Después de todo lo acontecido el día anterior, Bruno, se encontraba recostado en su cama con las manos tras la cabeza pensando, en todo lo que había experimentado esa noche, debido aquel incidente relacionado con Alessia.
—¿Qué me pasa contigo Alessia?, será que me estoy enamorando — pronuncio incrédulo de lo que estaba sintiendo por la chica que solo debería ser una apuesta.
Pero él, no era el único que estaba con dudas, en otra lujosa mansión otro joven que también estaba recostado en su cama, se formulaba algunas preguntas tras todo lo que experimento la noche anterior debido a lo que paso con Alessia.
—¿Qué fue lo que sentí ayer al verte con Bruno?, ¿Acaso fueron celos?, ¿Estuve celoso?, no lo puedo creer, claro son celos, pero si son celos, ¿ello significa que estoy enamorado de ti? — decía Osca, mientras la imagen de su amigo bailando con la joven causante de su confusión venía a su mente, haciendo que sienta su sangre arderle. «No hay duda son celos, y solo puedo estar celoso porque me gustas, porque me enamore de ti, pero Bruno, ¿Acaso él también siente lo mismo que yo por ti?» — pensó.
Los jóvenes todo el día domingo se la pasaron encerrados en sus habitaciones pensando en la misma chica, sin que ninguno supiera de ello, así mismo, ambos trataban de encontrar alguna forma de terminar con el estúpido juego que ambos había iniciado antes que ella se dé cuenta del mismo y se termine decepcionando de ellos.
Mientras esto sucedía con Bruno y Osca, Alessia, se encontraba junto a su padre haciendo algunos cálculos para cubrir los gastos adicionales que siempre suele haber cuando se acerca fin de mes, al tiempo que platicaban.
—Este mes, no podremos ahorrar nada — decía con cierta nostalgia el padre de la joven.
—Padre, tal vez deba buscar un trabajo de….
—No hija, no, yo quiero que te dediques a tus estudios, ya suficiente haces apoyándome con todo lo extra que traigo a casa — pronunció el hombre.
—Papito, algún día cumpliremos nuestro sueño de tener nuestra propia casita, ya lo verás, yo haré realidad ese sueño — decía Alessia, dándole un fuerte abrazo a su padre.
—Lo sé hija, lo sé, tú eres muy buena alumna, muy disciplinada y perseverante, estoy seguro que cuando seas una médico y empieces a trabajar, juntos podremos comprar nuestra casita — acoto el hombre.
—Si padre, así será — contesto Alessia.
Alessia no le platico a su padre sobre lo que le paso en la fiesta, ella no quería preocuparlo, ello era lo que menos quería, ya suficiente problema tenía su padre con los gastos de cada mes, como para generarle más tensión, pensando que ella podría perder su beca debido a ese incidente.
El día lunes llego y Alessia tenía que volver a clases, ella sentía vergüenza por su comportamiento del día del baile, además de temor porque el mismo pueda perjudicar su estancia como becada en la institución, pero sus amigos la convencieron para que haga oídos sordos a cualquier tipo de comentarios mal intencionados y vaya a clases sin pensar en nada, después de todo lo que paso ese día no fue culpa suya, sino de Barcía Pesantini, y esta no podía decir nada de lo acontecido siendo ella la que propició todo, eso sí, si Alessia faltaba por temor, allí si podría poner en riesgo su beca, y por lo mismo no podía dejar de asistir a clases; además Osca y Bruno, ya se habían encargado de advertir a todos en la preparatoria que si alguno se trataba de pasar de listo con Alessia o hablar de lo acontecido en el baile, se la vería con ellos, pero aún les faltaba ajustar cuentas con las causantes de semejante escándalo y ese día lo harían.
Bruno se encontraba recostado contra la pared esperando a la causante de todo, cuando en esa la vio entrar, siempre tan bien vestida y linda como era, sino fuera por su conducta asfixiante él le habría dado una oportunidad, pues él la consideraba una chica bella, inteligente, además era millonaria como él, pero lamentablemente era frívola, vanidosa y malvada y la gota que derramo el vaso la había ocasionado el sábado por la noche cuando se le ocurrió meterse con Alessia.
—Te estaba esperando — pronunció en tono molesto, Bruno.
—Bruno, querido, que bueno que ya se te pasó la molestia — contestaba Barcía, mientras se acercaba al joven para a darle un beso forzado.
—¿Qué intentas hacer mujer?, todo lo contrario — respondió Bruno, mientras la tomaba de la mano y la llevaba hacia el patio, evitando así el beso.
—¡Suéltame! me lastimas — se quejaba la joven.
Bruno hizo poco caso a la petición, sino más bien la cogió con más fuerza de ambas muñecas y la miro fijamente con molestia.
—¡Es la última vez que se te ocurre hacerle algo a Alessia¡ lo nuestro se acabó hace mucho ¡entiéndelo!, me asfixiabas tu misma te encargaste de matarlo todo — pronunció con firmeza Bruno.
—Pero Bruno, yo todo lo hago por qué ¡te amo! — dijo Barcía, con voz quebrada.