Ausencia
Sergio
El tiempo es un tema complejo, porque cuando quieres que corra no lo hace y cuando no quieras que corra, se pone alas y te deja sin poder reponerlo. Eso sentía que el tiempo se me acababa con Constanza.
Hasta cebolla sentía que ella se iba, porque no se le despego en ningún momento, en unas horas debería llevarla a la terminal de buses, me abrumaba el hecho de que no sabría qué rumbo tomaría, pero debía respetar su decisión y en estas pocas horas las aprovecharía.
Hice los trámites de las cuentas bancarias, porque utilizábamos la de ella y que ahora funcionaba a mi nombre, entonces cree una cuenta aliada y así poder enviarle todos los meses dinero. Verla abrazar a cebolla me destroza, pero trato de que no se note mucho, ella necesita ese tiempo y no puedo ser egoísta.
Solamente lleva una mochila y los libros, se los quito y mientras bajamos hasta el parqueadero, ella se despide de Pablo y Julianis, acomodo las cosas y baja acompañada de ellos. Subimos al auto y decidí tomar la ruta más larga para llegar hasta la terminal de buses y la capta porque se sonríe.
Al llegar caminamos lento por los pasillos de la terminal, hasta que paramos en una empresa de buses reconocida, se acerca y compra un boleto, me alejo un poquito para que no piense que la observo, aun así la tengo en mi campo de visión. Para mi desgracia el bus esta de salida, saco mi teléfono y le tomo fotos a las placas de auto.
- Gracias por estar Sergio ... - suspiro y la observo a los ojos –
- Creo que también debo darte las gracias ... por todo – se sonríe -
- El destino nos unió para salvarnos
- Si ... espero que nos vuelva unir – se carcajea y me toma de la mano –
- Ay que dramático Sergio ... sabes, tú eres mi lugar seguro, contigo me siento segura y en paz – la abrazo y ella me corresponde también –
- Contigo hay vitalidad y vida ... - asiente – y mucha locura
- Hay variedad – se carcajea –
- Aquí voy estar ...
- Yo se Sergio – la tomo por el rostro y la observo bastante cerca, reprimo las ganas de besarla-
- Te quiero Constanza ... no, te amo – se sorprende, pero no se aleja de mi –
- Yo también te quiero ... - me abraza con fuerzas y escuchamos el claxon del bus, llamando a sus pasajeros –
- Por favor cuídate, si ves que no te sientes bien donde estarás, llámame estaré ahí - asiente y se sonríe –
- Entendido ... - se acerca y me da besos en la mejilla, yo simplemente me sonrió –
Verla subirse en autobús no es grato, siento que una parte de mí se va, pero al mismo tiempo siento que es la mejor decisión; camino hasta las afueras de la terminal y me doy cuenta que el dichoso bus pasara por esta carretera y me quedo de pie esperando, a los minutos pasa y desde la ventana la veo decirme "adiós".
Soy del tipo de personas que ven innecesario el alcohol, para mí es una pérdida de dinero, pero hoy sentía la necesidad de tomarme algunos tragos, me devuelvo hasta el parqueadero de la terminal y salgo con rumbo al bar más cercano, antes le envió un mensaje de texto a Pablo, para que este pendiente.
Le envió la ubicación del lugar y detallo el bar, pintoresco y algo tranquilo, quizás sea porque es un día de semana, dejo de pensar en esas cosas y me voy directo hacia la barra, empiezo por una cerveza, que luego fueron 2, 3, 4 y perdí la cuenta; cuando le cogí el gusto ya no me apetecía las cervezas, fui por algo más fuerte, whiskey y ya aquí no supe de mí.
Despierto con un fuerte dolor de cabeza, todo me da vueltas, examino mi entorno y me doy cuenta que estoy en la habitación de Constanza, no sé cómo llegue aquí. Trato de levantarme y no puedo todo me da vueltas y las ganas de vomitar llegan, salgo corriendo y logro llegar hasta mi habitación y mi baño; esta sensación fue la que me hizo aborrecer el hecho de emborracharme.
Me doy una ducha caliente para despejarme, porque el dolor de cabeza es punzante y se intensifica, salgo en busca de café y ver la cafetera vacía me genera estrés, así que me dejo caer en el sofá, porque siento que no doy más. Al rato tomo mi teléfono y busca la aplicación de domicilios y pido un café cargado, negro y sin azúcar. 15 minutos después me tocan la puerta y me traen mi anhelado café, al término de este, escuchó otra vez la puerta y al abrirla es Pablo, Julianis y el ronroneador mayor... cebolla.
Vuelvo a tirarme en el sofá ante la mirada atónita de mis invitados, Pablo y Julianis se miran y al rato escucho que se empiezan a carcajear, los ignoro y sigo en la misma posición, escucho que abren la puerta y justo ahí volteo a ver y veo que Pablo sigue en el apartamento y está buscando algo en la alacena de la cocina.
- Señor Sergio, ese guayabo esta complejo - asiento –
- Fuerte – lo veo sonreírse y me trae un vaso de agua y me lo entrega acompañado por una pastilla –
- Tómese eso, servirá
- Gracias muchacho, ¿me fuiste a buscar anoche? – asiente –
- Si... ¿hace cuánto no bebía? – le entrego el vaso y me tiro nuevamente en el sofá –
- La última vez estaba iniciando en la universidad ... entonces hace años – me sonrió –
- Con razón, el bartender me dijo que se bebió algunas cervezas y 3 whiskey y ya se emborracho – nos carcajeamos-
- Me siento como si me hubiera pasado un camión por encima y tengo un taladro en la cabeza – se sonríe –
- Descanse, cuando despierte tendrá un plato de caldo, para que reponga energía – asiento –
- ¿Por qué haces esto?
- Usted nos brindó ayuda cuando más lo necesitábamos, es nuestra manera de agradecer – me levanto y lo tomo por un hombro –
- Si el mundo hubiera más personas como tú y tu novia, estaríamos en un paraíso, pero como no es así y son pocos como tu ... gracias, la vida te lo recompensará o quizás alguien más