Capítulo 36
Ecos de la otra tragedia
Ha transcurrido un mes y media desde que la familia Reyes regresó a Medellín, los ecos de la noticia sobre la muerte de Marie Claire aún reverberaban en Bogotá. En El Rincón del Rosario, el ambiente había cambiado. El murmullo de las conversaciones sobre la vida y el escándalo de Marie Claire se había vuelto un tema recurrente. La tragedia, aunque de menor importancia, había dejado una marca en el café-bar, donde los fantasmas del pasado de cada mujer se entrelazan con la dolorosa realidad de su presente.
Era una mañana gris cuando Teresa se sentó a leer el periódico en la barra. Sus manos temblaban ligeramente mientras pasaba las páginas. La noticia del día la detuvo en seco.
—Mira esto —dijo, levantando el diario para que las demás pudieran ver.
Elena, la jefa de las camareras, se acercó para observar.
—¿Qué es?
La noticia era el titular en letras grandes: "Muerte Accidental de Marie Claire Pétain: Alcoholismo y Peligro en la Soledad."
Teresa frunció el ceño y comenzó a leer en voz alta.
—"La policía ha confirmado que la muerte de Marie Claire Pétain, reconocida modelo de glamour y coleccionista de arte erótico, fue resultado de un accidente por alcoholismo. Según el informe, su cuerpo fue hallado en la bañera de su habitación en el hotel Granada, con evidencias de barbitúricos, un sedante que combina con el alcohol, lo que sugiere un estado de intoxicación."
Un escalofrío recorrió la sala, y un silencio tenso se instaló entre las camareras.
Victoria, que había estado limpiando las mesas, se acercó para escuchar mejor.
—No puedo creer que haya terminado así —murmuró.
—Es triste... y un poco raro —dijo Carmen, cruzando los brazos—. ¿Quién la dejó en el hotel?
—Un taxista —continuó Teresa—. Su testimonio dice que la llevó a la puerta del hotel en la tarde del 9 de abril, justo en medio de los disturbios. La vio entrar sola.
—¿Quién se atrevería a dejarla sola en ese estado? —preguntó Victoria, moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
Teresa dejó caer el periódico sobre la barra, sus ojos llenos de furia.
—A veces, no se puede hacer nada por alguien que no quiere ser salvado.
Esa tarde, la atmósfera se volvió más tensa con la llegada de una nueva compañera al café-bar. Una mujer rubia y de actitud desafiante, que apenas había sido presentada por Elena como la nueva camarera y acompañante, se atrevió a hacer comentarios sobre Sofía.
—Vaya, así que la famosa Sofía Reyes es la que se quedó aquí, ¿eh? —dijo la mujer, cruzando los brazos—. ¿No es la misma que estuvo con la francesa en una cárcel en Europa, y que se acostó con la canadiense esa...?
Las miradas se volvieron hacia Teresa, quien estaba detrás de la barra, limpiando unos vasos.
—¿Y qué tiene de malo? —preguntó Teresa, con la voz temblando de rabia.
La mujer sonrió, provocativa.
—¿Qué tiene de malo? Solo es una "invertida" que se quedó atrapada en su propio mundo de ilusiones. ¿No lo ven?
El ambiente se tensó.
—Cierra la boca —interrumpió Teresa, apretando los puños—. Sofía es una artista. No tienes idea de lo que ha vivido.
Elena, que había estado observando la situación desde lejos, decidió intervenir.
—¡Basta! —gritó, atrayendo la atención de todas—. No vamos a pelear aquí.
La nueva camarera, sin embargo, no se dejó amedrentar.
—¿Por qué defender a alguien que se ha dejado llevar por la vida de esta forma? —dijo, mirando despectivamente a Teresa—. La vida de Sofía no es glamorosa, es una tragedia.
—Quizás tú no entiendas lo que es vivir en el borde —replicó Teresa, su voz elevada.
Victoria, viendo que la situación se volvía tensa, trató de calmar los ánimos.
—Dejen el tema. No sirve de nada. Marie Claire está muerta, y Sofía está sufriendo por este engaño.
Las consecuencias de la violencia
En el rincón, un cliente murmuró en voz baja, recordando cómo había visto a Marie Claire con su grupo de artistas, rodeada de glamour y escándalos, ahora muerta y olvidada.
El caos del Bogotazo había dejado cicatrices profundas en cada rincón de la ciudad, y ahora parecía que esas cicatrices se estaban trasladando al café-bar, donde cada mujer luchaba con sus propios demonios.
La nueva camarera se cruzó de brazos, sonriendo con desdén.
—Tal vez Sofía debería irse también. Este lugar no es para ella.
En ese momento, Elena la miró fijamente.
—Eres nueva aquí, pero eso no significa que puedas hablar así de alguien que ha sufrido tanto.
Teresa respiró profundamente, intentando calmarse. La rabia se estaba acumulando en su pecho, pero sabía que dejarse llevar por la provocación no era lo mejor.
—Lo que realmente importa es que estamos aquí para trabajar y apoyarnos —dijo, aunque su voz temblaba con la tensión acumulada—. Marie Claire se ha ido, y Sofía no merece ser objeto de burlas.
El impacto de la noticia
Días después, la noticia sobre la muerte de Marie Claire dejó de resonar en la ciudad. En el café-bar, el ambiente seguía tenso.
La conmoción que había dejado Marie Claire era palpable. Muchos de los clientes que solían venir para disfrutar de la música y la compañía, casi habían disminuido. La muerte de Marie Claire no solo se sentía como una tragedia menor, sino como un reflejo del caos que envolvía a Bogotá.
Las camareras intentaron adaptarse, pero la controversia sobre la vida de Marie Claire seguía atormentando.
Teresa y Victoria comenzaron a hablar de los recuerdos de Sofía, de lo que había compartido con ellas.
—No entiendo cómo alguien puede caer tan bajo —murmuró Teresa, con la mirada perdida en el fondo de su copa—. Sofía merece más que esto.
Victoria asintió, pero su rostro reflejaba preocupación.