La memoria es una trampa. Nos obliga a revivir lo que intentamos olvidar, a sostener en la mente los fragmentos de un pasado que se resiste a desvanecerse. Pero la memoria también es testimonio, un hilo que nos conecta con quienes fuimos y con aquellos que ya no están.
Hay historias que parecen destinadas a perderse en el tiempo, vidas que se diluyen entre los nombres olvidados de los que caminaron por este mundo antes que nosotros. Sin embargo, hay otras que, aunque llenas de silencios y ausencias, insisten en ser contadas. Esta es una de esas historias.
No es la historia de una heroína, ni la de una mártir. No es un relato de épica resistencia ni de gloria en la tragedia. Es, simplemente, la historia de una mujer. Una mujer que vivió, que amó, que sufrió y que cargó con el peso de un tiempo que no eligió. Es la historia de su arte, de su dolor y de la insoportable carga de recordar.
La guerra tiene muchas caras. No solo es el estruendo de las bombas, el crujir de las botas sobre el pavimento o el estrépito de los disparos en la madrugada. La guerra también es el silencio de quienes sobreviven, la sombra de lo que se pierde, la culpa de estar vivo cuando tantos han muerto. A veces, la guerra sigue mucho después de que los fusiles han callado.
Cada generación hereda el eco de los conflictos del pasado, aunque no siempre sea consciente de ello. Las cicatrices de la historia no desaparecen con el paso del tiempo; permanecen en las ciudades destruidas y reconstruidas, en las fotografías amarillentas, en las palabras no dichas de los que prefieren callar. A veces, basta con una mirada, con un gesto, con un susurro, para entender que hay heridas que nunca sanan del todo.
La historia de esta novela no es solo la de una mujer colombiana en tierras extranjeras. Es la historia de los desarraigados, de aquellos que fueron arrancados de sus hogares por el destino, la guerra o la simple mala suerte. Es la historia de quienes buscaron algo mejor y encontraron el horror. De quienes, aun después de escapar, jamás pudieron volver del todo.
¿Qué significa realmente sobrevivir? No es solo salir con vida de una tragedia. Sobrevivir es enfrentar cada día el peso de los recuerdos, es seguir adelante cuando la memoria insiste en arrastrarte al pasado. Es pintar para no olvidar, para darle forma al dolor, para hacer que los fantasmas tengan rostro y nombre.
A lo largo de estas páginas, las palabras se convertirán en pinceladas de una historia que no pretende ser complaciente ni indulgente. No hay finales felices, solo verdades difíciles de aceptar. Y, sin embargo, hay algo en este relato que se niega a ser puramente desesperanza. Porque mientras alguien recuerde, mientras una historia siga siendo contada, los que ya no están continúan existiendo en el pensamiento de quienes los escuchan.
Así que este libro es un testimonio, una reconstrucción, un intento de atrapar en palabras una existencia que pudo haber sido real. Porque, aunque la protagonista de estas páginas no haya vivido en los registros oficiales, en cada pincelada de su arte y en cada trazo de su historia habitan muchas otras voces. Voces de aquellos que sufrieron en la oscuridad y que aún esperan ser escuchados.
Esta es su historia. Esta es nuestra historia.