Vanessa se quedó a la espera de que su maestro le dejara algún mensaje para ponerse al día con las cosas de su clase, pero nada sucedió. En cuanto entró, dejó la lista sobre el escritorio del maestro y luego fue hacia uno de los lugares más alejados de él. No quería siquiera que se diera cuenta, también estaba delirando por un poco de su atención y aparte de eso ya sus compañeras habían creado rumores que la estaban poniendo a depender de un hilo. Malakiel entró media hora más tarde y ya el salón de clases se encontraba lleno.
— Señorita Vanessa —el profesor la buscó con la mirada y ella levantó la mano—. La necesito aquí delante, no allá atrás.
— Ya no hay asientos disponibles —dijo mirando hacia donde él señalaba—. Aquí estoy bien.
— Necesito que se cambie de asiento con la señorita Foster —le dijo a un chico, omitiendo las palabras de Vanessa—. Es porque ella se volvió mi secretaria y necesito que ella esté lo más cerca posible de mí.
— Claro, profesor —el chico recogió sus cosas y caminó hacia el asiento de Vanessa para intercambiar—. Lo siento, es el profesor y debo seguir las órdenes que él da.
— No te preocupes —recogió sus cosas, y con una mano llevó su portátil hasta el asiento que el profesor le indicó—. Ya estoy aquí.
— Gracias, recuerde que ese siempre será su asiento y si no quiere ser mi secretaria puede dejar de serlo —comenzaron a escucharse murmullos en cuanto él dijo eso.
— Puede cambiarme ahora, no hay problema —planteó.
— Hablaremos después de las clases —fue todo lo que dijo antes de volver a las clases.
Ella frunció los labios antes de ver a su amiga y luego volvió su vista al frente. Malakiel ese día vestía un pantalón demasiado apretado a su cuerpo que no dejaba mucho a la imaginación de su mente pecaminosa. Ella se sentía como si estuviera viendo a un dios griego y ni hablar de que ese parecía saber de qué tenía a toda una universidad dando vueltas por él. Ella iba anotando todo lo relacionado con la tesis y demás cosas por hacer. Además, ella era una becada, así que debía prestar toda la atención posible a sus clases o estaría en serios problemas más adelante. Las clases terminaron y ella se quedó a esperar que todos sus compañeros también salieran. No podía quedarse con ese cargo sabiendo que lo más seguro era que al final de cuentas todos terminaran por charla de oportunista por tener las mejores notas de todo el salón y posiblemente de la universidad.
— ¿Por qué no quiere ser mi secretaria? —él se recostó en su escritorio—. Me temo que no puedo dejarla ir tan fácilmente.
— ¿Por qué no puede? ¿Qué se lo impide? —cruzó los brazos en su pecho—. Hay más personas que tienen buen promedio, eso no significa que no hagan un buen trabajo.
— ¿No dijo que quería graduarse sin ningún problema? —ella asintió de inmediato—. Pues le propongo que sea mi secretaria y puede se decida ponerla en cualquier lado para que la tomen en cuenta para sus pasantías —Malakiel se mantuvo mirándola—. Una buena referencia de mi parte puede ayudarla a que vaya a una de las mejores clínicas, hospitales o consultorios a realizar su pasantía o cualquier otra cosa que tenga en mente.
— Es algo tentador, sin embargo, no creo que esté capacitada para ser su secretaria, llevó como tres días siéndolo y ya hay rumores en los pasillos de que nos acostamos o que acepté serlo por el simple hecho de que…
— Escuche, señorita Foster —la detuvo—. Siempre encontrará cientos de rumores hacia usted u otras personas…
— Yo no quiero rumores corriendo detrás de mí —apretó el puente de su nariz—. Hice lo que me pidió con el listado, ya está listo. Así que le pido que se tome el tiempo de ver a las demás personas y luego usted…
— Ya le dije que no, que la quiero a usted. Olvídese de que me pidió que fuera su secretaria y luego busque otra… —Malakiel se acercó con tanta rapidez que ella se asustó—. Aléjese de mí, no sé quién se cree…
— Soy tu maestro, debes tomar en cuenta que puedo lograr que te echen de aquí en un dos por tres —el alfa se vio como un león amenazante—. Si digo que te quedarás siendo mi alumna, te quedarás de esa forma. No quiero nada más.
— ¿Por qué no tiene a otra? —retrocedió todo lo que pudo, no obstante no llegó muy lejos, ya que su espalda chocó con uno de los asientos—. Usted está invadiendo mi espacio personal.
— Señorita Foster, puedo invadir más de un espacio en usted si es necesario —las cejas de Vanessa se dispararon—. ¿Qué dices?
— Que lo que dicen de usted es cierto —se burló—. No se lo negaré, es muy sexy y antes de decir esas palabras quería estar con usted en una misma cama, pero ahora viéndolo —lo miró de arriba hacia abajo—. No quiero que me pegue una infección.
— Eres una…
— Bruja —levantó su mano y con solo mover un dedo ya tenía a Malakiel lejos de ella—. Profesor, no se confunda conmigo. Puede ser que me guste, que sea el hombre más hermoso de toda esta universidad, no obstante, no soy una de esas mujeres que caen tan fácilmente por un hombre lobo y más un alfa milenario —vio como el alfa la miraba sorprendido—. Soy una bruja, sé bien con quien estoy tratando.
— ¿Estás tan segura de que no sientes nada por mí? —ella negó con la cabeza—. Bien, te haré cambiar de opinión, no dejarás de ser mi secretaria, si decides buscar otro maestro o salirte de mis clases me veré en la obligación de enviar un reporte por el simple hecho de que usted no quiere ser mi alumna…
— Profesor, eso es…
— Le enviaré un mensaje con todo lo que tiene que traer para mi próxima clase —Malakiel levantó las manos y volvió detrás de su escritorio—. Que tenga un buen día.
— ¿Lo hace porque tiene dinero? —golpeó el escritorio—. Lo que tiene de hermoso lo tiene de imbécil, pero multiplicado por dos.
— Señorita…
— Déjeme en paz, y bloquee mi número de su celular —lo apuntó con el dedo—. Es mucho más despreciable de lo que pensé, no puedo creer como todas las alumnas lo tienen en un pedestal. Lo más seguro es que las tiene engatusadas con sus cosas o qué sé yo…
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Editado: 13.04.2022