DESCUENTO ACTIVO
Hola mis queridos lectores
Solo paso por aquí para avisarles de que ya está activo el descuento de
FRAGMENTO:
…— Ahora dígame, ¿qué es ese favor que me quiere pedir y veré si puedo ayudarla?
—Pues verá, señor. ¿Conoce a los custodios de esta noche, Manuel y Leandro?
—Creo que me acuerdo quienes son. ¿Qué pasó con ellos?
—Siempre me están haciendo bromas pesadas. Ya sabe, se burlan mucho de mí, me asustan. Pero nada como lo que me acaban de hacer.
—¿Qué le hicieron? ¿Se metieron con usted? ¿La violentaron?—pregunté al ver el estado de nerviosismo en que se encontraba, y que se hubiese atrevido a venir a verme a esa hora, pensé que venía a acusarlos por lo menos.
—No, no, señor, no es eso, es peor— contestó, ¿qué podía ser peor de que la violentaran? Me pregunté ahora realmente intrigado.
—¿Qué quiere decir?— Me apresuré a preguntarle.
—Pues ellos, por ser hoy el día de los enamorados, me dijeron que me tenían un regalo.
—Vaya, es verdad no me había percatado —dije, asombrándome que se me hubiera olvidado. — ¿Qué hay de malo en eso? A usted a lo mejor le gusta.
—No, no, señor, no es eso —volvió a negar aún más nerviosa, y estrujándose las manos, mientras, había iniciado a mover las piernas. — Es que me quieren hacer algo, que me han estado pidiendo hace tiempo, pero yo me he negado. Y hoy me regalaron unos refrescos con unos chocolates.
—Muy bien, todavía no entiendo nada, señorita. ¿Qué puede haber de malo en ese regalo?
—Pues señor, que en los chocolates había esta droga, ya sabe esta droga…—tartamudeaba como si temiera o le avergonzaba decirlo.
—¿Qué droga?— pregunté para incitarla a hablar.
—Pues esta que te hace cometer locuras, que quieres hacerlo con cualquiera, y ellos se reían de mí, decían que iba a ir corriendo a suplicarles a ellos que me lo hicieran, pero primero me mato, señor.
Me quedé observándola, mientras hablaba muy de prisa, y había vuelto a caminar de un lado a otro, muy nerviosa, y sudando. Todavía no entendía qué era lo que me decía, por eso no la interrumpí.
— Me va a disculpar, señor, ya yo iba saliendo para mi casa, pero vi su luz prendida y se me ocurrió que a lo mejor usted me puede ayudar— terminó deteniéndose frente a mí.
—¿Ayudarla en qué, señorita?—pregunté, no queriendo entender que ella me estuviera pidiendo lo que yo me imaginaba.
—Ya sabe, señor, en hacerme eso…
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