Eran las 7:30 a.m y Valeria no llegaba a su colegio aún, su maestra decidió esperarla para comenzar la clase pero al conocer tanto a esta jovencita simplemente tomó la decisión de iniciar con su clase.
En los pasillos del segundo piso se encontraba Valeria corriendo desesperada por lograr llegar a tiempo y esperando que aún no hayan cerrado la puerta de su aula. En el ajetreo y el corre corre se tropezó con un tipo extraño y desconocido para ella
-¿Estudias acá?- preguntó Valeria en tono arrogante y sarcástico, a lo que el joven respondió ~Pues se supone, soy nuevo, me llamo Israel~ (con una gran sonrisa en el rostro)
Valeria con una cara de desagrado tremenda, le preguntó
- ¿A qué curso vas?-
~ Pues me habían dicho que a primero de contabilidad~
Valeria se quedó atónita y de inmediato pensó en que él sería el nuevo "transferido de su clase", las únicas palabras que de su boca salieron, fueron: -te acompaño, yo voy allá- Y se dirigieron juntos al salón.
Al pararse junto a la puerta todos se quedaron boquiabiertos y haciendo chácharas, Mientras que la maestra con voz elevada intentaba callarlos.
La maestra, se acerco a Israel, cambiando automáticamente su rostro al de una maestra buena y angelical y le preguntó -¿Eres él transferido?-
~Eso creo ~ respondió Israel mientras no despegaba la vista de Valeria ni un instante.
Valeria e Israel procedieron a sentarse en pupitres que por obra del destino estaban uno a lado del otro.
Israel fue definitivamente la admiración de todas las jovencitas pubertas del salón, pues era alto, rubio, con unos cristalinos y bellísimos ojos azules, tez blanca y suave como el suave pelaje de un conejito y lo mejor era su personalidad tan divertido y tímido a la vez, tan tierno pero rudo, era sin duda un galán de telenovela para las chicuelas del curso.
Bastaron solo 3 días para que todo él salón se encargara de hacer que Israel se sintiera como en casa, a gusto.