Disculpe que no me incline para hacerle reverencia
—Buenas tardes, Guadalupe, o debería decir, Princesa. Usted disculpe que no me incline para hacerle reverencia, sin embargo, debo resaltar que no me inclino ante personas que valen menos que yo —termina diciendo Sawyer, mientras me mira con desprecio.
—Vaya, vaya. Por lo visto, no me equivoqué, sabía que usted estaba metido en todo esto —digo reparando en él.
—Perdón si no fui lo suficientemente discreto entonces. Me hubiese gustado sorprenderla, señorita Neyva.
—A las mujeres como yo pocas cosas les sorprenden, señor —digo con desprecio.
—Pues déjame ver si esto lo logra, permíteme informarte que tu recién realizado matrimonio ya llegó a su fin. Marco recapacitó y se dio cuenta de que tú no eres la mujer que él necesita. le propuse dejarlo viudo para evitarnos el papeleo y todo lo demás, pero mi yerno optó por el divorcio —termina diciendo, el desagradable hombre.
—Y supongo que usaste la psicología y el poder de convencimiento para ayudar a mi esposo a arribar a esa conclusión.
—Pues sí, la verdad fue bastante fácil, tomando en cuenta las opciones —dice Sawyer con una sonrisa cínica—. Arreglaré algunas cosas, cuando todo esté finiquitado, regresarás a América y por tu bien Guadalupe Neyva, no se te ocurra volver a cruzarte en mi camino, porque no te aseguro que tengas la suerte de volver a salir viva. Ah, y jamás, nunca jamás intentes quitarle algo a mi hija, Diana ha sido criada para ser una reina y para tenerlo todo, mientras que tú —dice mientras me mira con el desprecio reflejado en sus ojos—, tú, naciste para ser nadie.
Luego de eso, lo veo girarse para salir del lugar, seguido de los dos tipos que llegaron, junto a él.
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