— Así que todos amas lo que haces... ¿No? — Dijo en susurró Ann.
Estaban en un bar restaurante, no muy elegante. Donde las luces de neon apenas alumbraban el lugar.
Oscuro y perfecto para ellos. Dan había pedido un filete con pure de papas y Ann ensalada con atún.
— Inclusive aquí.... — no se animo a decir lo que tenían en mente. — Me alegro de que hayas vuelto tu sueño en realidad después de todo. — Fueron las dulces palabras de Ann.
— Gracias. — Sonrió Dan sinceramente, miraba a Ann con admiración. — Aún me gustas... — Exclamó, un poco asustado y nervioso; un calor comenzó a hacerse presente en su espalda.
— Y tú a mí. — Dijo sin más Ann con una melancólica sonrisa en sus labios. — Todo este tiempo me has seguido gustando, nunca pude superarte.
— Te ves hermosa esta noche. — Continuó Dan cambiando de tema. — ¿No te lo dije?
— Y tú te ves como una película, tu voz suena como una canción, de esas que cantas... Me recuerda cuando eramos jóvenes.
— Aún lo somos. — Corrigió el rockero.
— No, ya no lo somos.— Continuó. — ¿Recuerdas cuando no queríamos envejecer? ¿Cuando queríamos ser jóvenes joviales por siempre? Nos inquietaba madurar y envejecer. — Exclamó con una sonrisa burlesca.
Eso hizo reír un poco a Dan.
— ¿Por que nadie me dijo que estarías en mi evento?— Preguntó la escritora.
— Quería que sea una sorpresa. — Dijo Dan.
— Pensé que te habías mudado al extranjero. — Miró su comida que no había tocado con tristeza. — Bueno, eso fue lo que me dijiste cuando terminamos...
Al final, la escritora se levantó, y pagó por lo que no había consumido para retirarse lentamente.
Le dolía estar ahí, le dolía en ese momento, le dolía estar con el amor de su vida; porque sabía que todo se acabaría en esa noche.
Una parte de Ann sigue aferrándose al amor que se tenían cuando eran jóvenes. Esperando que mientras sale por la puerta, Dan corra tras de ella y la detenga. Supone que le importa.
¿Aun le importa?
Y Dan al verla salir, quedando estático por segundos ,no dudo en salir corriendo tras el amor de su vida, porque aún la sigue amando como en los viejos tiempos.
El rockero tomó la muñeca suavemente de la escritora y la volteó para que ambos se miraran a los ojos.
Se miraban con ese amor que aún no había acabado, que aún se mantenía oculto en las cenizas.
Se besaron, en la acera con amor y dulzura, con seguridad y ternura porque sabían que ya no eran jóvenes como antes pero se amaban con locura.
— Te amo Ann. — Fue lo único que dijo.
Pero Dan tenía miedo de no ser lo suficiente para la escritora y lastimarla.
No quería arriesgarse y herirla.
— Ven conmigo. — Pidió en un susurró antes de separase.
Y la escritora... Simplemente asintió, porque este era el fin.
Ya no volvieran a ser jóvenes, el tiempo no vuelve atrás, todo queda en el olvido, de repente los cuerpos envejecen con los años e imposibilitan todo...
Ella iba a disfrutarlo como nunca esta vez, igual que Dan.
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Editado: 22.04.2019