⚠️ AVANCE PRÓXIMA NOVELA ⚠️
—¡Ah!
Junto las piernas y las aprieto lo más fuerte que puedo al sentir las estimulantes vibraciones del endemoniado objeto que descansa en el interior de mi sexo y, al igual que todas las veces anteriores, espero a que culmine sus movimientos. Finalmente se detiene y vuelve a dejarme en el clímax, sin permitirme saborear el orgasmo que desde hace un par de horas mi cuerpo me reclama.
»Imbecil —refunfuño en un susurro solamente audible para mí.
Esta tortura había empezado desde el medio día, cuando entré a su oficina para aceptar su propuesta. Recuerdo que tuve que respirar varias veces para llenarme de valor y cuando fijó sus hermosos ojos chocolate sobre mi, se lo dije: "acepto". No sé cómo llegue a parar sobre su escritorio, lo cierto es que sólo podía ser consciente en los labios que devoraban mi boca de una manera tan lasciva que no tardé en humedecerme.
Para cuando salí de la oficina, ya tenía el dichoso aparato puesto y controlado a través de su teléfono, sin importar la distancia que pusiera entre ambos, él tenía el control sobre mi cuerpo. Justo en ese momento el sonido del teléfono de mi escritorio me saca de mis pensamientos, es una llamada interna, para ser más específicos, de mi jefe y torturador Leonardo Lighton.
—E… En —carraspeo para intentar controlar mi voz. —En qué puedo ayudarle señor Lighton.
—Entre y cierre la puerta.
No me da ninguna posibilidad de replicar o negarme. Suspiro y me levanto de mi asiento, acomodo mi falda y mi blusa blanca. El corazón me palpita fuertemente y un calor repentino cubre mi rostro de solo pensar en el hombre que me espera detrás de la puerta.
Ya me es difícil aguantar mi propia humedad y maldigo a mi cuerpo al ver como soy traicionada con el solo hecho de pensar en sus manos sobre mí. Se que no está bien lo que hago; pero por primera vez en mi vida quiero hacer algo por gusto propio, quiero saber lo que sintió Diego cuando me traicionó, quiero entender el porqué de su actuar…
Finalmente tomó la manija y abro la puerta con la poca seguridad que pude reunir antes de entrar e intentó no hacerle notar los estragos que causa en mi cuerpo.
—Dígame, en qué puedo ayudarle señor Lighton.
—Cierre la puerta —se levanta de su sillón y me señala una silla que está frente a su escritorio. —Y siéntese aquí.
—S… Si.
Lo obedecí en silencio, camino lento bajo la mirada inquisidora de mi jefe, lo que hace que mis piernas se sientan como gelatinas y el temor a que mis piernas fallen y me hagan caer se hace presente.
—¿Qué tal pasó la tarde señorita Linette?
—¿Yo?... —tomó silencio.
¿Qué se supone que debo decir en este momento? Quizás un simple bien, aunque en realidad quería decirle que mi tarde fue un delicioso infierno. Disfrutando las oleadas de placer que me daba con aquel aparato, sintiéndome miserable por traicionar a quien amo y odiándonos: a él por dejarme al borde del abismo sin dejarme alcanzar el desahogo que tanto deseo y a mi por desearlo del modo en que lo hago en este momento.
—¿Qué ocurre, no te ha gustado?
Toma el teléfono del escritorio y presiona la pantalla. En el instante que su pulgar toca la superficie del aparato una nueva oleada de placer me invade. Leonardo desliza su dedo lentamente formando una media luna y el placer aumenta mucho más, haciendo que deje escapar los gemidos que se agolpaban en mi garganta. Junto las piernas y las apreto lo más que puedo y me aferro al escritorio con ambas manos.
»¿Te gusta?
El placer se detiene y una vez más me deja al borde del orgasmo. Respiro de manera agitada y mi pecho se mueve al compás de mi respiración. No sé en qué momento se situó a mi espalda, lo cierto es que su mano deslizándose dentro de mi camisa y posándose en uno de mis senos, me toma por sorpresa. Estímulo al que no soy inmune en este momento.
—No…
—¿Quieres que me detenga?
Quedo en silencio por un momento, quiero decirle que no se detenga, lo necesito, pero mi mente me dice que en el momento en que lo haga ya no habrá marcha atrás, por lo que me limitó solo disfrutar de su caricia en mi seno y cierro los ojos; pero los abro cuando deja de hacerlo.
»¿Me detengo? —Vuelve a preguntar.
Una imagen en mi mente aparece, Diego ya me traicionó, los conseguí en nuestra propia cama… Al carajo todo.
—No.
Estaba hecho, había aceptado el trato del diablo.
2 comentarios
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IngresarWoo esta interesante
Ariel Pinedo Gonzales, Estoy trabajando duro en ella, espero les guste.
Cómo se va a llamar la novela y la vas a poner en suscripción
Cristal Abigail Hernandez Garcia, Aun no tiene título definido estoy entre tres opciones y va a estar de manera gratuita.
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