Capítulo 3
Febrero de 1939 - Llegada a París
El aire de París estaba impregnado de una vibrante energía. El sonido del tráfico, el murmullo de los cafés, la risa de los jóvenes artistas y la música callejera creaban una sinfonía caótica y hermosa. Sofía descendió del tren en la Gare de Lyon, su maleta de cuero en una mano y un pequeño libro de frases en francés en la otra. Todo le parecía un sueño.
Las calles adoquinadas reflejaban la luz dorada del atardecer mientras caminaba hacia la dirección que tenía anotada en un papel arrugado. Un pequeño apartamento en el Barrio Latino, no muy lejos de la École des Beaux-Arts, sería su nuevo hogar.
—Bonjour, mademoiselle. Vous êtes nouvelle ici? (Buenos días, señorita. ¿Es nueva aquí?) —preguntó la portera del edificio, una mujer mayor con el cabello recogido en un moño apretado.
Sofía sonrió nerviosa y hojeó su libro antes de responder.
—Oui... je suis étudiante en peinture. (Sí... soy estudiante de pintura.)
La mujer la miró con curiosidad, pero asintió.
—Bienvenue à Paris. (Bienvenida a París.)
Con el corazón acelerado, Sofía subió las escaleras y entró en su diminuto cuarto. Un catre, un escritorio de madera y una ventana con vista a los tejados de París. Era modesto, pero para ella significaba libertad.
Primeros días en la Escuela de Bellas Artes
La École des Beaux-Arts la recibió con su imponente fachada de columnas y estatuas. En sus primeras semanas de clases, el aula estaba llena de estudiantes que charlaban en francés con rapidez. Se sintió intimidada, pero respiró hondo y se presentó.
—Bonjour, je m'appelle Sofía Beatriz Reyes Piedrahíta. (Buenos días, me llamo Sofía Beatriz Reyes Piedrahíta.)
Una joven de cabello rizado y ojos brillantes se volvió hacia ella con una sonrisa amigable.
—Bonjour! Je m'appelle Lucile Marguerite Laurent. Tu es espagnole? (¡Buenos días! Me llamo Lucile Marguerite Laurent. ¿Eres española?)
—Non... Je suis colombienne. (No... soy colombiana.)
—C'est magnifique! (¡Es magnífico!) —respondió Lucile, animada—. Je parle espagnol, mais nous pouvons pratiquer le français et l'espagnol ensemble. (Hablo español, pero podemos practicar francés y español juntas).
Desde ese momento, Lucile se convirtió en su primera amiga en París. Compartían tardes de bocetos en el jardín de la escuela y charlaban sobre sus sueños artísticos. Sofía mejoraba su francés poco a poco, ayudada por la paciencia de Lucile y su libro de traducciones.
Pero París no era solo arte. Pronto, Sofía comprendió que necesitaría dinero para sobrevivir.
Un par de semanas después, mientras exploraba Montparnasse, vio un cartel en la ventana de un café que decía:
"On cherche une serveuse." (Se busca camarera.)
Con el papel en la mano y el corazón latiendo con fuerza, entró al café.
—Bonjour! Je voudrais postuler pour le poste. (Buenos días. Quisiera postularme para el puesto.)
El dueño, un hombre de mediana edad con boina, la miró con interés.
—Tu as de l'expérience? (¿Tienes experiencia?)
Sofía negó con la cabeza.
—Mais j'apprends vite! (¡Pero aprendo rápido!)
Él sonrió levemente.
—D'accord. Tu commences demain. (De acuerdo. Empiezas mañana.)
Sofía sintió una ola de alivio y emoción.
Las noches bohemias en el café
Pasaron los meses y el café se convirtió en su segundo hogar. Por las mañanas, servía cafés y croissants a los estudiantes de la universidad cercana. Por las noches, el ambiente cambiaba: poetas, músicos y pintores se reunían para discutir sobre arte y política.
—Regarde-les, Sofía... (Míralos, Sofía...) —susurró Lucile una noche, señalando a un grupo de intelectuales—. Ils parlent toujours de la guerre... mais ils continuent à boire du vin. (Siempre hablan de la guerra... pero siguen bebiendo vino.)
—Tal vez intentan olvidar.
—O escapar de ella.
Las noticias sobre el conflicto en Europa comenzaban a llenar las radios y periódicos. Pero en el café, la vida continuaba con una especie de frágil normalidad.
1 de septiembre de 1939: El estallido de la guerra
El ambiente de París cambió con la noticia de la invasión de Polonia.
—C'est terrible! (¡Es terrible!) —exclamó Lucile, dejando caer su cuaderno de bocetos sobre la mesa.
Sofía sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Y ahora qué?
—L'Angleterre et la France vont déclarer la guerre... (Inglaterra y Francia van a declarar la guerra...)
Las risas en el café se apagaron. Algunos clientes se marcharon apresurados, mientras otros se quedaron en silencio, con los ojos fijos en la radio.
El miedo comenzó a instalarse en las calles. El arte, que había sido un refugio, de pronto se sintió como un lujo que pocos podían permitirse.
Unos días después, mientras Sofía y Lucile trabajaban en sus bocetos en la escuela, un cartero entregó una carta a Lucile.
—Une lettre de mes frères... (Una carta de mis hermanos...)
Lucile la abrió con manos temblorosas.
"Ma chère sœur,
La France nous appelle. Nous partons bientôt pour le front. Nous ne savons pas combien de temps durera cette guerre, mais nous voulons que vous sachiez que nous vous aimons et que vous devriez continuer vos études. Ne vous inquiétez pas pour nous. Nous reviendrons bientôt.
Avec amour,
Jean et Marc."
("Mi querida hermana:
Francia nos llama. Pronto partiremos al frente. No sabemos cuánto durará esta guerra, pero queremos que sepas que te amamos y que debes continuar tus estudios. No te preocupes por nosotros. Regresaremos pronto.
Con amor,
Jean y Marc.")
Lucile se cubrió la boca con la mano, sus ojos brillaban con lágrimas.
—Ils vont partir... (Se van...)