Un Pozo Sin Salida

CAPITULO SEIS

Un mes después de ese suceso, aún seguimos así, yo ignoro a Jano y él me ignora a mí; ninguno a intentando dar el paso de hablar con el otro y sinceramente prefiero que se quede como está ahora.

No obstante, no puedo dejar de pensar en él, en su cara, su cuerpo, su ropa, su forma de ser, su carácter… No puedo evitar que se cuele en mis sueños, cosa que me molesta, ya que se supone que es mi momento de descanso y aparece él; ¿no puedo dejar de pensar en él ni en sueños?

Ahora mismo me encuentro preparándome para ir al instituto, me vienen a buscar Lisa y Jano así que no me tengo que preocupar por el tiempo. Por fin es viernes, ha sido una semana dura para mí, entre tener que ignorar a Jano, prestar atención a las clases y entre la cantidad de temario que tengo que aprenderme para los exámenes me voy a volver loca.

Escucho el claxon del coche, así que cojo mi mochila y me miro una última vez en el espejo para comprobar mi aspecto antes de bajar para despedirme de mis padres; una vez hecho todo eso me subo al coche de Jano para dirigirnos al instituto.

El trayecto no es ni cómodo ni incómodo, nos encontramos en un ambiente el cual no sabría describir con exactitud. Estoy cómoda por la presencia de Lisa y porque ya me he acostumbrado a ser llevada al instituto cada mañana, pero, por otra parte, me siento incómoda por tener que compartir un espacio tan reducido con Jano.

Por suerte el coche deja de moverse y es cuando podemos bajarnos para ir a la puerta donde esperaremos a los demás, no sin antes hacer como siempre y agradecerle a Jano el habernos traído, pero como de costumbre, solo asiente la cabeza sin ni siquiera dirigirnos la mirada.

Las clases pasan lentamente, y yo cada minuto dirijo mi mirada al teléfono para comprobar cuanto tiempo queda para terminar el horario escolar, pero me desilusiono cuando cada vez que miro el reloj solo ha pasado un minuto desde la última vez que lo miro.

Pero por fin llega el momento y por fin suena el timbre, provocando que me levante de golpe de la silla y salga corriendo de la clase, pero como persona torpe que soy, me tropiezo con un cable de ordenador que hay por el suelo y mi cuerpo se inclina hacia adelante.

No llego a tocar el suelo gracias a que alguien me coge por los hombros antes de que caiga, cuando veo quien es me quedo helada, ¿de verdad que no hay más gente en el mundo?, ¿por qué siempre me tengo que terminar encontrando con él sea como sea?

Jano me suelta una vez me encuentro de pie, ni cuenta me había dado de que el solito me ha ayudado a levantarme.

— Podrías intentar mirar por donde vas — me dice mirándome con esos ojos negros directos a los míos. — O por lo menos ir más lento para no ir chocando con todo lo que te encuentres por el camino.

— Gracias — Le agradezco, ya que aún no lo he hecho — Y disculpa, quería salir lo más rápido posible de aquí.

— ¿Y eso? ¿No aguantabas más a tu compañero de mesa y me echabas de menos a mí?

Ruedo los ojos, pero continúo hablando con él.

— Más quisieras, es porque estoy harta de las clases, necesito descansar y no tengo tiempo para hacerlo. Planeo dormir toda la tarde y así hacer lo que tenga que hacer el fin de semana.

— Me gusta tu plan, ojalá yo pudiera hacerlo, pero no puedo.

— ¿Y eso por qué? — Le pregunto curiosa, ¿cuánto tiempo ignorándolo para ahora hablar con él como si nada?

— Porque voy a salir con unos amigos de fiesta — Dice y rápidamente relaciono lo obvia que ha sido la respuesta.

— ¿Sabes que puedes negarte a ir verdad?

— Claro, pero quiero ir, aparte, por mucho que no me apetezca ya he confirmado que iba, ahora ya no puedo hacer nada. — Me mira de arriba a abajo — ¿Estás muy preguntona hoy no?, ¿Te has guardado las preguntas que no le has hecho al profesor para mí o qué?

Noto como me voy poniendo roja de la vergüenza, pero no me importa y sigo la conversación.

— Solo digo que por mucho que hayas dicho que si que vas, si a último momento te arrepientes, no puedes o no quieres ir, puedes decir que no perfectamente, ni que te fueran a poner una pistola en la cabeza o algo.

¿En qué momento he llegado a hablar así de confiada con él?

— Bueno, pues muchas gracias por tus consejos, tienen mucho sentido la verdad, igualmente ya veré más tarde si al final voy o no.

Asiento con la cabeza comprendiendo sus palabras, y es cuando me separo un poco de él para salir del aula, pero él me coge del brazo impidiéndome hacer eso, es entonces cuando me pega su cuerpo.

— Aún sigo esperando a que me digas por qué narices llevas, ignorándome casi dos meses. — Bajo la cabeza nerviosa. — No puedes pretender que te deje ignorarme como si nada, y menos sin tener un porqué.

— No lo sé, me di cuenta de que necesitaba espacio para poder estar tranquila. Quiero decir, cerca de ti me sentía en un espacio cerrado, necesitaba estar en un lugar donde pudiera sentirme como si estuviera en un campo enorme de margaritas.

— Es decir, en otras palabras, te pongo nerviosa cuando estoy cerca de ti.

Me ruborizo más si eso es posible, pero asiento con la cabeza.

— Quería dejar de pensar en ti cuando estabas cerca, pero en este tiempo me he dado cuenta de que pienso más en ti cuando estás lejos que cuando estás cerca de mí.

— Opaaa, ¿y eso? No me esperaba que dijeses eso sinceramente.

Escondo mi rostro entre mis manos, nerviosa de estar teniendo esta conversación; escucho la risa de Jano y es entonces cuando descubro mi cara y lo miro a los ojos, acción que el lleva haciendo un buen rato.

Noto como traga saliva, entonces acerca más su cuerpo al mío — si es eso posible de lo pegados que estamos — y acerca su rostro al mío. Su mano acaricia mi mejilla, cosa que provoca que tenga la piel de gallina.

Sus labios rozan los míos, yo cierro los ojos esperando a que pase lo que tenga que pasar, pero la decepción que me llevo cuando lo que pasa es que se separa se nota en mi cara.




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