Esa noche, luego de dejar a Eva en su casa, Fernando volvió a salir y, por primera vez en su vida, se puso una borrachera monumental, cosa que preocupó a los padres de ambos.
No hubo más flores para Eva los 3 días que tardaron ella y su padre en preparar el viaje. Sólo un correo electrónico:
Sé que fui un estúpido que no supo cómo ganarse tu cariño, pero no me arrepiento de haberte amado como lo he hecho. Vive tu vida y sé feliz.
Ojalá algún día encuentres lo que estás buscando. Mientras tanto yo me quedo aquí, soñando en que algún día te des cuenta de lo mucho que significas para mí y me des otra oportunidad.
Eva no lo respondió, no sabría cómo hacerlo.
Seis meses después…
— Eva ¿Podrías pasarme por favor una lima 80? — Le dijo su amiga.
Eva se había instalado con su familia y trabajaba en el salón de uñas que Lolis había instalado. Durante todo este tiempo, se había dedicado a capacitarse, tomando cuando taller y curso especializado había podido, y practicando bajo la tutela de su amiga. Había hecho una página en internet donde publicaba todos sus trabajos, pero la mantenía relativamente en secreto, la única que la visitaba era Marisol, con quien intercambiaba mensajes casi todos los días al igual que con Adán. Sin embargo, el único contacto que tenía con Fernando, eran los correos electrónicos que él le enviaba casi todos los días, pero que Eva jamás respondía.
— Se nos acabaron las 80. ¿Te sirve una 100? — Dijo Eva entregándole la lima.
— Sí, gracias.
Lolis le sonrió y siguió atendiendo a su cliente. Eva se puso a ordenar su mesa de trabajo y cuando terminó, sacó su celular para revisar su correo.
Anoche volví a soñar contigo. Te soñé caminando conmigo de la mano mientras conversábamos de tonterías. Reías feliz a mi lado, y el sonido de tu risa era música en mis oídos.
No tienes idea de cuándo te extraño mi Evi hermosa. Ya son seis meses sin ti, sin poder mirarte, aunque sea sólo un instante, sin escuchar tu voz, sin saber nada de ti.
Me sigo culpando por haberte alejado, por no saber amarte de una manera que no te asustara y por dar por sentado que tú también me amabas. Espero que algún día regreses a mí.
Lanzó un suspiro y guardó su celular en el bolsillo de su pantalón.
— ¿Hasta dónde llegó ese suspiro? — Preguntó Lolis mientras despedía a su cliente.
— A ningún lado. — Respondió Eva encogiéndose de hombros. — ¿Cerramos ya?
— Si, deja que recoja mi mesa ¿Vas a salir con Julián?
— No, me invitó a cenar, pero no acepté.
— ¿Por qué nunca aceptas nada de mi primo? Tan buen muchacho que es y tan enamorado que está de ti. — Dijo su amiga haciendo un puchero, medio en serio, medio en broma.
— A fuerzas, ni los zapatos entran. — Dijo Eva en voz baja mientras acababan de acomodar todo para cerrar el local.
— Lo sé, pero… ¿Te ofendió de alguna manera? — Insistió Lolis. — Al principio, cuando llegaste a vivir con nosotros se llevaban muy bien, y ahora lo evitas como si fuera la peste.
Eva frunció el ceño. — No he querido ser grosera con él, ni con tu familia, en serio.
Se acercó a uno de los sofás de la salita de espera y se sentó en él.
— ¿Podemos conversar un poco?
— ¡Claro! — Lolis se acercó a la cafetera. — ¿Quieres un café?
Dijo mientras ella se preparaba uno.
Eva negó con la cabeza.
— Hubo alguien en mi vida. — Empezó a contar. — Lo quise mucho y él me quiso… de hecho me quiere aún.
— Siempre me pregunté qué te había pasado, pero ¡Eres taaaan discreta! — Dijo Lolis sentándose junto a ella y quitándose los zapatos. — Y, la verdad, nunca me atreví a cuestionarte.
— Y te lo agradezco, me cuesta mucho hablar de esto. — Eva también se quitó los zapatos. —Yo estaba convencida que me iba a casar con él, y que de verdad me amaba, pero descubrí que veía a alguien más y eso me dolió como no tienes una idea. Ese día cambió totalmente mi vida. Fue como si se me cayera una venda de los ojos y empecé a ver todo desde otra perspectiva.
— Entiendo, una traición es muy dolorosa.
Eva asintió.
—Quise alejarme… pero él no lo permitió. Trató de convencerme por todos los medios de que siguiera a su lado, pero yo tenía miedo… miedo y desconfianza. Ya no confiaba en él, y tampoco confiaba en mí misma ni en mis sentimientos. — Subió los pies al sofá y se abrazó las rodillas. — Necesitaba alejarme, saber si lo que sentimos es amor o no.
— ¿Y él que hizo?
— Hasta el día de hoy me pide que regrese, que le dé una nueva oportunidad.
—¿Crees que cambió y que ya no te va a traicionar de nuevo?
— Creo que habla en serio. Papá tiene contacto a diario con él, trabajan en el mismo lugar y hasta ahora, no se le conoce ninguna aventura. Va de su casa al trabajo y del trabajo a su casa.
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Editado: 20.08.2020