Parte XI

Cuando todas las nubes se reunían de forma súbita a lo que harían las antiguas. En la ciudad donde se oían las miserias de los condenados, casi el mismo infierno podría decirse, pero conociendo el loco que construyo toda esta ciudad a su misma imagen, los tres seguían jugando a sus trampas mientras que buscaban la forma de subir hacia el edificio donde habitaban todos, no era nada fácil suponiendo que, si hubieran ido por arriba, sería peor por culpa de las bestias que siempre rondaban en las calles sin nombre. Y no estaban bien seguros por debajo como parecía en el principio, aunque solo iban por arriba, se sentía algo moverse por las paredes que no era nada natural, para un temblor seria casi predecible, pero estas olas tan siniestras que rondaban y algunas se sentían en los pasillos, era continuas y muy complicados ce poder entender con tanto tiempo cambiando su variable cada segundo.

Justo en el ojo de cada cámara que veía los pasillos donde estaban sus víctimas preciados dando vueltas por cada trampa que se encontraban. Con la una sonrisa malévola que cambiaba a cada rato su descomposición que daba bastante miedo, su tipo de sangre cambiaba a menudo y sus huesos no eran exactamente normales, su sistema no era de cualquier humano ordinario, eso quedó muy atrás para que pudiera volverlo a ser. Nunca tiene sueño o fatiga, su cuerpo seguía tan igual que siempre que es difícil saber que es verdad un humano o símbolo transformado, para un Carionte no podría por una razón muy aparente de ellos, no tienen la inteligencia suficiente para poder hacer sus deberes por si solos.

Estaba bien cómodo en su silla viéndolos hasta que vino una visita otra vez, pero no cualquiera para que tuviera el suficiente respeto para que no lo mandara de nuevo a un mausoleo como hace años…

Henry Thompson: me imaginaba que a etas horas, estaría tomando su remedio para no sentir más dolor. Pero creo que no será necesario, ya que no le causa nada de efecto, ¿no es verdad?

Seelkadoom: ahórrate el sermón, perro. Hace poco que llegaron visitas y haces tú trabajo como si lo tomaras con mucha calma, en verdad que te pareces mucho a él.

Henry Thompson: ¿pues qué puedo decir? Me saco de esa realidad que no me daba nada, y me dio un trabajo que gusta mucho, y tu solo usaste a uno de los míos para que hiciera el trabajo de traerlo aquí, ojalá que no fuera una estupidez haberlo hecho.
Seelkadoom: ese miserable no se puede domar con nada. Justo que tenía el mundo en mis manos para sellar el trato, aparece y me estropea todo lo que conseguido. Es un perro violento indomable que es así imposible decirle que no, y justo que ahora mismo lo necesito para terminar este trabajo e irme de este mundo.

Henry Thompson: … a veces me preguntaba algo de todo este trabajo que hacen.

Seelkadoom: no cambies el tema, desgraciados.

Henry Thompson: ¿es cierto esa teoría? ¿de que ese planeta rojo y todo ese mundo, no es el único? Lo oí de mi amo cuando vino hasta este lugar para ver su serié favorita.

Seelkadoom: ¿y tú le crees?

Henry Thompson: me equivoco de tomarlos como fenómenos cuando exactamente estaban al nivel de un dios. Supongo que ustedes pertenecen a un mundo diferente al nuestro, y que nosotros no somos la única humanidad atado a sus reglas, ¿no es así?

Seelkadoom: solo te diré una cosa… no vivirás para verlo.

Henry Thompson: (…)

Solo esas palabras tenían que decirle, nunca podrán ver la verdad de este mundo y con los otros, además dejando una teoría del planeta rojo y su historia original. Dejando nada más que preguntar a Seelkadoom, siguió haciendo su trabajo hasta que podría deshacerse de los sujetos que están ahora en sus múltiples juegos, el camino que arrojaron a Leo no era mucho que digamos. Mientras que los otros estaban en caminos que debían sacrificar mucho de su tiempo de vida, pero el problema será si él tiene la fuerza para soportar el ser que está emergiendo de el con los recuerdos de su vida pasada, será su renacimiento si consigue controlar el poder que le fue concedido para que sobrepasara los límites del Ira, y convertirse en el que le dio su nacimiento.

Mientras que ello seguía en los pasillos directo a una salida de esas mismas. Leo seguía por una que se había encontrado por varios minutos de ir dándose vueltas sin saber por dónde debía seguir, caminando sin perder el ritmo que tenía haciéndolo y tener le medio cuidado para que no sea una trampa este pasillo, aun le tenía en duda todo lo que sucedió con esas visiones peculiares, pero más a la que le causó mucha pena que le dolía la escuchar, la canción que se escuchó hace poco rato cuando buscaba la manera de seguir adelante. Cuando se encontraba en un cuarto extenso y enorme que estaba con una niebla densa y sin poder ver muy bien, se tropezaba con varios cadáveres casi envuelto con un manto de telarañas, le dio mucha cosa por las arañas que se encontraba a cada rato cuando llego hasta este cuarto nubloso, pareciera que hubiera aún más en el camino en todo el transcurso del camino.

Cuando cada vez lo pasos costaban darlos y eran más pegajoso que las anteriores. Se encontraba ante sus ojos más de esas visiones y su cuerpo estaba tomando otra forma que nunca había visto, sentía algo muy violento dentro de sí mismo que era complicado de manejar y un poder tan grande que o había sentido nunca en su vida, ni siquiera pensó que lo sintiera de el mismo, era sorprendente. Sin embargo, era un miedo enorme que no dejaba de crecer por más que pudiera hacer para que su mente se calmara por unos momentos y pudiera aumentar el ritmo del paso, algo muy malo le estaba pasando que ahora sin pensarlo detenidamente, no pareciera que su alma estuviera rompiéndose poco a poco, si no que estaba cambiando radicalmente de una manera tan mortífera que su lama no tolera todo ese poder de oscuridad y caos, su corazón estaba intentando dar señales que algo malo le estaba sucediendo y no faltaba poco hasta se muestre un aspecto de su al más corrupta que no debería estar en su cuerpo.