar que ya no estaría a mi lado—sonrió—ella llenó mi vida de felicidad, no sabes cuánto la amo aún y estoy seguro que seguiré haciéndolo por el resto de mi vida.
—Lo entiendo, ustedes eran inseparables—asintió—menos mal no paso a más, que lo detuviste a tiempo.
—Así es, ella vive en mi como el más puro de los recuerdos y así será para siempre—ella lo podía corroborar, su hermana en vida era muy feliz a su lado— ¿y tú?—sonrió.
—Yo estoy aprendiendo a vivir con su ausencia, no puede ser de otra forma—él asintió.
Ambos quedaron allí recordando a esa chica vivaz de sonrisa radiante.
Él siempre la llevaría consigo, era parte de él, de su ser, de su alma. La amó y la amaría siempre.
Entre susurros le habló siendo una tortura para su alma, llenando de oscuridad su vida guiada por la depresión y generando un trauma en su mente y corazón. De eso salió y por fin entendió que encerrarse no fue lo mejor.
Luchó y su mente sanó, su corazón revivió y su alma generó una tormenta de sentimientos que lo liberó.