Actualización de Sal de mi vida, capítulo 28
Ya hay actualización de Sal de mi vida, les dejo un pequeño fragmento del capítulo para que se animen a leer:
—¿Sofía? —la voz de Evan me provoca enderezar la espalda gracias al escalofrío que se desliza a través de mi columna vertebral—. No sabía que vendrías hoy —espeta conmocionado. Se acerca a mí y deja un beso en mi mejilla a manera de saludo que se prolonga más de lo normal. Me remuevo incómoda al escuchar los murmullos de los empleados, aunque eso a él parece darle igual.
—Tomé la decisión de último minuto, pero si no hago falta puedo regresar después…
—Tú siempre me haces falta, bonita —murmura sin vergüenza.
El calor se extiende por mi rostro y sonroja mis mejillas.
Me asombra que después de tanto tiempo y de todo lo que hemos pasado aún logre hacerme sentir como una colegiala con sus cumplidos.
—Ehm… ¿en qué puedo ayudar? —pregunto bajando la cabeza para que no note mi estado, pero es inútil, pues acaricia mi mentón y lo eleva hasta encontrarme de nuevo con su mirada.
—Estarás a mi lado a partir de hoy —declara con seguridad, y casi me tambaleo por el doble significado de sus palabras—. Vamos, hay mucho trabajo. Te explico en mi oficina.
Hago el amago de entregarle a Angie a mi amiga, pero ella comienza a llorar sin querer desprenderse de mi lado. Sabía que sería difícil volver a la rutina.
—Dámela —pide Evan—. Esta princesita pasará el día con papi, ¿verdad, cielo?
Me enternece escucharlo hablar así y casi suelto un suspiro al ver la disposición con la que nuestra hija cede a sus brazos, pero el murmullo colectivo se me adelanta. Todas las mujeres de la empresa se mantienen atentas a la escena, mientras que padre e hija se demuestran su amor frente a todos.
—Espera, vas a hacerte daño —exclamo compungida y por instinto coloco mi mano en su abdomen palpando con cuidado el lugar donde se encuentra su herida.
—Estoy bien —murmura cubriendo mi mano con la suya. La calidez de su piel se filtra a través de mis poros y me hace sentir segura. En casa.
«Mi madre tiene razón» llego a la conclusión al darme cuenta del poder que Evan tiene sobre mí con solo sostener mi mano como lo hace ahora.
Nos despedimos de Katy y dejo que me guíe a su oficina sin soltar mi mano. Casi me rio al ver a todos mis compañeros regresando a sus puestos con apuro conforme atravesamos la empresa y llegamos a nuestro destino.
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