Todo está oscuro. Oscuridad, oscuridad, hermosa y fea oscuridad. No puedo estar ciega, ¿o sí? Por supuesto que no. Lo más razonable es que tengo los ojos vendados, ¿por qué los tengo vendados? ¡Oh, cierto! He sido secuestrada.
Trato de hablar pero no puedo, mis labios están firmemente sellados, supongo que tengo cinta adhesiva o algo que se le asimile. Intento mover mis pies y mis manos pero tampoco puedo hacer eso, están completamente inmovilizados y siento las ataduras en mis muñecas y tobillos. El olor de polvo y mugre invade mi nariz en el primer respiro que doy, y lo único que oigo es… ¿una canción? De… ¿Metallica? ¿Eso es lo que estoy escuchando ahorra? ¿Purify de Metallica? Seguramente me han puesto auriculares para que no oiga nada de lo que hay alrededor.
Alguien golpetea levemente mi mejilla izquierda, con una fuerza suave y leve, sin intención de lastimar. Intento hablar pero mis palabras se quedan atascadas sin poder salir de mis labios, sólo se oyen como susurros callados.
Sé que no puedo moverme, que estoy en total inmovilización pero sin embargo trato de liberar mis manos creyendo que las ataduras no están bien atadas y grito como si no hubiera nada que me lo impidiera. Mis latidos se aceleran y debo de calmarme, no quiero que me dé un ataque bajo esta situación. No puede darme un ataque bajo esta circunstancia. Le digo a mi corazón débil que se tranquilice un poco y él lo hace.
La música de Metallica se detiene en un segundo al mismo tiempo que me quitan algo de las orejas con brusquedad. Entonces empiezo a oír cosas. Pisadas variadas, como de tres personas o más. Murmullos demasiados bajos que no puedo escuchar con claridad. Y el sonido del silencio.
—No te haremos daño—me dice una voz, trata de oírse amable y gentil pero no puede. Predomina más lo áspero, duro e indiferente—. Te quitaremos la cinta de la boca para que puedas hablar si prometes no llamar a nadie, ¿de acuerdo?
—Cuando dice eso—es otra voz, una voz familiar que no escucho muy a menudo pero que he escuchado alguna vez—, se refiere a tus amigas las brujitas.
Cristian Bells.
Me vale una minucia si es un Duclo o no, pero cuando logre salir de esta lo golpeare hasta que logre matarlo o hasta que me diga cómo es que puedo matarlo.
— ¿Entendiste, Lame Botas, o te lo tengo que explicar otra vez?—me pregunta la voz de Cristian, con acritud. Lo odio demasiado.
Asiento con la cabeza, levemente. Me quitan la cinta de la boca, sin cuidado, creo que ése ha de haber sido Cristian.
—Cretino—lo regaña la otra voz, luego oigo un ruido sordo pero fuerte. Como si alguien empujara a alguien más.
— ¡Oye!—dice la voz de Cristian— No tienes que hacer eso.
Pero no hay contestación de la otra persona que lo empujo.
— ¿Por qué hacen esto?—pregunto entre jadeos. Estoy verdaderamente enojada pero afortunadamente sin alteraciones. Logre controlar mi ritmo cardíaco desde hace rato, creo que ni siquiera me altere tanto en el Nissan cuando forcejeaba para liberarme. Tengo que seguir estando calmada. No creo que quieran hacerme daño, ¿o sí?
—Te estamos salvando la vida así que agradécenos—la voz de Cristian se oye arrogante. Realmente quiero partirle la cara. Espero que con un palo o alguna piedra sea suficiente.
— ¡¿Agradecer qué?!—Hablo en voz alta— ¡¿Qué me secuestraran?! ¡Oh, sí, muchas gracias por eso!
—Esa era la única opción fiable que se nos ocurrió—dice la otra voz, la que trata de oírse afable pero que no lo es—. Las otras opciones no eran muy concretas de que funcionaran.
— ¿Funcionaran para qué?—exijo saber.
—Para alejarte de tus amas, Lame Botas—dice la voz de Cristian—. Tenemos que hablar contigo de algo sumamente primordial.
—Lo haré—digo—. Con una condición.
— ¿Cuál?—pregunta la otra voz.
—Destápenme los ojos.
—No lo creo—la voz de Cristian responde demasiado rápido, sin pensarlo bien.
—Si no lo hacen…
—Lo haremos—me interrumpe la otra voz—, pero tu prométenos que no pensaras mucho.
— ¿A qué te refieres con eso?—por favor, que no sepan lo de mi vínculo con Janeth.
—Lame Botas, sabemos que tú y una de las brujas tienen un vínculo, así que si quieres que te destapemos los ojos no pienses en absolutamente nada.
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Editado: 28.02.2018