Había pasado el día entre documentos y se sentía exhausto pues no le veía fin a todo el trabajo que tenía atrasado, su encargado estaba haciendo un trabajo excepcional con sus deberes pero ahora que había llegado él, tenía que estar al tanto de cómo funcionaban las cosas allí y de cómo mejorar las fallas que pudiesen tener, aunque lo dudaba su padre era un hombre muy meticuloso.
De vez en cuando una que otra imagen de Isabelle pasaba por su cabeza y le sacaba una sonrisa, esa chiquilla lo había asombrado por completo, pero él era un hombre muy centrado y no caería en la belleza de ella cuando sabía que esta solo lo había buscado antes por un título y dinero. En lo largo de su vida había tenido mujeres incluso más bellas que ella y ninguna lo había hecho tambalear ni una vez y ella no sería la excepción.
Se levantó agotado y se sirvió un vaso con coñac, llamo a su mayordomo que le alistara el baño pero en ese momento informo la llegada de su buen amigo el conde de Waterford, lo que pospuso su baño.
Le pareció conveniente que llegara, no había podido hablar con él desde que llego y este sería un buen momento para liberar las tensiones del día.
—Buena noche William, veo que te estas adaptando bien a tus labores como duque —dio una mirada al escritorio atiborrado de documentos.
— ¡Carlos, que dicha verte! —saludo alegremente y le dio un abrazo palmeando fuertemente su espalda —y déjame decirte amigo que no es nada agradable cuando no sabes nada sobre las obligaciones que conlleva un ducado. — le extendió un vaso con coñac.
—Eres un hombre inteligente, sabrás como ingeniártelas para que todo funcione como hasta ahora. —tomo un sorbo de coñac y lo coloco en la mesa. —Bueno, mi visita no es solo para saludarte, quería darte esto, —William lo miro confuso al verlo buscando dentro de su chaqueta y cuando saco un sobre su corazón se encogió al darse cuenta que era de su adorada hermana. —Llego hace una semana a mi casa.
De inmediato la tomo y la abrió.
WILLIAM
Hermano, no te envié la carta a nuestra casa porque sabía que te demorabas un poco en regresar a Londres, quizás me demore un poco en volver a escribir, es que voy a estar internada en el hospital y pocas veces nos dejan mandar recados y como mi doncella aún no sabe escribir debo esperar hasta que me lo permitan. Llevo ya pocos días con la medicina y aunque es un poco doloroso yo sé que me servirá de mucho, el doctor me dijo que si funciona el tratamiento en unos tres meses me harán la segunda etapa como una defensa y que seguramente estaré estable y ya no habrá peligro, ruego porque así suceda, no te preocupes por mí, estaré bien.
Otra cosa, no soy tonta, sé que te casaras con Lady Isabelle por mi culpa y solo te pido que aunque no sea de tu agrado, ella no merece sufrir solo porque esta enfermedad llego a mí vida, siempre he querido que seas muy feliz y puedas lograr tener esa familia que tanto me decías que querías cuando éramos niños, prométeme que le darás una oportunidad a Isabelle, quizás la vida les tenga preparado algo muy hermoso... quizás ella se parte de esa familia.
Pdta. Dale saludos a Carlos de mi parte y que muchas gracias por todo lo que hizo por mí.
Con sincero cariño tu hermana Emma.
Si su corazón se había encogido antes de leer la carta, ahora estaba hasta arrugado al saber que no estuvo cuando su hermana creció llegando a ser una mujer madura tanto o más que él y sin duda era más sensata, pero había algo que no podría prometer ni en su lecho de muerte y era formar una verdadera familia con Isabelle, esa mujer lo había engañado para obtener un título y fortuna, de él no iba a recibir amor, aunque si lo reconocía no iba a hacer tan vil como para despreciarla, ella solo sería la esposa del duque de Windsor ante el mundo, no ante él, y a pesar de su gran cambio no sintió nada diferente de lo que sentía por cualquier otra dama.
—Porque esa cara, acaso ha pasado algo — pregunto Carlos manteniendo la calma al ver que su amigo no decía nada y solo contemplaba la carta, para él Emma era como su propia hermana. — ¿WILLIAM?
—lo siento, solo que... se creció, ya no es la niña que era, ha madurado bastante. —sonrió cálidamente —Te mando saludes y que está muy bien, si todo sigue así en tres meses entra a la nueva fase del tratamiento —su rostro se mostraba ansioso y Carlos refirió mantener la conversación, al fin y al cabo era su amigo, no era capaz de dejarlo solo.
—No te angusties, Emma es una mujer fuerte y con seguridad todo saldrá bien. — le dio una palmada en la espalda para reconfortarlo. —más bien dime, ¿hablaste con el marques le brun? —bien no era algo que quería saber pero, tenía que cambiar de tema y para su desgracia no se le ocurrió nada mejor
—Fue lo primero que hice, pensé que iba a ser complicado, pero Isabelle al parecer no le dijo nada, al contrario, el marques se mostró amable no sabía porque era hasta que me dijo que estaba muy enfermo, el doctor le había dado no más que unos meses de vida.
—Isabelle... ¿ella lo sabe? — Carlos no pudo evitar pensar en ella y el dolor que le ocasionaría quedarse sin padre, sintió que su pecho quedaba sin aire al saber que él no sería la persona que estaría hay para ella, sino el, ese hombre que estaba delante de él y que además era su amigo.
—No, y me dijo que no podía saberlo, que no quería quitarle la alegría que veía en ella —al decir esas palabras William sintió una punzada en su cuerpo, ¿porque rayos le tenía que afectar que ella ahora estuviera feliz? — Me permitió cortejarla pero, la decisión era de ella, también me hizo prometer que ella tendría una vida tranquila — eso si lo podía cumplir, pero hacerla feliz no, no era capaz de fingir algo que él no sentía.
—Pobre hombre, me imagino que debe estar desolado, — al parecer su tono frio y distante sirvió para que el duque no se diera cuenta de su angustia — ¿Cómo vas a hacer que ella te acepte?