Vanessa miró la hora en su celular y luego dejó salir un suspiro lleno de fastidio. Nuevamente, iba a llegar tarde a su clase de seminario de tesis con el profesor Malakiel Young, un sujeto que era muy aplicado a la hora de dar sus clases y que era uno de los pocos maestros que podía gozar de que todos sus estudiantes estuvieran en sus clases. Ella no era la excepción, siempre se quedaba viéndolo con ojos llenos de amor, ya que el sujeto era alguien que hacía perder la cabeza a cualquier mujer.
Entró sin tocar al aula y buscó un asiento con la mirada, encontrándolo en la fila del medio, subió los escalones hasta el asiento y luego su portátil. Verlo de esa manera tan sensual al momento de dar la clase era demasiado para sus pobres ojos; ese sujeto era demasiado hermoso y… un montón de cosas más que pasaron por su mente. Escribió todo lo que pudo en su libreta. El alfa hablaba tan bonito que podía escuchar como las humanas, las omegas y algunas brujas suspiraban. Nunca se le conoció alguna novia, así que tenían el camino y cualquier mujer podía ser su esposa si se lo proponían.
— Buenos días, jóvenes —la voz del profesor Young la sacó de sus pensamientos—. Necesito a alguien que se anime a ser mi asistente por lo queda del semestre —automáticamente las estudiantes comenzaron a decir yo—. Ya puse sus nombres en esta lista, dejen de estar tan entusiastas —rio—. Solo tomé diez nombres, y es algo lamentable porque son los diez mejores de mi clase y solo una persona tiene el promedio más alto —todos se quedaron en silencio—. Recuerden que esta es su última clase del semestre, que deben estar el día con todo o no podrán hacer sus pasantías en los lugares que quieran —tomó la lista y fue viendo los nombres—. No olviden enviar sus cartas a los sitios que desean hacer sus pasantías —todos afirmaron—. Creo que me quedaré con la señorita Vanessa Foster —todos la miraron con asombro—. Hasta el momento es la que tiene la nota más alta, y por lo visto es una de las pocas que puede graduarse con honores —Malakiel la miró—. Me gustaría que se quedara después de clases, por favor.
— Claro, me quedaré.
— Bien, sigamos con la clase.
— No puedo considerar que vas a tener la oportunidad de quedarte todos los días con el profesor Young —dijo su compañera y amiga a su lado—. Llévalo a la luna por mí, por favor.
— No seas ridícula, no haremos nada. Simplemente, vamos a pasar las tardes haciendo cosas normales, nada del otro mundo —quiso prestar atención, pero su amiga seguía en lo mismo—. Por favor, Lauren, déjame…
— Es que no haces nada más que verte hermosa y ya tienes al profesor Young para ti sola —su amiga hizo un puchero—. Dile que ya no quieres estar con él y que me dejarás…
— No, eso es imposible.
Antes de que su amiga siguiera hablando, el timbre hizo su acto de presencia y luego todos comenzaron a salir del aula. Al ser el último semestre y ya todos estaban tomando el seminario de tesis, era algo suave y tranquilo, ya en unos pocos meses tendrían que hacer sus pasantías, y como ella también deseaba ir al consultorio del alfa para hacerla y solamente podría entrar una sola persona. Esperó a que el salón de clases se quedara vacío antes de acercarse al escritorio de Malakiel.
— Hola, profesor Young —ajustó su mochila en el hombro—. ¿Qué tengo que hacer?
— Necesito que arregle mi listado de esta aula, por favor —le pasó unas hojas—. Ponga todo en orden alfabético —ella asintió—. Puede comenzar con esto, lamento que sea su primer trabajo conmigo, así que tómelo como castigo por haber llegado tarde a mi clase.
— Es justo, tuve algunos problemas con el metro —subió las cejas y fue viendo los nombres—. Tendré esto listo para la próxima clase, profesor Young.
— Cuando estemos aquí puedes llamarme por mi nombre, no habrá problema alguno —ella desvió la mirada hacia los papeles que le había dado en cuanto sus miradas se encontraron—. ¿Ya envió sus cartas de pasantías?
— Sí, a varios lugares —dio un paso hacia atrás—. Debo ir a otra clase, si tengo todo listo antes de nuestro próximo encuentro, le traeré el listado.
— Dame tu número de teléfono —Malakiel le pasó su celular y ella tuvo que pasar saliva en seco—. Como eres mi secretaria, tengo que tener contacto contigo siempre.
— Entiendo —puso un mechón de su cabello detrás de su oreja, y escribió su número—. Debo irme, gracias por todo.
— Claro, te mandaré mensajes con las demás cosas.
Salió del aula y se encontró con su amiga Lauren, quien la estaba mirando con una enorme sonrisa burlona.
— No me digas que no moriste ahí adentro —su amiga rodeó uno de sus brazos—. Es que ese sujeto es el sueño húmedo de cualquier estudiante y lo mejor de todo es que está soltero.
— Recuerda que rumores dicen que se ha acostado con muchas alumnas de aquí —sus hombros se hundieron—. ¿Crees que sean verdad?
— Puede ser. Sin embargo, son solo rumores y tú no puedes dejar pasar la oportunidad de tenerlo con él —subió y bajó las cejas—. Yo si dejo que me dé como cajón que no cierra.
— Eres tres veces más puerca que yo —salieron del pasillo—. Aunque, si ese sujeto está soltero no me importaría que me diera como cajón que no cierra y de esa manera me quita lo virgen.
— Será lo que tienes ahí debajo, porque de mente eres tres veces más puerca que cualquier persona.
Ambas chicas fueron hacia la cafetería y en cuanto se sentó en una de las sillas disponibles, le llegó un mensaje de su compañera de la cafetería y supo que no tendría una tarde tranquila debido a que su día libre había sido cambiado. Por un momento pensó que había sido su profesor quien había enviado el mensaje.
— Por lo visto no te gustó el mensaje de la persona que te lo envió —dijo Lauren colocando dos tostadas delante de ella—. ¿Tienes que ir a trabajar?
— Sí, tengo turno en más o menos cuatro horas después de mi última clase —chasqueó la lengua—. Se suponía que me pasaría el día en mi departamento.
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Editado: 13.04.2022