Descuento Activo de Aslan Buzkurt
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(...)
Su caja torácica sube y baja acelerado, es señal de su agitación. Toda la rabia que sentía desapareció en segundos, no quiero verla así.
—Director, lamento si le falté al doctor aquí presente, a mi defensa diré que solo defendí a mis compañeros de sus insultos —declara ella.
Juega con sus dedos.
—¿El doctor Buzkurt, ofendió a tus compañeros? —ella asiente con la cabeza, Boran me mira de una forma acusatoria—. ¿De qué manera? —inquiere él.
Permanezco callado, quiero saber qué es lo que va decir.
—Los acusó de no tener intelecto, y que hasta los pacientes psiquiátricos aprenden más rápido que ellos —suelta.
—¡Y es la verdad! —declaro—. Es una vergüenza que estando en penúltimo semestre de una especialidad, no puedan responder correctamente sobre los nervios. Es inamisible que esté dando temas de primer año, mientras teníamos que estar asistiendo una cirugía, ¡es un absurdo! —exclamo—. Y que esta señorita venga a decir que no soy capaz de enseñar, me parece una falta de respeto.
—El respeto se consigue, no se exige doctor —contrataca ella.
Quiero saltar por ella, y callar su boca con un beso asfixiante.
—Estoy de acuerdo con Ana Laura. Sin embargo, el doctor Buzkurt es capaz, si no fuera no estaría aquí, esta facultad les da la oportunidad de aprender solo con los mejores —informa mi amigo—. Lo que puedo notar es que entre los dos hay una tensión que cualquiera puede sentir, y eso no es bueno.
Ella baja la cabeza de inmediato.
—¿Tendré algún castigo director? —inquiere ella con la voz apagada.
—No Ana Laura, no tendrás porque eres una excelente alumna, y nunca tuviste ningún problema con nadie. A ti también te conozco doctor, sé de lo que eres capaz. Y les quiero pedir a los dos que den un poco más de sus partes, y lleguen a la tolerancia.
Ella exhala lento, la observo bien, está vestida con un pantalón vaquero más grande que su talla con unos dobladillos en las piernas, unas zapatillas o tenis (como quieras llamarlos) blancas, y una camiseta holgada del mismo color, con todo y su estilo tan básico, preciosa es una palabra corta para la definición de lo que estoy viendo.
—Ya no estoy frente a dos niños de la escuela, se supone que estoy hablando con adultos profesionales, y aun así no estoy escuchando una respuesta favorable para todos —objeta mi amigo.
Me siento en un sillón frente a Boran, él me mira y levanta la ceja a modo de interrogación, me encojo de hombros.
¿Qué es lo que está pasando por la cabeza de ella?
—Siento mucho mi comportamiento director, prometo que no volverá a pasar —sonrió de oreja a oreja—. Pero necesito que el doctor también deje de tratarnos como inútiles —añade.
Me levanto para enfrentarla.
—Nunca te he tratado como tal —me quejo.
Si, fuera de la universidad puede que las cosas sean distintas por la asquerosa profesión a que se dedica, pero su inteligencia nunca puse en duda.
—Sí habla de mis compañeros también lo estás haciendo por mí, y no puedo permitir —replica.
—Ninguno de ellos va a defenderte cuando de verdad necesites —bramo—. Y sabes qué, aquí solo eres una becaria, nada de lo que digas cuenta, porque no aportas nada para esta universidad —declaro.
—¡Aslan! —reprende Boran.
—Que yo sea pobre no me hace menos persona, y sí doctor tengo una beca, lo cual gané con mucha dedicación y esfuerzo —repuso.
Sus ojos se abren grande, me mira con un odio que arde.
—Ya es suficiente, Ana Laura, lamento lo que acabas de escuchar. Y tú también deberías disculparte Aslan —enfureció mi amigo.
—No me disculparé por algo que es verdad, y la señorita no parece nada pobre, vive en un edificio preferencial nada menos que un ático, en su trabajo gana muchos ceros…
—No sabes nada de mí, y te sientes con derecho de juzgarme. Disculpe de ante mano por lo que voy a decir señor director, si esto —me señala con el dedo— es sinónimo de lo mejor, gracias, pero prefiero una persona con muy poca inteligencia, y que al menos tenga un corazón.
—¿Corazón? —me rio—. ¡Es ridículo! Tengo un corazón señorita, sino no estaría aquí, pero que sepas que las emociones no son manejadas por dicho órgano, ¿acaso no lo sabe?
—Puedo muy bien darle una clase del sistema límbico, pero no vale la pena porque no funciona en robots —contrataca.
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