¡ÚLTIMO DESCUENTO DE PERVERSO Y CRUEL!
Mis amores ya estamos en los capítulos finales.
APROVECHEN EL ÚLTIMO DESCUENTO Y CONOZCAN LA HISTORIA DE SEBASTIÁN Y ALESSANDRA.
Pequeño Fragmento:
—¿Exactamente a donde estamos yendo? — lo miro de costado y un poco preocupada, dice que vamos a estar fuera tres días, pero no llevamos maletas, nada, y por el camino que estamos tomando no creo que haya algún centro comercial, no podré estar tres días enteros con esta ropa.
—Ya lo verás cuando llegues, sé una buena sumisa y deja de hacer preguntas — habla sin mirarme y me fastidia su actitud.
—¿Y si no quiero hacerlo? — me mira serio por un instante antes de regresar su mirada a la pista — ¿Y si tengo muchas preguntas?
—Te las guardas para ti — responde serio — y controla el tono en el que me hablas.
—Ya me cansé de que me trates así — tengo un nudo en el estómago — en la mañana te despertaste tranquilo, la pasamos bien y luego de nuevo te muestras distante, frío y me vuelves a tratar mal… ¡No puedo con tu locura! — me empiezo a desahogar, él solo me escucha en silencio — voy a terminar en el manicomio si sigues así.
—Alessandra — el tono de su voz es una advertencia, pero continuo. No importa que se moleste, necesito escupir lo que llevo dentro.
—Merezco un poco de consideración, nadie se merece un trato como el que me das.
—Alessandra guarda silencio, si no quieres que…
—¡¿Qué?! ¿Qué me castigues? — ni yo misma me reconozco y me acomodo en el asiento para mirarlo a pesar de que no me mira — ya lo hiciste una vez… y si quieres volver a hacerlo hazlo, pero más me duele tu absurdo comportamiento.
Termino de decir eso y me vuelvo a acomodar mirando al pequeño camino de tierra por el que estamos ingresando, mi corazón late como si hubiera corrido una maratón, me doy cuenta de que se desvía, gira por un pequeño empedrado y se estaciona, apaga el auto y baja. Sus pisadas son fuertes al igual que las zancadas que da hasta que está al lado de mi puerta. Cierro los ojos y respiro profundo hasta que la puerta se abre, me preparo para lo peor.
—Baja del auto — su voz se escucha como si quisiera matarme y dejarme tirada. No reacciono — ¡Te he dicho que bajes!
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