Esa no fue una bienvenida muy agradable que digamos, pero si una anécdota algo graciosa para contar.
Omar llega a su casa a salvo de ese perro, deja las llaves en la mesa y sube las escaleras, peldaño tras peldaño, hasta que llega al segundo piso y se va a su habitación. Duerme con facilidad ya que está realmente agotado.
Se levanta, pero no a la hora de siempre, las estrellas todavía se visualizan con claridad, cada una más brillante que la otra, una gran noche estrellada.
Mira su reloj y ve que son las 05:00 am. "Hm, a las 5 ya se ve el cielo de un azul más claro, pero hoy se ve demasiado oscuro, y lo sería aún más si las estrellas no estuvieran alumbrando".
Baja para prepararse un desayuno, el sueño se ha ido y como no puede dormirse va a hacer algo productivo, después de todo es sábado. El se propone una lista de cosas para hacer en ese día, una lista pequeña y corta, para que no le de tanta pereza por hacerla.
Lo primero es desayunar, para cobrar energías y no divagar. Recoge la bolsa de pan y corta un pedazo, posteriormente unta mermelada en ese trozo de pan, se lo come con gusto, siempre fue amante del azúcar. No es un desayuno saludable, él lo sabe pero las fruterías están cerradas, ¿Quién lo atendería a las 05:47 am?
Lo siguiente es acomodar la cama, Omar va y la arregla, a veces no puede creer que se mueva tanto en la noche como para tirar todas las sabanas en el piso, la almohada en la parte inferior de la cama, y que el colchón quede pelado como una nuez.
La tercer tarea es normal, leer. Recoge un libro de su estantería, uno que todavía le falta aprender su historia, "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne, es el único libro que tiene de ese autor, pero si que le interesa. Hace tiempo que no leía algo por el trabajo, este fin de semana siente voluntad de leerlo hasta el capítulo XIV.
La penúltima tarea es limpiar su sala, la limpieza de anteayer solo le duró 9 horas. En la esquina puede ver un paquete de galletitas detrás de un mueble, vacío y con las migajas a su alrededor, agarra ese paquete y lo tira al basurero, luego barre las migajas y las bota al tacho. Ahora que ha barrido va al baño y agarra un balde, le agrega lavandina y ya está listo para baldear.
Lo último es caminar, una caminata de 15 minutos por su ciudad va a ser muy sano, y más aún si permanece sentado la mayor parte del día.
Al fin termina su corta lista, se siente responsable y eficiente así que se recompensa yendo a comprar frutas a la frutería, ya debería estar abierta.
Regresando de la tienda ve un enorme camión de mudanzas al frente de su casa, alguien debió alquilar el lugar, le parece bien, ya pasó dos años desde que el anterior dueño la puso a la venta.
Omar se acerca a ver quien es el nuevo dueño de la casa pero se le cayó una manzana, así que se va a su casa para lavarla.
Más al rato alguien toca al timbre, él va hacia la puerta, la abre y ve a la chica rubia con la que chocó en el trabajo.
—Oh, eres el chico que traía una caja llena de papeles ayer
—Si, tenía una opción más conveniente pero siempre tomo el camino complejo
—Me recuerdas a alguien parecido, creyendo que eligiendo lo difícil lo hará más maduro
—Puede ser, en mi caso solo quería demostrar mi fuerza, no mi madurez. Oye, ¿para quién es esa cesta de frutas?
—Vaya, me olvidé de que la tenía en las manos, son para tí
—Gracias, pero, ¿por qué? Y como tienes mi dirección ahora que lo pienso
—Me mudé a la casa del frente, hice un regalo para todos los vecinos, no sabía que vives aquí
—No tienes que hacer regalos, después de todo eres la nueva
—Hm, quizás tengas razón, pero ya compré las frutas
—Y si las comes?
—No, no como demasiado, además terminarían pudriendose
—En eso tienes razón, te las aceptaré
Omar fue quien cerró la conversación, luego la chica rubia se fue a tocar el timbre de otro vecino, él miró con atención sus manos, un lunar en la palma izquierda puede verse a simple vista.
El resto del día sigue ordinario, como un buen fin de semana.
A la mañana siguiente un amigo de Omar lo invita a un asado en su casa, en el mensaje de texto también dice que puede traer a Jessica con él si lo desea. Omar ya siente el sabor de la carne roja que consumirá allí, como buen novio invita a su ñareja para el almuerzo, acuerdan que van a encontrarse en la parada del colectivo, así comparten el viaje.
Y así fue, ambos se encontraron en el lugar, el autobús llegó de inmediato, se subieron y empezaron a charlar. Omar le comentó a Jessica sobre su nueva vecina, Jessica se ve interesada y pregunta el nombre de la chica, a lo que Omar se queda mudo, recapitulando los únicos dos encuentros que tuvieron y se dio cuenta que nunca le dijo su nombre, Jessica solo se ríe de lo despistado que puede llegar a ser su pareja.
La charla está tan agradable que no se dieron cuenta de que ya llegaron a su destino, bajan del autobús y entran a la casa, ven que falta poco para que se cocine la carne, si, llegaron algo tarde, al menos no tendrán que pasar por la espera que pasaron todos los demás. Lo más sorprendente fue al ver a la chica rubia, ¡De nuevo! A este paso Omar ya no cree que sea coincidencia, más bien ya empieza con una teoría de que la chica lo está acosando, y de una manera muy tenebrosa como para que sepa donde vive, y aprovecharse de que una casa al frente de la suya esté en venta para vivir más cerca de él, "Un plan demasiado elaborado" piensa Omar. Está tan concentrado que no se habría dado cuenta de que lo llaman para almorzar si no fuera que la rubia le tocó el hombro con su mano izquierda, donde tenía el lunar. Al terminar el almuerzo Omar se acordó de que tiene que preguntarle su nombre a la chica, ya son vecinos, es hora de conocerse por lo menos el nombre.
—Oye, ahora que somos vecinos quiero saber tu nombre, todas las veces que nos vimos no supe nada sobre tí, ni siquiera como te llama