Recomendación de lectura
Fragmento de la novela titulada [Desnúdame]:
Ya todas las luces están apagadas.
Camino de puntillas, no entiendo por qué lo hago, se supone que es mi casa, sin embargo, me dirijo a invadir la privacidad de alguien y aunque sea mi hogar, no es lo correcto.
Al acercarme a su puerta mi corazón se aviva, mis nervios se elevan, abro la puerta despacio, tragando lento; pero al buscarlo, no está. La cama está toda arreglada, ¿Será que se ha ido? Entre con decepción, si se ha ido por mi culpa, no me lo perdonaré.
—¿Otra vez, espiándome, señora?
Ay por Dios, está detrás de mí.
—Discúlpame, yo solo…— Balbuceo enredándome en mis propias palabras
—¿Qué?, Va a decir que no espiaba en el baño del gimnasio y anoche también; yo mismo la vi. Dígame ¿Por qué me espía?— Cierra la puerta, su mirada me recorre, mis hormonas se empiezan a enloquecer.
—César, yo nunca lo espié— musite, se me acerca, empiezo a sentir una emoción inexplicable.
—Míreme y dígame a la cara que no lo hacía— Acaricia el mechón de pelo fuera de mi moño llevando su mano al gancho dejando escapar mi cabello del agarre. —Me gustas más con el pelo suelto.
—Y tú a mí sin ese estúpido traje— Asegure en tono bajo; me aferra a él, analiza mi rostro con media sonrisa. Llevándome despacio cama, besa lentamente mi cuello, los latidos de mi corazón al tener ese silencio mirándonos a los ojos sin decir una sola palabra.
Toca mis piernas de manera lenta, mi ansia se hace notar al buscar sus labios; sus manos tocan mi entre piernas, me aleje tratando de escapar de este silencio —César, nunca llegaron los trajes que encargue.
—¿Va a hablar de trajes en este momento, señora? Hoy que el cielo ha conspirado a mi favor.
—César, espera, no quiero que pienses que viene a espiarte.
Su sonrisa se hace notar, lo observo quitar su camisa; siento que mi corazón va a estrellar, admirando cada detalle, toque su torso marcado recorriendo cada detalle; al verle acercarse más mis ojos no tardaron en cerrarse al sentir sus labios besando mi clavícula, cuando sentí que perdía el control de mis piernas con solo besos:
—Sabes que, esto, esto no puede estar pasando— Le empujo, levantándome nerviosa, buscando mi gancho del pelo, avergonzada.
«¿Cómo me atreví a llegar a este punto? Se supone que es mi guardaespaldas.»
2 comentarios
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IngresarMuy buena historia y recomendable, es una de mis favoritas. Muchas suerte chocolatita!!!!
Mi doncella ? siempre co tus historias fantásticas en hora buena y mucha suerte en tu nueva historia
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