Te Conocí Cuando No Eras Nadie

5: Mensaje ignorado

(Sue)

Apenas me levanté, fui a la habitación de mamá, donde ella se encontraba aún acostada, viendo la televisión, mientras también tecleaba algo en su computador, con una enorme sonrisa sospechosa. Me recosté a su lado y fingí ponerle atención al programa de remodelaciones que ella veía. Quizás me quedé pegada en eso y casi olvidé la verdadera razón por la que estaba allí. 

Me apoyé en su hombro, intentando llamar su atención y, al no lograrla me acerqué más. Eso lo repetí un par de veces más, hasta que suspiró cansada, bajó su celular y me miró. 

—Okey, Sue ¿qué es lo que quieres?

—¿Por qué asumes que te pediré algo? Quizás solo vengo a darte mi amor. —me miró seria—. Está bien... ¿Me das permiso para salir?

Hizo lo que menos me esperé: comenzó a reírse. 

—¿Qué es tan gracioso?

—Ya, perdón, perdón. —se aclaró la garganta—. Casi extrañaba este interrogatorio. —sonrió una última vez antes de ponerse seria—. ¿Con quién?

—Con Nick West. 

—¿Quién es Nick West y de dónde lo conociste?

—Compañero nuevo del colegio. 

—¿Dónde irán?

—Centro comercial. 

—¿Hora?

—Cinco. 

—Bien... quiero un mensaje cuando estés con él y uno cada 30 minutos, con una foto agregada de ustedes y de dónde andan. Y te quiero aquí a más tardar a las 9. 

—Si, señora. —le hago un saludo militar. 

—Me alegra que te separes de tu cama —bromeó.

—Ja-ja. Muy graciosa. —volteo los ojos—. Sea lo que sea que hayas estado haciendo en tu teléfono te tiene de muy buen humor. —me sacó la lengua, mientras yo me ponía de pie para salir de su cuarto bien digna. 

Mientras caminaba a mi cuarto, saqué mi teléfono para mandarle un mensaje a Nick. 

Aun no podía creer que estuviese separándome de mi cama solo para que no pasara su sábado encerrado en su casa por no tener amigos. Eso es triste. Sí, está bien, yo tampoco tengo muchos amigos, pero si paso mi fin de semana en casa, es porque me gusta, no porque no tenga a donde ir. Sally siempre intenta arrastrarme a sus fiestas, al igual que David, pero nunca lo logran. 

¡Ni mis mejores amigos han logrado esto y, de repente llega Nick y yo misma me ofrezco para esto!

¿Qué clase de poder tiene el chico ese? Es como si sus ojos me tuvieran tan hipnotizada que hago cosas que nunca hago. 

De Nick [12:26]: ¿Entonces nos vemos a las cinco en el centro comercial?

De Sue [12:26]: Sip. En la pileta del primer piso. 

De Nick [12:26]: Genial. Nos vemos. 

Cuando dieron las cuatro, junté todas mis cosas y me di una larga ducha, mientras canta alegremente. Los golpes en la puerta me hicieron saber que ya llevaba mucho tiempo. 

Debo admitir que me llevé una gran sorpresa al ver mi propio reflejo en el espejo, una vez lista. Me había arreglado más de lo que acostumbraba. Partiendo porque hasta un labial rosa estaba usando, mis ojos tenían sombras suaves con brillos y porque incluso me había alisado el cabello, para no verme tan despeinada como siempre ando por la vida, según mamá. 

Solté un suspiro. 

Bueno ¿qué tenía de malo arreglarme? Lucía bastante bien. 

Tomé mi cartera y teléfono, luego de ponerme una chaqueta y salí de mi cuarto. Me despedí de mi madre rápidamente y, después de que ella me repitiera que le avisara cuando me reuniera con Nick nuevamente, me fui. 

Tardé media hora en llegar al centro comercial. En cuanto estuve en la pileta, me coloqué de puntillas para buscar a Nick entre todas las personas que andaban por allí. .

Sonreí apenas lo vi. Estaba sentado en la pileta mirando la pantalla de su celular con mucha concentración. 

De repente estaba nerviosa. Muy nerviosa. Ni si quiera sabía por qué me encontraba así. 

Caminé hasta donde estaba sin que se diera cuenta y cuando me detuve frente a él, arranqué el celular de su mano y solté una fuerte carcajada al ver su cara de susto, que llamó la atención de los que estaban más próximos. Al notar que se trataba de mí, Nick me lanzó una mirada asesina, provocando que la carcajada volviera a salir y al parecer era pegajosa, porque pude ver como las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba, aunque intentara disimularlo, apartando la mirada. 

—Okey. Esperare a que se te pase —dijo levantándose, mientras yo no podía dejar de reír. Sabía que no era tan gracioso, pero su expresión si lo era. Se cruzó de brazos y me observó con los ojos entrecerrados, mordiendo su labio inferior para seguir intentando disimular esa sonrisa—. ¿Es enserio? Ni si quiera fue tan gracioso.

—Debiste... debiste ver tu cara —logré decir. Y con eso, él se rindió y comenzó a reír junto a mí, mostrando sus perfectos dientes blancos. 

Oh, mi debilidad.

Cuando al fin logré calmarme, me enderecé y respiré profundamente, sintiendo que mi estómago dolía. Miré a Nick, quien me observaba fijamente con sus ojos azules, aun divertido por verme en mi ataque de risa.

—Muy bien. Me alegra que vuelvas a respirar, Risitas.

—¿Risitas? —fruncí la nariz—. Que mal apodo, Nick

—A mí me gusta. —sonrió y yo negué con la cabeza—. ¿Vamos?

Asentí y me colgué de su brazo, mientras empezábamos a caminar. 

—¿Qué quieres hacer? —pregunté. 

—Podríamos ir al cine ¿no? Hay una de terror que se ve buena.

—Uhh. Película de terror. Me encanta.

La película era sobre un asesino en serie que atormentaba a un pequeño pueblo, matando a todos los que se encontrara. Un día, un grupo de amigos se iban a pasar el fin de semana en una casa de campo, ignorando el toque de queda que habían puesto en ese pueblo, y el asesino llegaba para casarlos uno por uno. Algo muy típico, pero la verdad es que estaba muy buena. Los efectos eran muy realistas y en más de una ocasión pegué saltos de susto, provocando que Nick se riera de mí. 




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